No obstante, los relatos de Malaventura me sorprendieron —y ahí está uno de los clics esenciales, en Intemperie hay demasiado predecible— y me hicieron disfrutar muchísimo más. Si cabe, en la lectura de Intemperie he echado más de menos todo lo que aporta Travacio en Quebrada.
Mientras lo leía se me venía a la cabeza Malaventura de Fernando Navarro. Vale que Intemperie es una novela y Malaventura una colección de relatos. Sin embargo, por proximidad temática, pretensión a la barbarie, me parece detectar varios elementos en común.
Está ambientada en los márgenes de un lugar agreste y duro, una suerte de Western a la española en un tiempo que no me parece distante, pero que sucede a siglos de la vida que tiene lugar de forma paralela en las grandes ciudades.
Lo que provoca una narración en cierto modo anacrónica. Pero que además denota un cierto déficit de edición con el empleo de metáforas totalmente sacadas del contexto narrativo.
Sin negar las similitudes que pudiese tener con la narrativa de ambos maestros, Intemperie me resulta un relato que ha sido hinchado —chetado aplican los que saben de esto— a base de renarrar y del abuso de calificativos como un culturista que se hincha con esteroides.
Intemperie desarrolla una historia que hemos leído decenas de veces. Su atractivo parecen ser dominio del lenguaje y su barbarie. Un croosover entre Miguel Delibes y Cormac McCarthy se asegura en su faja promocional.
¿Es Intemperie una mala obra? En absoluto. Hay un par de pasajes interesantes, domina el lenguaje vinculado al mundo campesino. El problema —está claro— soy yo. Para tan pocas ganancias no libro esta guerra.
Quizá Panza de burro de Andrea Abreu y Carcoma de Layla Martínez hayan sido las escasas sorpresas dentro de un mare magnum de libros y autores que si he terminado ha sido por el mero hecho de tener fundamentos de escribir sobre ellos.
Valga esta introducción para Intemperie, pero para otros muchos libros fenómenos que todo el mundo ha leído y que una suerte de ola nos empujar a seguir sus pasos.
Hay algo que muchos lectores saben apreciar que evidentemente yo no. A lo mejor es un problema de exigencia. Con un entretenimiento, a muchos les vale. Yo pido la luna en relación a una lectura. Para lo anodino ya tengo la vida real.
No escarmiento. Huyo de los bestsellers, pero de vez en cuando, claudico. Tanta gente no se puede equivocar, me digo. Trato de convencerme para huir de la palabra snob. Me dejo aconsejar por lectores en los que deposito mi confianza. El resultado rara vez no es el mismo.