Cuando el mundo está repleto de manifestaciones de odio, de locura y de violencia, hay que buscar explicaciones y hay que involucrarse para detener la insensatez. Las próximas lecturas hablan de eso y de todas las razones que tenemos para resistir rumbo a un futuro incierto.
Abro las ventanas para que ingrese el olor potente de las naranjas. Es una dulzura en el aire que viene acompañada de un color intenso. Es el aroma del tiempo.
Ayer, al ver tu sepultura, recordé tu estilo y tu elegancia. Escritas con tipografías mayúsculas cuadradas romanas sobre una espléndida losa de mármol lunense decía: "Fui un soñador. Déjame partir".
Todo lo luminoso tiene su revés extraño. Toda fachada, su trastienda derruida. Toda belleza está construida después de siglos de horrores innominables. Uno acepta la coexistencia de esa dualidad o huye y se refugia en uno de esos bordes.
No hay paz cuando la vida termina, aunque algunos dicen que viene, que viene el descanso final, pero eso tendrá también sus desvelos y sus afanes, sus ansiedades y cavilaciones, aunque nadie ha regresado para quejarse desde el otro lado, todavía.
Las ventanas no se abren más en la casa ancestral. A la distancia observo sus molduras y ornamentos, los pináculos y las maderas resquebrajadas. Y sus fracturas producto de todos los terremotos que esquivó, evitando hasta hoy su colapso con sobria y antigua dignidad.
Algún día seremos ruinas sobre ruinas, que es el destino de toda civilización. Por lo pronto hay que documentar lo que queda y encontrar la belleza en estos rastros del pasado, que se ven mejor cuando uno aproxima la mirada a sus detalles más esquivos.
Me gustaría ver girar la veleta de la casa antigua y escuchar a la distancia el crujido del metal que anuncia la llegada del Puelche, pero ya nadie sabe hacia donde sopla el viento. Todos nos hemos quedado detenidos en el tiempo.
Si existiera algo así como la otra vida, me gustaría que fuera entre los árboles. Cuando busco paz, consuelo y reflexión me tiendo en el pasto y miro hacia el cielo. Y el sonido de las hojas me devuelven la quietud que necesito.
Quiero la quietud de esta tarde en la calle más hermosa del barrio sur. Quiero estar en esta esquina y permanecer solo, quieto, tranquilo y en silencio mirando la tarde pasar, como durante aquellos años en los que vivimos en peligro.
Alguien en el pueblo deja mensajes en los muros. Recorre las calles en la madrugada, cuando duermen incluso los que dicen nunca descansar. Con un trazo preciso dibuja el símbolo que llama a otra revolución fallida para este país en donde todo cambia para que nada cambie jamás.
Así es, querido Rodrigo. Por lo mismo tus escritos tienen un valor tan especial para mí, porque me recuerda esos años en aquella librería que ahora va cuesta abajo en la rodada. Estaba cantado que iba a hacer así, en todo caso. Gracias por tu obra. Sigo disfrutando con su lectura.
En plena lectura y me siento como si mirara tu vida a través de una casa de vidrio. Estoy disfrutando muchísimo tus notables reflexiones en torno a todo eso y más. Abrazos y felicitaciones por el nuevo libro.
Cuando camino por el pueblo observo los detalles con curiosidad documental y fotográfica. Hay elementos, signos y símbolos. Ornamentos y representaciones. Hay ruinas que aún mantienen su dignidad y objetos repletos de misterios ante los cuales sólo nos queda imaginar.
Miro el horizonte y todo lo que veo nace, surge, vive, brilla, reverdece y se alza tan alto, más alto incluso que el año anterior. Ojalá la naturaleza nos contagie con ese ímpetu inmenso que trae consigo la primavera.
En el campo la naturaleza nos enseña con palabras muy cercanas y sencillas que la vida y la muerte se abrazan en cada momento. Lo he aprendido a través del ciclo de los cultivos que surgen y decaen, pero que siempre ofrecen lo mejor.
Las naranjas más altas del árbol se han transformado en objetos distantes. Ahí se quedarán durante toda la temporada, reluciendo con el color furioso de sus cáscaras hasta que maduren, se pudran y se caigan, como ya han caído muchos y como faltan otros tantos más por caer.
Lista la selección de lecturas para esta semana, con diarios y escritos de autores nacionales, un ensayo acerca de las complejidades del amor en el futuro y una antología de cuentos sorprendentes.
Mis amigas esta tarde trabajan sin parar. Admiro la precisión de las abejas obreras, su labor intensa y su vida breve. Entregar la existencia a los otros. Ofrecer su trabajo para todos.