¿Echabais de menos mis aventuras en el chat? Vamos a por otra. Esta viene de lejos, he estado cotilleando los logs (Sí, el programa que uso para chatear, guarda las conversaciones) y por las fechas, tengo registro de al menos un año. Pero por la charla, diría que vienen de antes. Un nick conocido que me abre privado en alguna que otra ocasión, y, que siempre me pregunta por mis sumisos, quizás un gesto aparentemente amable, pero, incrédula yo, diría es que más bien un triste intento de saber si estoy disponible.

Tengo un sábado tranquilo. Las vacaciones se acercan por fin y lo que queda por cerrar va bastante rodado.Hace un rato estaba tirada en el sofá, scrolleando en TikTok sin ganas de mover un dedo ni de remediar la pérdida de tiempo. Necesitaba parar un poco, que, aunque no lo parezca, mi verano ha sido bastante intenso. Y no sé si será por no tener nada urgente que organizar, pero de repente me he puesto a pensar en todo el tiempo que he malgastado con gente que ya ni está.

Hoy es el día de la Constitución. Piedra angular de nuestro ordenamiento jurídico para unos, corsé anticuado para otros, arma arrojadiza para casi todos. Pero más allá de esas polémicas, puede ser un buen día para hablar sobre derechos y libertades. Algo que siempre está bien y resulta especialmente curioso, por lo paradójico, si es un sumiso quien lo hace.

Soy libre. Más libre de lo que nunca he sido, porque soy libre por completo, porque disfruto de una libertad absoluta.  Y puede parecer curioso que escriba esto si tenemos en cuenta el context…

Hace un par de días escribía esto. Hablaba de piedras en el camino, y desde entonces esa idea resuena en mi cabeza, y no para bien. Supongo que como metáfora para transmitir mi idea fuera suficiente, pero es que, en la realidad, la piedra, tiene nombre y cara, y aunque a veces le eche un poco de morro, no es como para llamarla pedernal abiertamente.

Ayer fue el cumpleaños de siervo.La distancia obliga, así que el regalo tuvo que ser cibernético. Y su Dueña, o sea, yo, no tuvo otra idea mejor que enviarle una tarjeta de Mr. Wonderful. Sí, de esas. Y encima, con un mensaje de lo menos atractivo. ¿Mala leche? Algo había, claro. Pero también mucho más. Detrás de lo que una pareja muestra en público, siempre hay un mundo privado.