82. Podrías hacer de esto algo bonito, Maggie Smith (como dice ella, la otra).
Me daba la pereza de la vida y me ha sorprendido para bien. Cuando algo dispara la crisis en el matrimonio, se inicia un proceso de revelación de la realidad en la que está inmersa. De la que era consciente pero no.

81. Thérèse Desqueyroux, Françoise Mauriac.
Con ecos a M Bovary, denuncia del corsé social que se impone a las familias, víctimas de sus propias y estrictas convenciones. Sale, claro, peor parada una mujer con inquietudes intelectuales. Pero me cojean varios personajes, especialmente la prota.

Tiene una adaptación al cine majísima con los sospechosos habituales

80. Madrid, 1984. Arturo Lezcano.
Perfecto retrato de un Madrid cambiante, de unos pocos meses que concentraron todo: luchad vecinales, barrios en desarrollo, droga, corrupción policial, música (la movida y la no), terrorismo, accidentes catastróficos.
Muy muy recomendable.

79. La tía Tula, Unamuno.
Me pasa con Unamuno que no me entusiasma, que sus novelas me parecen "poco" novelas. Dentro de eso y de que me parece algo histriónico todo en general (personajes, historia...) le reconozco el estudio de la situación de las mujeres en el matrimonio y la maternidad.

78. A mí no me ha pasado nada, Ana Marcos.
El tremendo trabajo periodístico que hay detrás del caso Carlos Vermut y la normalización de los abusos sexuales hasta el punto en que, en muchas ocasiones, cuesta hasta reconocerlos por las mujeres que los sufre/sufrimos.

77. Lo que yo llamo olvido, Laurent Mauvignier.
Absorbente relato, en una sola frase de principio a fin, al hermano de un asesinado a golpes por la seguridad de un supermercado.
Mi primera lectura del reciente ganador del Goncourt (se ha quedado finalista Carrère, ojo) y no será la última.

76. Estuve aquí y me acordé de nosotros, Anna Pacheco.
Ensayo cortito y muy interesante sobre la fiebre de viajar. La asociación de vacaciones con viaje, lo frenético de ese círculo y los efectos en el mundo laboral. La conciencia sobre nosotros mismos y el valor que percibimos nos añade el viaje.

75. Nunca nos contamos lo qué pasó.
El fondo, la memoria histórica situada en la búsqueda y apertura de una fosa común, impecable, interesantísima y conmovedora.
El novelado, fú. Personajes, diálogos y hasta los clichés, excesivamente básicos.

Este lumbreras ha conseguido de una hacer las dos peores cosas que puedes hacer ante el juez:
1. Vacilarle con chorradas: mal, el juez te la va a devolver más gorda SIEMPRE.
2. Amenazar con fugarte: ¿EN SERIO?

74. Dime una adivinanza de
Tillie Olsen es un clásico americano con 4 relatos como 4 puñetazos sobre una realidad, la de su época, calcada a la actual: conciliación, redes, envejecimiento, racismo... Me ha impresionado especialmente el 1° (Aquí estoy, planchando) sobre lo oscuro de la maternidad.

73. La edad de la inocencia.
Wharton es siempre buenísima idea. En este caso por la capacidad de transmitirnos una sociedad tan cerrada, encorsetada, asfixiante, en la que nadie puede escapar a la hipervigilancia de cada nimiedad y que condiciona todas las vidas. Especialmente a las mujeres, claro.

72. Calle Londres 38. Philippe Sands.
Apasionante investigación del proceso que se inició en España para procesar a Pinochet las conexiones de su gobierno con nazis fugados. La terrible Colonia Dignidad, las desapariciones y ejecuciones dentro y en otros países. La justicia universal y la inmunidad.

71. Tormento.
Cada vez que empiezo un libro de Galdós me sorprendo ¡Qué bien escribe este hombre! Tormento es un apasionante folletín amoroso que no se puede soltar de la intensidad que pilla desde la mitad. Con el especial humor de Galdós y con personajes cruzados de otras que crean un Madrid único

Tiene varias 🚩 de libro. Es que es el ciclo entero, joder: ninguneo/burla, negación de la burla, esto no me pasa con nadie más, te lo explico otra vez que no te enteras, eres tú quien tiene que disculparse y, para acabar, levanto la voz.
Es increíble el afán en desmentir lo obvio.

Y hacer que no entiende lo que Berna dice con "no sé si has dicho po-po-po o pe-pe-pe" para atacar "ah, pues si no sabes lo que he dicho, igual tienes que disculparte tú".
Es tan tan significativo de la clase de señor que es.