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Oscar Olg
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Descubre el poema epico "Cantar de los Hijos del Amanecer" en las imagenes 😀
Cuando la noche aún sangra en el horizonte y las estrellas son clavos en el ataúd del cielo, despiertan los hombres de barbas saladas con el sabor de la muerte en la boca. Sus manos—mapas de cicatrices salobres— empuñan los remos como espadas romanas; cada músculo es un arco tensado que cantará contra la furia del mar. ¡Salid, hijos de Neptuno y de la viuda! La lancha es un caballo de madera infernal que relincha contra las olas como acero contra acero, y el viento es un carcelero que azota con latigos de alga. Allí va Bartolomé "El Manco", que perdió su brazo derecho en la garganta de un tiburón, pero aún pelea con el izquierdo como un gladiador cristiano, sangrando versos de espuma y de valor. Allí va Juan "El Tuerto", con su ojo muerto clavado en el puente como una estrella, viendo más allá de los vivos— viendo las sirenas que cantan a los náufragos con voces de esposas que nunca volverán. El mar es un lobo de mil millones de dientes, un ogro que se traga soles y madres, pero ellos le hacen la guerra con redes de araña y corazones de granito y de sal. Cuando el sol nace—¡oh, nacer sangriento!— como una herida que se abre en el costado del mundo, ellos ya están en el centro del ring, boxeando contra el abismo con anzuelos de plata. Una ola es una montaña que se derrumba, una ola es una catedral que se derrumba, una ola es una madre que se derrumba, pero ellos están de pie en la boca del león, cantando himnos con voces de ron y de tempestad. ¡Capitán! ¡Capitán! ¡El temporal nos llama! Las velas son banderas de guerra en el viento, y el timón es una cruz que clavamos en el vientre del mar, mientras las sirenas cantan nuestros nombres como si fueran epitafios de espuma. Cuando regresan—si es que regresan— con el cuerpo tallado por las uñas del océano, con la mirada de quien ha visto a Dios y ha vuelto para contarnos que Dios está loco, el pueblo los espera en la playa como si esperara a Cristos de sal y de sol, y las mujeres lloran pero no de tristeza— lloran porque sus hombres han vuelto del infierno con el fuego en las venas y el corazón de coral. ¡Oh, pescadores! ¡Oh, héroes del alba! Vuestras historias no están escritas en libros sino en las cicatrices del puerto, en las redes que cuelgan como medallas de guerra, en los ojos de los niños que sueñan con monstruos y con padres que vuelven del abismo con el sol en los hombros y la muerte en los dientes. Y mañana, cuando la noche vuelva a sangrar, ellos partirán otra vez— no por el pan, no por el oro, sino porque el mar los llama con la voz de una madre que odia a sus hijos y los ama hasta el fin del mundo. Porque el pescador no es un hombre— es un puñal clavado en la garganta del océano, es una promesa rota que se rehace cada alba, es un poema que escribe Dios con tinta de tempestad y que nadie—nadie—podrá jamás terminar de leer.
September 28, 2025 at 6:54 AM Everybody can reply