Fuentes:

Mañas, A. (2018). Gladiadores. El gran espectáculo de Roma. Editorial Ariel 📚

Imágenes de recreación de Lucius Spiculus y Jesús Burgo 📸

Séneca criticó en su época que en los ludi practicaban su ‘’vicio’’ sin ser molestados.

Para muchos homosexuales "pasivos" (effeminati o cinaedi) de la época, convertirse en gladiador era la única salida para librarse de la presión social y familiar y poder ser ellos mismos.

Los tunicati de los que tenemos constancia fueron reciarios y se les conocía por retiarii tunicati. Vivían en una zona apartada del ludus, pues los gladiadores heterosexuales preferían no mezclarse con ellos. En estas zonas es probable que mantuviesen sexo entre ellos.

¿Había homosexuales en los ludus?

Sí, y si eran afeminados salían a la arena vestidos con túnica y no a pecho descubierto. Esto era para distinguirlos de los demás como effeminati, pues la túnica larga se consideraba femenina.

Este tipo de combatiente era despreciado por su técnica de rehuir del adversario, cansarlo o atraparlo a distancia con la red.

La mayoría de gladiadores eran hombres de entre veinte y treinta años. Se entrenaban en un ludus, una escuela especializada de gladiadores. Eran considerados infames, escoria social, y dentro de esta escoria el que estaba en el último escalón era el reciario.

La importancia de la ‘’falta de virilidad’’ era tal que el Estado prohibió los espectáculos de ópera por considerarlos poco viriles.

Ser el dominante en la relación otorgaba virilidad, masculinidad. Los hombres ‘’pasivos’’ eran despreciados por la comunidad y tratados de impudicus.

Si un soldado era descubierto manteniendo relaciones homosexuales de forma pasiva, era expulsado del ejército.

De Tord, G. (2017). Maldiciones y dedicatorias en el occidente mediterráneo: epigrafía local sobre láminas metálicas. Universidad de Zaragoza 📚

Ilustración de portada de Alice Sherykova 🖌️

Fuentes:

Ramírez, B. (2006). El pensamiento antiguo y la magia en el mundo romano: El ritual de negromancia en la Farsalia de Lucano. Revista Eúphoros 📚

Si hacía falta matar a niños, las magas no dudaban en hacerlo. Horacio en sus Epodos pone el ejemplo de una maga que tuvo a un niño sin comer hasta morir para poder usar su hígado en un filtro amoroso.

“De igual modo, con un tajo en el vientre y no por donde la naturaleza lo demandaba, extrae el feto para colocarlo en las aras llameantes, y cada vez que tiene necesidad de sombras crueles y poderosas, ella misma se procura los manes”.

En otras ocasiones, dependiendo del maleficio y los ingredientes que requerían, necesitaban sangre fresca. Si era necesario, mataban. Algunas prostitutas se ofrecían voluntarias para realizarse abortos y vender los fetos a las brujas, que los usaban en sus sacrificios.

Tenían preferencia por las víctimas de muertes violentas o de ejecuciones. Si era necesario, para arrancar la carne, Ericto usaba sus largas y afiladas uñas, y hasta los dientes. Las mejores partes eran la nariz, las orejas, los globos oculares, el mentón y la lengua.

Las menos violentas, usaban las sobras de los carniceros o los restos de animales abandonados por los carroñeros. Otros afirmaban que las brujas Canidia y Sagana recogían huesos, uñas y piel de los cementerios.

Para sus rituales de magia negra, ofrecían sacrificios a los dioses infernales. Muchas veces se las veía de noche, entre las tumbas y en las sombras, buscando partes humanas de los cadáveres frescos o a medio quemar en las piras funerarias.

Las brujas y magas más poderosas y temidas eran las que provenían de la región griega de Tesalia, de donde era Ericto, de la que se decía que ‘’con respirar vuelve letal el aire’’.