Acabo de ver una foto de María Choc junto a Julia Esquivel. Dos voces que no tuvieron miedo al sistema podrido de guatemala. El río y la palabra, el volcán y la profecía. Ahí estaba el país que nos niegan. Ahí estaba la historia, mirándonos de frente.

Una intenta darle otra oportunidad al actual gobierno, tratando de comprender todas las trampas legales que les ha dejado un sistema rancio y corrupto. Pero tampoco se esfuerzan por defenderse con claridad. Deben manejar mejor sus crisis, porque su proyecto se está debilitando.

Tengo un dolor de garganta eterno porque mi voz se gasta cada día. En unos minutos, tendré ensayo para un concierto al que casi nadie llegará, porque el arte local se ahoga en la indiferencia. El rap, aún más, lo miran como un monstruo al que se le niega el derecho de ser música.

Guatemala me duele como una palabra sin voz, atrapada en la garganta del tiempo. El colonialismo dejó su peso en la carne, y la luz, cuando llega, solo dibuja las cicatrices que nunca sanan.