Lady Distopía
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✦⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀. · ✵ ✫ *. ⠀ོ ⠀ོ ⠀⠀⠀ ོ⠀✹⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ོ⠀⠀⠀ ⠀ོ⠀ོ .⠀ ⠀⠀ ོ⠀ ✫⠀ོ⠀⠀⠀ "Animales sueltos" con Espasa es Poesía Mi carta semanal: https://ladydistopia.substack.com
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Una pausa publicitaria para recordaros que si no os compráis mi libro, no me van a publicar otro. Y no queremos que ocurra ese desastre, ¿verdad? ¿VERDAD?
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📷 Found Image Holdings / Corbis
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A veces escucho todo tan a lo lejos que parece que estoy sumergida en el agua. Otras, todo me aprieta, me araña o me roza a contrapelo. Y luego están esos días en los que consigo mantenerme a flote y sonrío aliviada por la distancia de seguridad que va de mi piel hacia dentro.
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Akira Madreselva vivía secuestrada por un ruido que la atravesaba como un alfiler a un insecto que se queda sin vida sin parecerlo para que otros lo examinen y le den una narrativa falsa sobre su cuerpo o el tiempo que le queda. Frases congeladas que la iban pudriendo por dentro.
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📷 Autor desconocido. India, 1899
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Orlando Deleite encontró por fin sentido a su vida la mañana que entró en una tienda de decoración en busca de una mesita para el rincón de su habitación. Al ver aquel artefacto sufrió un despertar espiritual: a partir de ese momento, en sus ratos libres, sería mueble auxiliar.
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Miranda Pech era maestra de huidas eficaces y sus alumnas la adoraban. Aprendían a esfumarse de una forma tan sigilosa, que los demás profesores disfrutaban enormemente al ver cómo se desvanecían los cuerpos de las sillas en movimientos tan sutiles como aburridas eran sus clases.
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Cada día a esa hora pasaba una mujer por delante de su casa y después el portero aparecía con una carta nueva. Sus andares le recordaban a los de la profesora que le enseñó a leer, pero no la creía capaz de aquellas críticas tan crueles a los libros que tanto le costaba publicar.
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Orlando era seguramente el perro más tranquilo del mundo. Le habían ocurrido tantas desgracias que se le habían gastado los dueños, el ansia y la rabia. Así que, al despertar, deambulaba por las zonas más alborotadas para asegurarse desde primera hora de que aún no estaba muerto.
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A veces la vida te suelta un arañazo imposible de esquivar y cuando aún estás intentado entender el enfado del gato, vuelve y sacude el mantel sobre el que se sostiene todo tu mundo. Y te quedas quieto en esa postura imposible, viendo cómo la vida sigue pero solo para los demás.
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Anhelar algo tan grande que no eres capaz de nombrar. Como eso que solo te dan los paseos en invierno, con la cara helada y el cuerpo caliente por un abrigo de paño grueso cuyo peso parece que te ayuda a apretar más los pasos contra el suelo, protegida a medida que vas avanzando.
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Delilah Belvedere salía cada noche a ventilarse y a estirarse la sombra, ya que en su apartamento, tan estrecho, se rompía por partes, desparramándose por mesillas de noche, cómodas, cuadros y demás enseres, como un desvencijado acordeón.
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Mira Rocket Worsley donaba con frecuencia a una famosa casa de subastas objetos falsos de momentos que no sucedieron a artistas tan venidos a menos que ya murieron. Como la manta en la posición exacta en que Duke Ellington la dejó tras echarse una siesta en un motel de Pensacola.