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Socialis retiacula delenda sunt
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Villamanín asume un error de 4 millones en el Gordo de Navidad y pide una 'quita' entre los ganadores para evitar denuncias ileon.eldiario.es/actualidad/v...
Villamanín asume un error de 4 millones en el Gordo de Navidad y pide una 'quita' entre los ganadores para evitar denuncias
La Comisión de Fiestas que vendió las participaciones del número premiado, y que imprimió un taco de 50 papeletas no sustentado por ningún décimo del 79432, busca un difícil consenso congregando a una...
ileon.eldiario.es
December 26, 2025 at 8:07 PM
Anda, pues resulta que no es una nueva moda en programación 🤣

> Usted forma parte del movimiento OOO, Ontología Orientada a Objetos
"Estados Unidos es un gigantesco campo de concentración o una plantación que genera valor esclavizando a otros seres humanos, y utilizando a seres no humanos de manera totalmente gratuita"
Timothy Morton, activista: “Estados Unidos es un gigantesco campo de concentración”
El filósofo británico, una figura del nuevo ecologismo, sostiene que para proteger el Amazonas primero tenemos que destruir el racismo que habita en nosotros
social.elpais.com
December 26, 2025 at 11:17 AM
Muy ilusionante, todo
December 25, 2025 at 8:15 PM
EXCLUSIVA: La familia de @lordolordor.bsky.social al descubierto
December 25, 2025 at 7:17 PM
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Este texto es la inalcanzable cota a la que uno aspira.
Estan poniendo Mary Poppins en TVE.

Una excusa cojonuda para recordar y reivindicar este texto, imprescindible y genial, del gran Manuel Ligero sobre “seguramente, la película política más importante de todos los tiempos”.

www.lamarea.com/2019/02/08/m...
Mary Poppins y el viento del Este | lamarea.com
Por qué el clásico de Disney es, seguramente, la película política más importante de todos los tiempos.
www.lamarea.com
December 25, 2025 at 5:09 PM
Si tenéis dudas del chiste, @xandasbolas8.bsky.social os lo explica
December 25, 2025 at 4:22 PM
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🎄🎄🎄
December 25, 2025 at 11:52 AM
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En estas entrañables fiestas, entre polvorón y mantecado, ¿hay algo mejor que sumergirse en una #biografía de Hermann #goering ?

https://www.lapaginadefinitiva.com/2025/12/25/goering-roger-manvell-y-heinrich-fraenkel/
“Goering” – Roger Manvell y Heinrich Fraenkel
## “Goering” – Roger Manvell y Heinrich Fraenkel Por Carlos Jenal | Deja tu comentario » **Lo que somos** Este año LPD cumple 25 años, una edad provecta en la que ya hay que poder contestar a la pregunta: ¿qué somos? Pues somos lo que hacemos. ¿Y qué hacemos? Hablar del Espacio y del Tiempo y de la Definitud. Pero algunas partes del mundo son más curiosas que otras, algunos periodos más interesantes que otros, y algunas definitudes más definitivas que otras. Y con permiso de la LigaHypermotion, pocos periodos más definitivos curiosos e interesantes (¡sobre todo desde la distancia espacio-temporal!) que el Tercer Reich y todo lo que significó. Un periodo que cualquiera diría ya hemos explotado hasta la extenuación, pero no, todavía es posible sacarle punta. En el subapartado “biografías del Tercer Reich”, ya hemos comentado al _Nummer Eins höchspersönlich_ , a su minion favorito, a su arquitecto favorito, e incluso a su verdugo favorito. Y hoy redondeamos la gesta con su gordito favorito: el _Reichsmarschall_ Hermann Göring/Goering (ambas grafías son aceptables, ya que “oe” es como se indica una “ö” en teclados que carecen de diéresis). “¿Listo para otro post de LPD, Flaco?” “Ni se pregunta, Gordi.” La visión tradicional de Goering es la de un heroinómano con obesidad mórbida y delirios de grandeza. Visiones un poco más elaboradas añaden “sí, pero al principio era espabilado”. En este caso, el prejuicio es bastante acertado, y solo queda rellenar los detalles. De ello se encargan Roger Manvell y Heinrich Fraenkel, dos señores que serán muchas cosas, pero no son historiadores (y para más _inri_ el libro es de 1962 – andaba corto de pasta y es lo único que me pude permitir, _tut mir leid_). De hecho, vienen del mundo del cine, y se los ve con ganas de hacer un libro peliculero, resaltando que en Nuremberg Goering tuvo un papel muy potente, encarándose al tribunal y defendiéndose con soltura. Pero una golondrina no hace un verano, y remitiéndonos a los datos fríos lo que al final vuelve a salir es que, efectivamente, era un yonki muy gordo. **Los comienzos** Hermann Wilhelm Goering nació en 1893. Y lo hizo en Baviera, cosa rara para alguien de rancia estirpe prusiana, si bien ni de lejos tan rancia como a Goering le gustaba de alardear. Su padre Heinrich Ernst luchó en las guerras de unificación alemana para luego servir como diplomático al nuevo Reich, llegando a ser el _Reichskommissar_ de la colonia alemana en Namibia. Un trabajo que le hacía viajar mucho, razón por la que el joven Goering no vivió con su padre (ni con su madre Franziska) hasta prácticamente los tres años, momento en que ya se había convertido en un niñato insoportable. Cuando nació, su padre ya tenía 54 años (la madre era 20 años más joven y de Baviera) y cuatro hijos de un matrimonio anterior, para acabar teniendo nueve en total. En 1896, el padre decidió jubilarse en Alemania, y la familia entera se mudó a Berlín, pero cinco años más tarde empezaron a quedarse sin pasta. _Kein Problem_ : un amigo rico que el padre se había echado en África, el doctor Hermann Epenstein, a la sazón también padrino de nuestro prota (Epenstein nominalmente era cristiano, pero su padre había sido un judío bautizado), le cedió graciosamente el castillo de Veldenstein a la familia Goering. La única condición, mejor llamémoslo “entendimiento”, era que tendría una relación más o menos abierta con Franziska. Heinrich Ernst, entre la espada de la cornudez y la pared de no tener nada que llevarse a la boca, tragó con todo. Goering pronto empezó a olerse lo que pasaba, y se quedó dividido entre la lealtad al padre (de quien acabó siendo el favorito), y la admiración/envidia por Epenstein. Entre parecerse a su padre, que llevaba deslomándose 65 años, o parecerse a un ricachón que usaba su dinero en acostarse con su madre, Goering pronto lo tuvo claro. Un fenómeno que hoy probablemente también se repite entre otros jóvenes varones impresionables. Pero le encantó vivir en un castillo medieval en medio de las montañas bávaras, si bien reformado al estilo del “medievalismo _kitsch_ ” que se llevaba en la Alemania del _fin de siècle_. Ahí claramente se formó su gusto estético. Le daba al montañismo, con rutas totalmente inapropiadas para su edad, y organizaba recreaciones medievales con los otros niños, de los que abusaba si no le obedecían (la mitología nazi le pintó azuzando con perros a los niños judíos del pueblo). Tanto le gustaba el sitio que cuando su familia intentaba mandarle a un internado, montaba tales peloteras que al final siempre volvía. Finalmente, llegada la adolescencia se fue a una academia militar, donde encontró héroes de verdad a los que admirar. Se graduó con honores y en 1912 fue asignado a un regimiento de infantería en Mulhouse (o, _kof kof_ , como se llamaba entonces: Mülhausen). Al año siguiente, casi simultáneamente, Franziska y Epenstein lo dejaban, y Heinrich Ernst moría. La familia se quedó a dos velas (curiosamente, cuando la viuda de Epenstein murió en 1939, se lo dejó todo, castillos incluidos, a Goering), pero Goering pronto tuvo otras cosas en que pensar. **La Gran Guerra** Nada más empezar la Primera Guerra Mundial, Goering protagonizó algunas gallardas acciones, incluso al límite de la locura. Casi todos los testimonios, de la guerra y de antes, resaltan su total carencia de miedo. Era insensible al peligro físico. Pero dentro de la estrategia alemana para una eventual guerra, la zona de Goering solo debía servir de cebo para atraer a ejércitos franceses, mientras el grueso del ejército alemán se daba una vuelta por Bélgica. Eso frustró al joven Goering, que pronto se encontró varado en húmedas trincheras. Sufrió un ataque de reumatismo que le trataron en un hospital en Friburgo, donde oyó de un viejo amigo, Bruno Loerzer, que estaba viviendo aventuras sin fin como parte de la nueva arma aeronáutica. Goering solicitó el traslado, se lo denegaron… y se presentó igual a la academia. Para cuando el papeleo para condenarle estuvo listo, Loerzer y él ya habían sido asignados a un destacamento aéreo (parece que tuvieron que robar un avión para conseguirlo) y hubo que amnistiarle. A principios de 1915 Goering y Loerzer se encargaban del reconocimiento aéreo. Goering disfrutaba volando bajo y disparando con su pistola a los franceses, pero su gran habilidad era guiar el fuego de artillería (en su mente, sin duda, él “comandaba” la artillería). También se colaba en las reuniones de los oficiales superiores para “aportar” su interpretación de las fotografías aéreas y de lo que había visto, intentando meter baza en las planificaciones. Y fue el primer piloto en montar una ametralladora en un avión. En octubre de 1915 los amigos se pasaron a una sección de cazas. Goering siguió volando como un loco, aunque una ametralladora terrestre le alcanzó en vuelo. Logró volver tras sus líneas y posar el avión en un cementerio. Por suerte para él, la iglesia del mismo albergaba un hospital de campaña, de lo contrario se habría desangrado, pero estuvo inmovilizado cerca de un año. Luego volvió como si nada hubiese pasado, y para el final de la guerra ya era el comandante del Jagdgeschwader I, el más prestigioso de Alemania, donde había volado el Barón Rojo. Hasta cierto punto, una estrellita pública, con la condecoración _Pour le Mérite_. Tan chulito que sus propios hombres lo detestaban. El final de la guerra y la revolución simultánea le sentaron como un tiro, claro. Hizo lo que pudo para no tener que entregar el material de su escuadrón como mandaba el armisticio, y en una ocasión amenazó con disparar a revolucionarios alemanes que querían obligarle precisamente a eso. Pero fue desmovilizado, y sin beneficio ni pensión se fue a vivir a Múnich con su madre. Encontró, no un trabajo, pero sí _gigs_ ocasionales, como comercial para Fokker. Tras una demonstración en Copenhague, Fokker le regaló el avión, y se quedó por Dinamarca, haciendo exhibiciones aéreas y trabajando de aerotaxi a 50 coronas el viaje. Le daba para vivir bien en un hotel, y su historial como héroe de guerra atraía al público. Así pasó casi todo 1919. En 1920 se mudó a Suecia para trabajar en una aerolínea. A principios de 1921 realizó un viaje que le cambiaría la vida. El conde Eric von Rosen le contrató para llevarle a su castillo. Era invierno, y para cuando llegaron era de noche, así que Rosen le invitó a pernoctar. En el salón del castillo, lleno hasta arriba de armaduras, osos disecados y parafernalia medieval, en el transcurso de apenas un cuarto de hora, Goering tuvo dos epifanías: vio por primera vez una esvástica (en el forjado que contenía la hoguera), o al menos la primera que recordó, y conoció a la cuñada de Rosen, Carin von Kantzow, que sería el gran amor de su vida. Estaba casada, pero a Herr “mejor pedir perdón que pedir permiso, y tampoco es que vaya a pedir perdón, sabeh” no le importó. El marido de Carin, todo un caballero, no puso muchos problemas al divorcio, pero Goering tenía que encontrar algo de qué vivir. Volvió a Múnich y buscó más trabajo como comercial de Lo Aereo, mientras se matriculaba en la carrera de… Ciencias Políticas. Finalmente, a principios de 1922, ella se mudó a Múnich y se casaron. Fue en esta época cuando Goering conoció a Hitler. Según su propio testimonio en 1945, > Un domingo de noviembre u octubre de 1922 la exigencia de extradición contras nuestros líderes militares saltó al primer plano otra vez con ocasión de una manifestación de protesta en Múnich. Acudí […] como espectador, sin tener ninguna conexión con ella. […] Allí pidieron que hablara Hitler. Había oído su nombre mencionado con anterioridad, y quería oír lo que tenía que decir. Rehusó hablar, y fue pura casualidad que me encontrara lo suficientemente cerca para oír las razones de su negativa… Consideraba inútil lanzar protestas sin ninguna fuerza que las respaldara. Eso me causó una profunda impresión, ya que yo era de la misma opinión. > > Inquirí, y averigüé que Hitler celebraba una asamblea todos los lunes por la noche. Fui allí, y Hitler habló sobre aquella manifestación, sobre Versalles y sobre el rechazo al tratado. Dijo que una protesta tiene éxito solo si está respaldada por el poder para darle fuerza. Si Alemania no se volvía fuerte, ese tipo de cosas carecía de sentido. Su convicción hablaba palabra por palabra como si procediera de mi propia alma. A los pocos días, Goering se pasó por las oficinas del NSDAP para ofrecer su ayuda. Hitler en persona le recibió, habló de un extraordinario giro del destino, y nada, que ya tenemos _Bromance_. Hitler en seguida le ofreció un cargo, pero Goering no quería entrar así porque parecería que solo venía por el cargo. Así que entró, y tras dos meses de cortesía Goering recibió lo que tanta ilusión le hacía: un uniforme y hombres a su mando. El 1 de marzo de 1923, Hitler le confió el mando de las SA. > Tal y como dijo el propio Hitler al recordar los principios de su relación: > > “Me gustaba. Lo convertí en el jefe de mis SA. Fue el único de sus jefes que dirigió las SA de forma apropiada. Le di una turba indisciplinada. Al poco tiempo había organizado una división de once mil hombres.” > > […] > > Parecía una pareja de lo más improbable, pero cada uno de ellos tenía percepción para reconocer las ventajas que el otro podía proporcionarle. Goering ofreció a Hitler los servicios de un oficial y caballero de fortuna. Hitler le ofreció a Goering la oportunidad de convertirse en un revolucionario y de agitar un puño ensangrentado al grito de “¡Al infierno con Versalles!” Usando el dinero de su mujer, Goering convirtió su casa en una especie de salón selecto para la _crème_ del partido en Múnich: gente como Ernst Röhm, Anton Drexler, Ernst Hanfstaengel o Alfred Rosenberg solían pasarse. Aún así, los autores remarcan en más de un momento que Goering realmente no tenía amigos dentro del partido, algo que me llama la atención… ¡porque lo he visto en varias biografías de prebostes del Tercer Reich! Cada biógrafo parece empeñado en presentar al objeto de su libro como un lobo solitario, lo que significa que, o bien muchos exageran, o que a Hitler lo del “divide y gobierna” se le daba realmente de miedo. **El Putsch** Goering era más deseable como jefe de las SA que Ernst Röhm, el cual quería vincularlas con la Reichswehr Negra, mientras Hitler quería mantener a toda costa su independencia táctica. Pero el rápido crecimiento de las SA empezó a preocupar al gobierno bávaro, así como al propio Ejército, que le dieron algún capón a Hitler, para dejar claro quién mandaba. Hitler cada vez se vio bajo mayor presión para hacer “algo”, y fue de allí de donde nació la idea del “Putsch” de noviembre de 1923, que debía darle el poder en Baviera y servir de base para una inmediata “Marcha sobre Berlín”, a imagen y semejanza de la “Marcha sobre Roma”. Goering acompañó a Hitler durante casi todo el desarrollo del golpe. Y luego en los homenajes. Goering también estaba a su lado al frente de los golpistas cuando estos se dirigían al ayuntamiento de Múnich y se encontraron a la policía. La muchedumbre se paró, y comenzaron los disparos. Hitler cayó y se dislocó el hombro, mientras Goering (que iba justo delante) recibió un disparo en la ingle. Miembros de la SA le llevaron a una casa cercana, donde seguramente le salvaron la vida (una familia judía, por cierto, a la que siempre estuvo agradecido; años más tarde intercedió para que pudiesen salir del país con todas sus posesiones), y de allí le llevaron a Austria, donde finalmente le atendieron en un hospital. Tenía dolores horribles para los que le administraban morfina. Tardó un mes en poder salir. Alemania empezó a presionar a Austria para su extradición, así que Goering y Carin se pasaron discretamente a Italia, donde permanecerían hasta la primavera de 1925, momento en que volvieron a Suecia, a casa de la familia de ella. Aún había una orden de arresto contra él. En Suecia, un médico describió su aspecto “como el de una mujer de edad avanzada: fofo, descolorido y blancuzo”. Ya era adicto a la morfina y se gastaba todo el dinero en obtener más. Atacó a una enfermera que se negó a suministrarle, y en septiembre de 1925 fue ingresado en un manicomio. Tres meses estuvo en la trena, y aún tuvo una recaída, hasta que una amnistía en otoño de 1927 le permitió regresar a Alemania. Resulta muy curioso que los recuerdos de su médico coincidan mucho con los informes psiquiátricos elaborados 20 años después en Nuremberg: Ya en 1925 se le describió como una persona de carácter débil, un hombre que usaba la bravuconería para encubrir una carencia fundamental de coraje moral. El doctor suizo lo consideró un histérico, de personalidad inestable, sentimental pero insensible a los demás, un hombre violento que actuaba impulsado por el miedo. Como muchos hombres capaces de grandes actos de valentía física que a menudo lindan con la desesperación, carecía del otro tipo de valentía más elevada para dirigir su vida y que era necesaria cuando se veía abrumado por grandes dificultades. **El asalto al poder** Asentado en Berlín, y con algún pinito en la industria aeronáutica, Goering le pidió a Hitler un puesto de salida para ser diputado. Hitler, que apenas se había interesado por él durante sus años fuera, no tenía ahora muchas ganas de invertir en él, pero Goering le presionó bastante. Finalmente, Hitler decidió apostar por él – y Goering no le defraudó, siendo un parlamentario muy agresivo que además copiaba el estilo retórico del propio Hitler. Además, Hitler seguía luciendo muy mal en la alta sociedad, y Goering podía remediarlo. Por ejemplo, evitó que Hitler asistiese al funeral de Horst Wessel, pese a que Goebbels se moría de ganas de instrumentalizar su muerte y convertirle en mártir del partido (lo acabó logrando). Goering se convirtió en una herramienta esencial de la “doble táctica” de Hitler: atraerse votos obreros (para eso estaban Otto Strasser y Joseph Goebbels) y apoyo de las élites (que es donde entraba Goering). Goering cultivaba apoyos en Berlín mientras Hitler seguía viviendo en Múnich: fue él quien le presentó a gente como Hjalmar Schacht o Georg von Strauss. Y cuando Hitler ya era lo bastante importante como para que el _Reichspräsident_ Paul von Hindenburg tuviera que recibirlo, Hindenburg insistió en que Goering (de quien pensaría “al menos un oficial y caballero en esa banda de desharrapados”) debía estar presente también. Siempre con uniforme de oficial y el Pour le Mérite, natürlich. Para una de estas reuniones, en octubre de 1931, dejó a su esposa Carin gravemente enferma en Estocolmo. Murió sin volver a verle. Para mitigar su dolor, Goering se volcó al 100% en la política durante los meses siguientes, quizás los más intensos de su vida, actuando siempre al lado de Hitler en sus negociaciones con las élites. Porque este es un momento como cualquier otro para recordar que Hitler no “ganó” elecciones (excepto en la definición de “ganar” que maneja la derecha española: ser el más votado, pero con una mayoría parlamentaria en tu contra), sino que fue encumbrado por las élites, que vieron en él un instrumento, feo pero funcional, para aniquilar a la izquierda política y a la República de Weimar en general, y construir algún tipo de estado corporativo con los señoritos al frente. Hablando de mayorías parlamentarias que Hitler nunca tuvo: Goering sí logró una, en agosto de 1932, para ser presidente del Reichstag (con los votos de los nazis, los católicos, y el Partido Popular Bávaro). No hacía ni siete años que había estado encerrado en un manicomio con una camisa de fuerza. Y pese a la supuesta neutralidad a que le obligaba el cargo, siguió recaudando fondos entre los empresarios y apoyando a saco el nombramiento de Hitler como canciller. Cinco meses más tarde cayó esa breva. **La revancha** El primer carguito que Goering recibió (sin renunciar a la presidencia del Reichstag) fue el de presidente-comisario de Prusia, donde prontamente inició una purga de los funcionarios socialdemócratas de la “Prusia Roja”. Destituyó a 22 de 32 jefes de policías, y también a cientos de inspectores considerados desafectos, y les hizo saber que: > En el futuro habrá un solo hombre que ejerza el poder y tenga toda la responsabilidad en Prusia, es decir, yo. Todo aquel que cumpla con su obligación al servicio del Estado, obedezca mis órdenes y haga uso de su revolver sin piedad cuando sea atacado, tiene asegurada mi protección […] Una bala disparada desde el cañón de una pistola de policía es mi bala. Si decís que eso es asesinato, entonces yo soy el asesino… conozco dos tipos de ley porque conozco a dos tipos de hombres: los que están con nosotros y los que están contra nosotros. En medio de esta purga y a pocos días de las elecciones, ocurrió el incendio del _Reichstag_. Los autores insisten en que no hay pruebas directas que lo incriminen, y desde 1962 tampoco han surgido nuevas. Sí hay, sin embargo, nuevos datos sobre el presunto autor material, Marinus van der Lubbe: en enero de 1933 tenía tremendamente disminuida su capacidad de visión, lo que hace poco creíble que en 20 minutos pudiese incendiar la sala plenaria con apenas algo de carbón. Además, la primera impresión de los bomberos era que tal fuego no podía haber sido obra de una sola persona. Y Goering llegó sospechosamente rápido al incendio (si bien como presidente del Reichstag tenía una vivienda oficial adyacente al mismo) y a los tres días afirmó rotundamente ante el gabinete que existían pruebas, un mapa y documentos, que habrían sido encontrados en la sede comunista. A von Papen le impresionó, pero luego Goering nunca los presentó. Desde el principio hubo rumores de que había sido él, cosa que él usaba para hacer ocasionales coñas, “jaja, sí, claro que lo hice yo”, aunque luego en Nuremberg lo negó todo, “¿y para qué iba a mentir aquí?” Lo curioso es que hubo un juicio y todo, a van der Lubbe y cuatro comunistas, pero los comunistas fueron todos absueltos. Uno de ellos incluso avergonzó a Goering durante un careo. Todavía había jueces en Berlín (o más bien en Leipzig, sede del _Reichsgericht_). Chiste de la época: “Herr Göring, der Reichstag brennt!” “Schon?” Lo dicho, no hay certeza sobre la autoría, pero sí la hay sobre lo bien que les vino a los nazis: inmediatamente acusaron a los comunistas, y apenas unas horas después salía un decreto presidencial que era como un artículo 155 combinado con una suspensión de casi todos los derechos políticos y reintroducción de la pena de muerte para muchos delitos, aplicado además retroactivamente. Se detuvo a miles de personas. Algunas órdenes judiciales habían sido preparadas días antes del incendio. **“Si el Führer lo quiere, dos y dos son cinco”** A pesar de todo, en las elecciones una semana más tarde los nazis se quedaron en un 44% del voto. Así que nada, Ley Habilitante al canto (con el apoyo de los partidos burgueses, _natürlich_), y a mandar. Goering en seguida enseñó la patita: junto a jefazo de Prusia, le hacía ilusión ser comandante en jefe. En eso chocó con Röhm, que tenía planes: militarizar a las SA y fusionarlas con el ejército, con él al frente del tinglado. Choques similares se daban en todas partes: Hitler había llegado al poder al frente de una alianza un poco inestable, y ahora saltaban las costuras. El primer año del nazismo, básicamente, fue resolver los conflictos mediante purgas. Goering pronto se posicionó: por un lado, total sumisión a Hitler (psicológicamente, lo compensó con esa grandilocuencia de opereta por la que se hizo famoso), por el otro, una alianza con Himmler (el precio de la cual fue darle la Gestapo). Así estaba en el lado bueno del nazismo cuando Hitler se cargó a Röhm (uno de los pocos nazis a los que les permitía el tuteo) en la Noche de los Cuchillos Largos. Goering no logró el mando supremo de las FFAA – cuando Hindenburg murió a los pocos meses, Hitler se lo dejó a un militar, Werner von Blomberg, como parte de su pacto fáustico con ellos (hasta 1938, en que Blomberg le sirvió en bandeja una excusa para darle la patada, y ya Hitler se quedó el mando supremo para él mismo). Pero compensó a Goering haciéndole responsable del desarrollo de la Luftwaffe. Como aún tenían que disimular por Versalles y tal, su título fue “Ministro de Tráfico Aéreo”. Y como también le gustaba cazar, _Reichsjäger und Forstmeister_ (Maestro de Caza y Floresta del Reich). Reguló la caza prohibiendo ciertas prácticas como el uso de venenos, y lo justificó con la muy alemana frase “aquel que tortura a un animal hiere los sentimientos del pueblo alemán”. Goering empezó a disfrutar de su nuevo estatus construyéndose un palacio en Berlín y otro a las afueras, al que llamó Carinhall en memoria de su difunta y que usaba para recepciones oficiales y visitas. Era un pastiche kitsch de fantasías medievalistas alemanas (tan alemán, de hecho, que incluía un circuito de locomotoras de juguetes de veinte metros en el ático). El embajador inglés reportó a Londres como Goering había intentado mostrarle con orgullo cómo se apareaban sus bisontes, pero el macho “tras ojear tristemente a las hembras, intento volver a la caja”. También se trajo el cuerpo de Carin a una cripta construida exprofeso para ella, y con un sitio reservado para él. Como una cosa no quita la otra, al año de morir Carin ya estaba liado con otra: Emma Sonnemann, una actriz apolítica que se convirtió en la Primera Dama del nazismo. Porque Hitler, una vez pasadas las purgas, volvió a lo que más le gustaba: la vida de bohemio, con tertulias hasta la madrugada donde pontificar durante horas y horas sobre sus mierdas conspiranoicas. El día a día se lo iba dejando a sus subordinados, con Goering asumiendo gran parte de las tareas representativas, viajes diplomáticos y cosas similares, para lo que Sonnemann le venía muy bien. En 1935 se casaron. Cosa curiosa entre la recua de gentuza que era el Partido Nazi: Goering parece haberles sido fiel a sus dos esposas. Sostienen los autores que, pese a las apariencias, en realidad todos estos ascensos le hicieron más vulnerable: ahora tenía algo que perder. De ahí su sumisión a Hitler, que continuó incluso pasadas las purgas, y que incluyó su asunción del antisemitismo que era la línea oficial del partido. Al contrario que Goebbels (que lo abrazó por su admiración de Hitler) y Hitler o Himmler (que lo traían de casa), Goering parece haberlo asumido por mero tacticismo, y de manera moderada. Intercedió por algunos judíos, y se emperró en nombrar a un protegido medio judío, Erhard Milch, como secretario de estado (aunque para esto fue necesario que la madre de Milch firmara una declaración jurada diciendo que Milch era fruto de una relación extramarital – ¡con el tío de ella!). También se cabreó con la Noche de los Cristales Rotos – ¡porque se destruía patrimonio alemán y tendrían que pagarlo aseguradoras alemanas! (Esto lo resolvió haciendo que las aseguradoras pagaran los daños al Estado.) E intentó evitar la deportación de aquellos judíos que trabajaban en las industrias armamentísticas (aunque evidentemente no lo hizo por razones humanitarias). En 1946 intentó jugar esa carta, “en realidad yo era una fuerza moderadora dentro del régimen”, pero como ministro de economía fue quien implementó todas las medidas para excluir a los judíos de la vida económica y social. Y la moderación también era táctica: Goering sabía la mala imagen que daban los pogromos de las SA en el extranjero, y como cara institucional del régimen no le convenían. En 1941 le encargó por escrito a Heydrich encargarse de “encontrar una solución final a la Cuestión Judía” – ¡y todavía argumentó que no sabía lo que pasó! Todo esto vino acompañado de una corrupción desbocada: pronto se supo que Goering aceptaba encantado todo tipo de “regalos” y “atenciones”, que necesitaba para su cada vez más rimbombante tren de vida, y sin separar demasiado bien entre el cargo y lo personal. Para él, era el estilo de vida que había conocido de niño y al que creía tener un derecho natural de nacimiento, que le había sido arrebatado por los _Novemberverbrecher_. Así que para él todo estaba plenamente justificado. En esta época empezó a manifestarse su problema glandular: llegó a pesar 130 kilos, aunque de diario solía contentarse con comer un bocata con una cerveza en el despacho. Periódicamente intentaba hacer ejercicio para perder peso, por ejemplo, marchando por los bosques o jugando al tenis (el otro jugador tenía instrucciones de enviar la pelota justo a donde estuviera Goering). Trabajaba bastante, al menos los primeros años, y de forma más o menos eficaz pese a sus escasos conocimientos. Le gustaba asumir tareas nuevas hasta que le empezaban a aburrir los detalles técnicos, momento en que delegaba en subordinados competentes. En octubre de 1936, llegó un nuevo ascenso: Hitler le nombra responsable del Plan Cuatrienal para tener una economía de guerra para 1940. Asume el cargo con alegría, pese a sus nulos conocimientos, y claro, en seguida choca con el ministro de economía Hjalmar Schacht. Hitler intenta mantener a ambos, pero secretamente está con Goering: va a haber guerra, y hay que estar armado hasta los dientes para ganarla, y al diablo con el “sentido común” económico. Schacht a los pocos meses tira la toalla (aunque permanecerá como presidente del banco central) y Hitler lo sustituye con su gordo favorito. Goering, todo fineza, se va a su nuevo ministerio, mira el despacho de Schacht, exclama “como va a tener alguien pensamientos grandes en un despacho tan chico”, y a continuación llama por teléfono a Schacht para decirle riendo “¡estoy sentado en su silla!” (No volverían a verse en persona hasta ocho años después, en el banquillo de los acusados). Decía abiertamente que su programa era cambiar mantequilla por cañones: “¿qué hace la mantequilla sino engordarnos? ¡Jajaja!” Se presentó como la cara amable, jovial, ¡incluso campechana! del Tercer Reich. Visitó varias veces a Mussollini, preparando el Pacto de Acero y el _nihil obstat_ italiano al _Anschluss_. Pero no colaba en todas partes: intentó ser el representante alemán en la coronación del rey Jorge VI, pero una parlamentaria laborista montó tal pollo que el gobierno le negó la invitación. Goering intentó asistir por las bravas, volando sin más a Londres, pero allí le recibió Ribbentrop, a la sazón embajador alemán, diciendo que aquello era una mala idea, y tras una noche en la embajada Goering se volvió sin que se filtrara su visita. Y en verano de 1939, volviendo de unas vacaciones en Trípoli, iba camino de España para entrevistarse con Franco – y a la vista de Valencia, la entrevista se canceló. Pronto, Goering solo tenía odio para Ribbentrop. Falangismo Gordo. De hecho, para los autores, todo el periodo 1938-1940 está marcado por esa enemistad: Ribbentrop empuja a Hitler a ponerse farruco con los Sudetes y con el Corredor Polaco, y Goering se empeña en ser el “moderado” – por miedo a perder todo lo que tiene. Al contrario que Hitler, que se movía por “idealismo”, Goering estaba en esto para forrarse, y ahora que era uno de los hombres más ricos y poderosos de Europa, no quería arriesgar. Cuando la guerra finalmente estalló, su reacción fue: “si perdemos la guerra, que Dios se apiade de nosotros”. La moderación de Goering, en todo caso (y como todo lo que los ni-de-izquierdas-ni-de-derechas señalan de “bueno” en los nazis), solo se aplica a “los buenos”. “Sentimental con los suyos, pero insensible con los demás”, le describió un médico. Cuando Hitler le encarga la dirección de la explotación económica de los territorios soviéticos conquistados (dos meses antes de la invasión), Goering firmará unas directrices tan despiadadas que los fiscales en Núremberg no tuvieron ni que hacer interpretaciones: > Dio detalladas instrucciones para el saqueo de Rusia en un memorando emitido el 2 de mayo que comenzaba diciendo: “la guerra pide ser continuada solo si todas las fuerzas armadas son alimentadas por Rusia en el tercer año de la guerra. No hay duda de que millones morirán de hambre si tomamos lo que necesitamos del país.” […] > > Un informe de alto secreto del 23 de mayo decía: “muchas decenas de millones de personas en esa área se convertirán [en superfluas] y morirán o tendrán que emigrar a Siberia. Cualquier intento de salvar a la población local de la muerte por inanición mediante la importación de excedentes procedentes de las tierras negras sería a coste de suministros para Europa. Reduciría la resistencia alemana…” > > [Goering] añadió, según Ciano [en una visita a Italia]: > > “No podemos preocuparnos desmedidamente por el hambre de los griegos. Es una desgracia que golpeará a muchos pueblos aparte del suyo. […] Este año morirán de hambre en Rusia entre veinte y treinta millones de personas. Quizás esté bien que pase, porque algunas naciones merecen ser diezmadas. Pero, aunque no lo merecieran, no se puede hacer nada al respecto. Es obvio que, si la Humanidad está condenada a morir de hambre, los últimos en hacerlo han de ser nuestros dos pueblos.” > > […] > > El 6 de agosto de 1942, Goering presidió una conferencia para los comisarios de los territorios ocupados […] “Dios sabe que no se les envió a trabajar por el bienestar de las poblaciones sino a exprimirlas todo lo posible para que el pueblo alemán viva… me da lo mismo que me cuenten que sus pueblos se mueren de hambre.” ¿Y la morfina? Bien, gracias. Seguía enganchado, pero cada año se sometía a un tratamiento de desintoxicación, consistente en quitarse del todo y evitar el mono físico mediante un cócktail de opiáceos que le dejaba en una especie de coma inducido durante varios días. Funcionaba… pero solo por un tiempo, y recaía. A partir de 1939, entre el exceso de trabajo y la tensión prebélica, su salud se resintió cada vez más. La gente creía que era una diabetes, pero era un colapso general de su salud: flemones que tardaban eternidades en curarse, y un problema glandular cada vez más severo. **La Guerra** Cuando estalla la guerra, Goering está disgustado, pero pone a la _Luftwaffe_ al servicio de Hitler, y en estos primeros compases su aportación es decisiva: arrasa con la –escasa- fuerza aérea polaca, lleva tropas a todos los puertos y aeródromos de Noruega (Dinamarca se rinde sin lucha, pero aun así Goering ordena sobrevolar Copenhague en vuelo rasante), y en la campaña contra Francia se encarga de llevar a los paracaidistas a los puntos clave en Países Bajos y Bélgica para abrir el camino. También fue responsable del bombardeo masivo de Rotterdam cuando la ciudad estaba negociando su rendición, y anunció que fusilaría a cinco aviadores franceses por cada aviador alemán ejecutado. Marchando dos de moderación y uno de campechanía. La primera cagada es en Dunquerque: rodeado el Cuerpo Expedicionario, los panzers se detienen porque –según los autores- Goering promete que la _Luftwaffe_ acabará con la resistencia desde el aire (y porque Hitler no quería darles este triunfo a los aristocráticos generales del _Heer_). La cosa se frustra por una combinación de evacuación exprés y mal tiempo, pero Hitler parece haber dicho “no hay mal que por bien no venga, ahora podremos negociar una paz con los británicos”, y Goering se ganó su titulillo rimbombante en la fiesta posterior: _Reichsmarschall_ , y un señalamiento informal como su sucesor. Pero Gran Bretaña no se rinde, y entonces llega la duda: invadir o sitiarlos. Y mientras se decide, Goering comienza la Batalla de Inglaterra, su intento de lograr la superioridad aérea necesaria para lanzar una invasión marina (o así lo vendió, pero en su fuero interno parece haber creído que la _Luftwaffe_ solita podía forzar una rendición británica). La Batalla en sí, la _Luftwaffe_ no tenía muchas papeletas para ganarlas – pero ni siquiera lograron jugarlas bien. Empezaron bien, bombardeando aeródromos e industrias vitales, pero un solitario raid británico sobre Berlín hizo que a Hitler se le pelara el cable, y la _Luftwaffe_ se pasó a bombardear Londres, permitiendo a la RAF recuperarse. Además, los bombarderos alemanes no tenían buena protección por parte de los cazas, y los británicos también usaron el respiro para bombardear puertos franceses y lo que quedaba de la _Kriegsmarine_ , haciendo imposible León Marino. Pero Goering estaba cegado por su desprecio de la Marina (dijo que “para lo único para lo que necesitaré a la Marina será para tener estaciones meteorológicas submarinas en el Atlántico”), e insistió en hacerlo todo solo. Como escribió un historiador, “la _Luftwaffe_ fue moldeada por aviadores que eran soldados aficionados, y soldados que eran aviadores aficionados”. A partir de aquí empieza el declive de la _Luftwaffe_ , la cual fue muy eficiente mientras pudo concentrar sus fuerzas en objetivos razonables, pero desde ahora Hitler la va a dispersar en más y más frentes, con Goering subyugado e incapaz de oponerse. Cuando Hitler plantea Barbarroja, Goering es escéptico. Prefiere acabar primero con Gran Bretaña mediante un ataque al sur: por España para conquistar Gibraltar y saltar a Marruecos y Argelia, por Italia para tomar Malta y Túnez, y por los Balcanes hasta el Canal de Suez. Y cerrado el Mediterráneo, convencerlos de firmar una paz para ir juntos contra los soviéticos, ¡si lo estáis deseando! (Y lo estaban, pero Churchill nos salvó a todos con una megalomanía similar y la creencia que el Imperio Británico sobreviviría sin problemas a la guerra y ganaría a todos al final.) Finalmente traga con los planes de Hitler y manda parte de la flota al este, donde es muy eficaz durante los primeros compases, pero luego pierde pronto la superioridad, especialmente en invierno. Según la Luftwaffe deja de ser una herramienta estratégica (si es que alguna vez lo fue), Goering la abandona para centrarse más y más en su tarea como responsable económico del _Reich_ , mientras Hitler le exige que sature Inglaterra de bombas. Los subordinados de Goering, gente como Galland, Milch y Bodenschatz, le apremian a cambiar la producción de aviones para producir cuatro cazas por cada bombardero, pero Goering sale de las reuniones con Hitler llorando, diciendo que ha perdido la confianza del Führer, y que no puede decirle que no a sus deseos. Por eso el primer avión a reacción que podría haber equilibrado de nuevo la guerra aérea, el Me-262, no llega a explotarse: Hitler lo quiere como caza-bombardero. Y para cuando cede (y no por presión de Goering, sino de Himmler) y empieza la producción en serie, Hitler desvía recursos a la fabricación de la V2. El _coup de grâce_ llega en Stalingrado: Goering promete que abastecerá al sitiado Sexto Ejército, pero sus aviones apenas logran cubrir un 15% de las necesidades. Goering, que hasta entonces había tenido la atención y el oído de Hitler, los pierde del todo, y se produce el ascenso de Goebbels durante los dos últimos años de la guerra, nombrado Plenipotenciario del Reich para la Guerra Total. Pues nada, que la he liado parda. Según los autores, Goebbels al principio cuenta con Goering para una especie de triunvirato Goebbels-Goering-Speer (cosas de 1962: para los autores, Albert Speer “se convertiría en un antinazi convencido”) que se imponga al actual triunvirato Bormann-Lammers-Keitel que según él tiene confundido al Führer. Pero a los pocos meses se da cuenta de que Goering no le sirve: ya ha caído en la decadencia final. Goering incluso evita reuniones del Estado Mayor para que Hitler no le cante las cuarenta, se refugia en Carinhall, y cuando tiene entrevistas con alguien no es raro que saque un tarrito con diamantes y empiece a jugar con ellos, clasificándolos y contándolos mientras le informan de cómo todo se va al carajo. Faltan hombres en todas partes, pero Goering se monta una guardia pretoriana con hombres de la _Luftwaffe_ para los que faltan aviones, y se niega a mandarlos al este, donde esos generales reaccionarios igual los mandan a misa. Faltan recursos, pero Goering insiste en seguir ampliando Carinhall (total, para dinamitarlo al final de la guerra y que no caiga en manos de los rusos), donde sueña con edificar la Galería de Arte Hermann Goering, la más grande del Reich, por encima incluso de la que planea Hitler en Linz. Juega a ser el mecenas del Tercer Reich mientras todo se hunde. En las semanas finales, se forman nuevas alianzas: Hitler, Goebbels y Martin Bormann (aunque estos dos se odian a muerte) quieren luchar a ultranza y hasta el final; Goering, Speer y Himmler (aunque este prefiere no acercarse a los otros dos) quieren negociar. Goering evidentemente no quiere perder sus privilegios, y quizás cree que logrará su papel en la Historia poniendo a los Aliados occidentales de su parte en una guerra contra los soviéticos. Insiste varias veces que él podría solucionarlo todo “de hombre a hombre” con Dwight Eisenhower. SPOILER: nunca le vio en persona. La última vez que ve a Hitler es el 20 de abril de 1945, con motivo del cumpleaños de este. Se dan la mano, y Goering sale pitando para el sur de Alemania. Allí espera a que Hitler haga lo que ha anunciado (suicidarse), y así le toque a él ser el Führer en lugar del Führer. Pero pasan los días, la noticia no llega, y Goering se autoconvence de que Bormann le ha comido el tarro a Hitler, será nombrado sucesor y acabará con él. Por eso manda un mensaje super-super-respetuoso (dadas las circunstancias) en el que pregunta si el decreto que le nombraba sucesor sigue en pie. Bormann se lo presenta a Hitler como “el gordo este nos quiere traicionar”, y logra su objetivo: en su testamento político, Hitler aúna en una misma frase su suicidio y su desprecio por Goering: > “antes de mi muerte”, dictó a su secretario, “expulso al antiguo mariscal del Reich Hermann Goering del partido y le retiro todos los derechos que le fueron concedidos por el decreto del 29 de junio de 1941 […] Goering y Himmler, por sus negociaciones secretas con el enemigo sin conocimiento o aprobación, y por sus intentos ilegales de hacerse con el poder del Estado, aparte de su traición a mi persona, han traído una vergüenza irreparable sobre este país y todo su pueblo”. Goering es detenido por las SS, pero ya todo se está derrumbando, nadie quiere obedecer órdenes verbales, y en la confusión los subordinados de Goering logran sacarle. Para entonces los americanos ya están cerca, y pronto pillan a Goering: su enorme séquito de varios coches estaba metido en un atasco. Aún creía que le iban a llevar con Eisenhower y les contaba chistes a los soldados aliados. **El juicio** Tras un par de meses en cautiverio, examinaciones por psicólogos, una buena dieta (pierde casi 30 kilos) y un programa de desintoxicación, ya está presentable y se lo llevan a Núremberg. Es el nazi de más alto rango en los juicios, y pretende dirigir a los otros acusados, que sin embargo pasan de él. Se vanagloria abiertamente de ser el número dos del régimen desde al menos 1934. Ni se inmuta con las pruebas del Holocausto que se presentan. Admite que se cometieron excesos, pero que la culpa era de Himmler y Heydrich (aunque añade que bueno, la presencia de los judíos en Alemania era un poco excesiva y algo había que hacer, _sabeh_). Se lee las 24000 palabras de la acusación (unas tres veces este artículo), pero les dice a todos que sabe perfectamente que le van a condenar y colgar, que solo aspira a limpiar el nombre del pueblo alemán y ser recordado, porque “en 50 y 60 años habrá estatuas de Hermann Goering por toda Alemania”. Ah, y que él sí hubiese ganado la guerra porque habría ido a África atravesando España en 1940, con (o sin) el consentimiento de Franco, mientras que Hitler creía que podía ganar ¡sin Franco y sin España!, el muy iluso. “¡¡No Frranco no parraisso!!” Pero su plan para montar un juicio mediático se truncó por la duración: 218 días no hay reportaje que lo cubra ni público que lo lea. Para cuando empezaron a llegar las sentencias, la gente ya estaba a otras cosas. Las principales pruebas, pues los documentos que él mismo había escrito. Le acusaron también del asesinato de prisioneros británicos huidos y recapturados (se escudó en que en ese momento estaba de baja médica y que no sabía nada – de hecho, lo llamó “el incidente más grave de toda la guerra”, se ve que el Holocausto no le pareció tan mal). Y cuando salía algo que simplemente no podía negar, su excusa (y de todos los demás) era que a Hitler no se le podía replicar nada porque te mandaba a la Gestapo. Y que aceptó ese liderazgo absoluto porque, por sus peculiaridades sociales e históricas, era la única forma política aceptable, posible y necesaria para Alemania. Bueno, y para otros: > El principio de liderazgo, añadió, era también la base tanto de la Iglesia Católica como del gobierno de la Unión Soviética. En un par de ocasiones su defensa fue lo bastante hábil para sacar de sus casillas al fiscal americano. Pero el fiscal inglés logró demostrar que, mientras Goering trataba con Dahlerus para evitar supuestamente la guerra en 1939, también aceleraba preparativos y conocía las intenciones de Hitler de ir a la guerra sí o sí, pero preferiblemente con Polonia aislada, para lo cual debía servir la misión de Dahlerus, sembrando discordia entre los británicos. Goering, que había presentado aquello como la prueba de que él era El Moderado, quedó retratado como un maquiavélico belicista. Peor aún: su caso había sido el primero en presentarse, y los subsiguientes 22 acusados no dudaron en echar mierda sobre él durante cinco meses para descargarse ellos. Mierda de todo tipo, pero especialmente juicios de valor bastante consistentes: vago, vanidoso, vengativo, incapaz, interesado solo en el lujo y la ostentación… Comentario real de Goering: “mi comportamiento en mi propia casa es asunto mío. ¡Y de todas formas no usé pintalabios!” En las actas de las reuniones posteriores a la Noche de los Cristales Rotos incluso se encontró un comentario suyo a Heydrich diciendo que prefería que hubieran matado a 200 judíos en vez de causar tanto daño material (“lo dije en un momento de mal genio y nerviosismo”). Los fiscales no se anduvieron con medias tintas: argumentaron que declarar no culpables a los acusados, todos ellos la élite del _Reich_ , y en particular al número dos del régimen, era lo mismo que declarar que no hubo ni guerra, ni matanzas, ni crímenes. El 1 de octubre de 1946, fue condenado a morir en la horca. Franz von Papen, en cambio, el mayor pagafantas del siglo, fue absuelto. Goering le mandó un mensaje “me alegro por usted”. Goering le había salvado la vida a von Papen durante el Röhm-Putsch al mantenerle recluido en su ministerio, mientras los hombres de las SS se cargaban a la mitad de su equipo. A pesar de eso, von Papen aceptó posteriormente ser embajador en Austria y fue parte esencial del Anschluss. Deberían haberle ahorcado por imbécil. Denegada su petición de ser fusilado, pidió la extremaunción. Se le denegó porque no había mostrado ningún arrepentimiento, y unas horas antes de la ejecución, el 15 de octubre, se tragó un vial con veneno que le causó una muerte lenta y dolorosa. **Valoración** Pues lo que tufaba desde el principio: esto no es un libro de historia, es un libro de periodismo. Con los malos vicios que conocemos: “esta fuente tengo, pues esta fuente uso”. Como los autores lograron entrevistar a su valet de chambre, a su contable y a su tratante de arte, hay una atención desmedida a las prendas, gastos y costumbres de Goering. También a Austria y a su “conquista telefónica”, con Goering gestionándolo todo telefónicamente desde Berlín, y sobre todo a las negociaciones de última hora de Goering y Birger Dahlerus para evitar un estallido bélico en el verano de 1939. Y un capítulo entero dedicado a su mecenazgo del arte (vulgo: robar por toda la Europa nazi como si no hubiese un mañana). Cosa que no es necesariamente mala, y tiene su valor como fuente primaria para historiadores futuros, pero lastra el libro. En cambio, hay muy poco sobre lo que debería ser un tema fascinante y un pilar, si es que no el eje principal, de cualquier biografía del interfecto: la construcción, desde casi cero y en apenas seis años, de una fuerza aérea de primer nivel (y su nefasta gestión bélica hasta convertirla en la primera rama de la Wehrmacht en ser inutilizada). El mejor párrafo al respecto del libro ni siquiera es de los autores, sino una cita de un historiador de la RAF, Denis Richards: > Su cordialidad, aspecto de bucanero y su encanto le habían servido bien durante los años de preparativos prebélicos y hasta el momento en que el ejército alemán se abrió camino con demasiada facilidad a través de los Países Bajos y Francia. Pero tan pronto como el ejército alemán llegó al Canal y se entró en una nueva fase de la guerra para la cual no había habido ensayos previos, sus imperfecciones como comandante se hicieron evidentes. En el mismísimo principio de la Batalla de Inglaterra detuvo, casi tan pronto como habían empezado, los ataques alemanes contra nuestras estaciones costeras de radar… ataques que de haber continuado bien pudieran haber sido decisivos para la guerra. Unas pocas semanas después tiró a la basura su segunda oportunidad. Abandonó su ataque contra nuestras estaciones de cazas de sector y en vez de eso se dedicó a bombardear Londres. Lo hizo bajo órdenes directas de Hitler, y aquí tenemos una de las claves de su debilidad como comandante: no presentó a Hitler ningún plan pensado ni consistente ni para el desarrollo de la fuerza aérea alemana ni para su empleo estratégico, sino que simplemente acataba las órdenes erráticas del Führer con una inclinación de cabeza. Y lo hizo aún a sabiendas de que eran un disparate. […] la Luftwaffe en 1940 poseía instrumentación de radio para realizar ataques nocturnos […] Demostró que era incapaz o bien de lanzar un ataque estratégico efectivo o de rechazar uno […] la ineptidud de Goering como dirigente de la Luftwaffe era casi celebre. Recibió los frutos del esfuerzo científico alemán, pero fracasaba a la hora de organizarlos […] Los autores apenas mencionan su influencia en el desarrollo de la _Luftwaffe_. La carencia de cazas y el énfasis en bombarderos hasta bien entrada la guerra solo se explican de pasada con que Hitler solo quería armas ofensivas y que Goering perrunamente le siguió pese a los desesperados avisos de sus subordinados. Al mismo tiempo la carencia de un bombardero estratégico capaz de volar largas misiones para atacar las industrias rusas en los Urales tampoco se explica. Que sí, que es una biografía, pero diría que el 90% de los que se leen una biografía de Goering quiere saber un poco más de la _Luftwaffe_ (incluyendo a cierto redactor cuyos amigos hacen el chiste “Ah, ¿te has reenganchado a la Luftwaffe?” cada vez que se corta el pelo). Y claro, la cosa de que el libro sea de 1962, con la segregación racial en EEUU y la descolonización aún en marcha, hace que los ocasionales comentarios de Goering de “ _solo hicimos con los judíos lo que los americanos hacen con los negros, solo queríamos en el este de Europa lo que Gran Bretaña tiene en África, las Grandes Praderas son el_ Lebensraum _yankee, ¿a qué viene ahora esta hipocresía?_ ” se pasen rápidamente por alto. Bueno, si nos ponemos estrictos, hoy en día siguen pasándose por alto por parte del _mainstream_ , que nos asegura que los Aliados eran “Buenos” sin mácula. Los únicos que tradicionalmente ponían énfasis en esto eran los _tankies_ , para dejar claro que los buenos eran los soviéticos… aunque últimamente el Extremo Centro ya está asomando la patita (por ahora solo en las secciones de comentarios, pero ya sabemos que esa es la cantera del moderno intelectualismo de derechas) para dejar claro que los nazis, “en el contexto de su época”, tampoco eran tan MALOS, quizás incluso, sin llegar a ser BUENOS, un mal menor para acabar con los verdaderos MALOS. Apenas han empezado, así que como mínimo quedarán otros 50 o 60 años para que haya estatuas de Hermann Goering por toda Alemania, pero en ello están. Lo gracioso es que al final no le pondrán la estatua… por comunista. **Compartir:** Tweet
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December 25, 2025 at 10:04 AM
Para un día tan señaladamemte luminoso por el nacimiento de figuras históricas como Newton y otros, Carlos Jenal nos trae a @tootadynelpd.mastodon.social.ap.brid.gy la reseña de la biografía de un, no ya villano, sino directamente monstruo, Goering

www.lapaginadefinitiva.com/2025/12/25/g...
December 25, 2025 at 10:11 AM
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Retuit que hizo Javier Milei (tuit ya borrado) un 24 de diciembre. #Nochebuena #Navidad #Comunismo

Pero oye, no digas "felices fiestas".
December 25, 2025 at 8:46 AM
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"Feijóo ha explicado que fue él quien inició a las 19.59 horas el primer contacto con Mazón el día de la dana tras conocer, “por los medios de comunicación”, la gravedad de la situación en Valencia." POR LOS MEDIOS!! DESPUES DE AFIRMAR QUE ESTABA INFORMADO AL MINUTO POR EL PRESIDENTE. PUTO ASCO
December 24, 2025 at 5:28 PM
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BREIKIN NIUS!!!
December 24, 2025 at 1:36 PM
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US Imposes visa bans on Thierry Breton and other EU figures over tech regulation
US Imposes visa bans on Thierry Breton and other EU figures over tech regulation
In a bold escalation of transatlantic tensions over digital governance, the United States has denied ...
eualive.net
December 24, 2025 at 6:21 AM
🤣😂🤣😂🤣😂

> exTwitter/OpDeathEaters: The Epstein files on the DOJ website allow you to highlight the redacted text, copy it, and paste it into another document, which reveals what was hidden. You can also press Ctrl+F and search for “Trump ” (with a space) to see his name appear more than 600 times.
December 23, 2025 at 7:00 PM
Este tuit apuesto que va a envejecer mal, exactamente en 47 días
December 23, 2025 at 3:42 PM
El extremo-centro dejándose sodomizar por Orriols con tal de que fastidiar a Puchi
December 23, 2025 at 2:34 PM
Me ha hecho gracia un tuit de mal gusto hacia una persona. Eso sí, se ha ganado un bloqueo también 🤣
December 23, 2025 at 10:20 AM
Suena a estupidez. Si la AI es tan potente, ¿no sería mejor usar la AI para revisar todo el código, mejorar componentes críticos, crear tests para verificar futuros cambios y encontrar todas las vulnerabilidades así como proponer cambios que serían revisados?
December 23, 2025 at 9:39 AM
Entre la clase trabajadora, la mitad son hombres
> Vox ha crecido en todas partes, pero lo ha hecho proporcionalmente más en barrios de ingresos bajos. En 2023 era un partido que crecía con la renta. Ahora logra el mismo apoyo en barrios del tercio pobre y del rico, y su mejor resultado fue en los barrios del 10% más pobre
Así se desplomó el PSOE: por abstención, con fugas al PP y en barrios ricos y pobres
Los socialistas empeoraron su peor resultado histórico. Perdieron voto prácticamente en cada vecindario de Extremadura
elpais.com
December 23, 2025 at 8:51 AM
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán
Sánchez, a puerta cerrada en el PSOE tras la debacle en Extremadura: “Los votantes volverán en las generales”
El presidente se aferra a la estrategia de identificación de Feijóo y Abascal mientras otros dirigentes socialistas creen que el miedo a Vox “ya no funciona”
elpais.com
December 23, 2025 at 8:34 AM
Si no dice una estupidez al día, el veneno que genera lo mataría
December 22, 2025 at 9:40 PM
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Solo han tardado 23 años porque no se llama Begoña Gómez.
December 22, 2025 at 6:24 PM
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Hoy está en la oficina el que siempre viene a mi mesa a las 17:25 y me pregunta si me pilla mal.
Sí, me pillas mal porque me voy a las 17:30, gilipollas.
December 22, 2025 at 3:06 PM