“No tenía intención de hacer gran cosa.
Relajarme, principalmente.”

Una de sus cejas se elevaron al ver la forma en la que la observaba.
Pero por el momento no diría nada al respecto.

“No es algo que pueda elegir, tengo que seguir trabajando.”

Se le puso la piel de gallina en cuanto aquella pomada hizo contacto con su piel.
Dejó escapar un nuevo suspiro, tratando de relajarse una vez más.

Una de sus cejas se elevó al sentir ese beso.
Pues su último masajista se había tomado esas confianzas.

“Demasiado, sí.”

No solo tenía la espalda cargada, sino también disponía de muchas cicatrices antiguas, nuevas y algunas heridas que todavía estaban sanando.

“Me puedo cuidar sola, cariño.”

Emitió una risa gentil, dedicándole una sonrisa de similares características, pero dulce.

Acercó la copa hacia sus labios para dar un trago.

“Pero te lo diré en cuanto regrese.”

“Por el momento puedes seguir dándome el masaje.”

Emitió un nuevo suspiro.
Debía de decir que, al menos, tenía buenas manos, o bien sabía lo que estaba haciendo, lo cual también agradecía.

“Tengo la espalda un poco… tensa.”

Si solo fuera eso…

Estiró su mano únicamente para apartar el cabello d dicha zona y que así pudiera maniobrar de una manera más efectiva.

“Algo mejor, sí…”

Emitió una risilla, negando sutilmente con la cabeza.

“Me temo que mañana no puedo, cielo. Tengo una expedición. Pero… cuando vuelva, prometo llevarte a una isla bien soleada, ¿hm? Te avisaré para que puedas coger las vacaciones.”

Emitió un suspiro satisfactorio.
Relajándose casi instantamente.

Cerró los ojos, incluso, dejando sus brazos sueltos a cada lado de aquel sofá tan cómodo.

Pues venga, irá quitándose la parte superior para tumbarse.

Le dejaré el dinero sobre la mesa, creyéndose que es uno de sus masajistas.

¿Acaso se quiere dar como voluntario?

“Pero eso no está lleno de zombies, cariño. Sino de lugares peligrosos, llenos de precipicios, salvajes, espíritus, maldiciones…”

Negó con la cabeza.

“Si quieres venir conmigo, acepto tu compañía, menos en esos sitios, querido.”

“No necesito guardaespaldas, cariño. Y mucho menos tener que cuidar de alguien en mis expediciones.”

Negó con la cabeza, acercándose la copa a los labios para dar un sorbo breve.

“Pero aún así agradezco la intención.”

“Mi trabajo no es algo que se debería de buscar, cielo. A menos que n pestes insinuando que quieras venir conmigo.”

Una de sus cejas se elevaron con curiosidad.

“Pero debería de tomar vacaciones, sí.”

“De momento podría decirse que sí.”

Encogió los hombros de manera breve, dejando la copa de vino a su alcance.

“Nada interesante. Papeleos e investigaciones.”