si el rumbo se retuerce sin abrigo,
si el viento sopla fuerte y, sin testigo,
me deja solo frente a la montaña.
Me duele imaginar la luz ajena,
el gozo que en los otros se adivina,
mientras mi pecho, bajo su neblina,
se vuelve casa rota por la pena.
si el rumbo se retuerce sin abrigo,
si el viento sopla fuerte y, sin testigo,
me deja solo frente a la montaña.
Me duele imaginar la luz ajena,
el gozo que en los otros se adivina,
mientras mi pecho, bajo su neblina,
se vuelve casa rota por la pena.
y el corazón susurra un camino,
mientras la mente, inquieta,
le opone razón y destino.
Pero hoy el latido vence,
se aferra a palabras tejidas,
esas que, al no volverse vida,
me reprochan en cada amanecer.
y el corazón susurra un camino,
mientras la mente, inquieta,
le opone razón y destino.
Pero hoy el latido vence,
se aferra a palabras tejidas,
esas que, al no volverse vida,
me reprochan en cada amanecer.