Un libro al día
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Un blog sobre libros, escrito por gente a la que le apasionan los libros. Cada día, una nueva reseña. http://unlibroaldia.blogspot.com https://www.instagram.com/unlibroaldiaoficial/ https://www.facebook.com/Unlibroaldia
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Como mucha gente estos días, ULAD también ha decidido cerrar su cuenta en TwiXter en vista de los comportamientos y posicionamientos de su dueño, de las modificaciones en el algoritmo y del ambiente tóxico que se había creado en ella.
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Hoy en ULAD: Roberto Moso: Puto boomer
Roberto Moso: Puto boomer
Idioma original: castellano Año de publicación: 2024 Valoración: Se deja leer Roberto Moso, periodista, es más conocido (a nivel País Vasco, fuera de ahí casi nada) por haber sido el creador y frontman del grupo Zarama, uno de los precursores del llamado Rock Radikal vasco, aunque su música en realidad apenas podría calificarse como power pop. Pero en su momento tuvieron un cierto tirón entre los jóvenes que valoraban sonidos de cierta potencia interpretados en lengua vernácula, porque a decir verdad en ese terreno tampoco había mucho donde elegir. Sobre aquella aventura ya escribió en su día Moso un libro (Flores en la basura, 2004), y ahora se descuelga con este Puto boomer en el que se supone que nos hablará también de su trayectoria desde aquellos tiempos heroicos, su experiencia posterior o su perspectiva de pureta que ya ha rebasado con generosidad los sesenta.  Cuando algo se desplaza de lo que es una autobiografía hacia ese tipo de literatura nostálgica que quiere ser simpática, con un punto humorístico y otro tanto de melancólico, un poquito autoreivindicativa y con un barniz crítico pero condescendiente, cuando eso ocurre, digo, leer es como caminar sobre la arena ardiente hasta que consigues salir de la playa: te vas a quemar seguro. Quienes hemos tenido la pésima idea de leer Yo fui a E.G.B. sabemos a lo que uno se expone, recuerdos y más recuerdos con una lagrimilla asomando, que se intenta disimular (o hacer más patente, según) al envolverlos en una sonrisa complaciente. Las cenas de Navidad con los abuelos, marcas comerciales de la época, juegos en el descampado, el transistor con funda, y todo eso que nos puede venir a la cabeza. En el caso de Roberto, dado el momento y el entorno, aparte del mundo edulcorado de la infancia tiene su espacio algo del clásico repertorio urbano (los bares y los colegas, la heroína solo un pelín) y del específicamente vasco (las manifas, policía irrumpiendo en conciertos, detenciones). Como el libro no lleva un desarrollo cronológico del todo lineal, estas cuestiones, aunque tratadas con el mismo tono amistoso, sirven al menos de asidero para mantener el libro abierto. Hay también algunos pasajes de cierto interés en el campo musical, tanto respecto de Zarama como de algunos otros grupos locales de la época (RIP y Eskorbuto, claro está), y en relación a algunos de los favoritos del autor (Ramones, Lou Reed…)  Esto, junto con algún otro apartado con algo más de entidad (la mili y el suicidio de un recluta, lo más destacable), a duras penas consigue evitar la decepción total, porque se hace difícil mantener el tipo con el tono blandito y un poco bienqueda que utiliza Moso, aunque a veces diga follar, como pasando de puntillas o ignorando del todo los asuntos más espinosos (el azote de la droga, que seguramente conoció bien en su entorno, el fanatismo político que igualmente debió ver a su alrededor, el paro galopante, la desindustrialización y la falta de oportunidades) Los equilibrios no son generalmente fáciles. Hay quien cuenta su vida y lo hace bien, y es interesante o puede llegar a serlo. Pero hay también quien vomita autobiografías para vengarse de otros, y hay quien lo hace solo para vender. En el mundo de la música el género está especialmente maltratado, tal vez porque no abunda el talento literario, o porque las intenciones son casi siempre espurias. No creo que Roberto Moso haya tenido malas intenciones, simplemente ha querido contar cosas que quizá le son muy queridas o le parecen interesantes, y ha buscado ese equilibrio entre lo informativo, lo trascendente y lo simpático. No creo que se pueda decir que lo ha encontrado, aunque como casi siempre algo podremos encontrar entre sus páginas… poquito.
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Publicada la reseña, en @unlibroaldia.bsky.social , de «La servitud dels protocols» / «La servidumbre dels protocols», de @ingridguardiola.bsky.social Editado por Arcàdia en catalán y en castellano con traducción de Christina Zelich.

unlibroaldia.blogspot.com/2025/10/ingr...
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Hoy en ULAD: Íngrid Guardiola: La servidumbre de los protocolos
Íngrid Guardiola: La servidumbre de los protocolos
Idioma original: catalán Título original: La servitud dels protocols Traducción: Cristina Zelich en castellano para Arcàdia Año de publicación: 2025 Valoración: recomendable En los tiempos actuales donde la IA y las plataformas sobreocupan nuestras vidas, y a pesar de a ver leído últimamente no pocos ensayos sobre el tema, la publicación de este libro por parte de Íngrid Guardiola brindaba una buena oportunidad de conocer qué nos presentaba después de su más que interesante ensayo «El ojo y la navaja». Ya en su comienzo, la autora nos habla del protocolo y su significado, afirmando que «se trata de una pauta informática que permite que dos máquinas se comuniquen entre ellas, o una pauta humana que hace posible que un humano se comunique con otro humano a través de un dispositivo o un acuerdo». Así, «los protocolos pueden adoptar un carácter sociocultural (…) o constituir una obligación, tener un carácter normativo» lo cual, aplicándolo a términos prácticos, nos lleva a «un ensayo que parte de la pregunta sobre qué consecuencias tiene el hecho de automatizar cada vez más todas nuestras decisiones, relaciones, intercambios semióticos o afectos a través de dispositivos tecnológicos, pero también de la maquinaria administrativocultural que fomenta la rivalidad social, el rendimiento extremo y las dependencias de la tecnología y sus aplicaciones», de tal manera que «la servitud de los protocolos aborda la relación entre la tecnología y el cuerpo, los gestos y lenguajes con los cuales nos expresamos como individuos y como masa: pero, a la vez, habla de la necesidad de volver a desear». Visto el propósito del ensayo, Guardiola aborda este campo desde diversos ángulos en los que los protocolos acaban (redi)rigiendo nuestro comportamiento en lugar de estar a nuestro servicio. Unos protocolos orientados a guiarnos hacia donde quienes los implementan quieren: un entorno cada vez más competitivo, capitalista y consumista. Por ello y parafraseando a Deleuze, la autora afirma que «la rivalidad se justifica a través de la meritocracia. Cuando la corporación sustituye la escuela, entonces el “perpetual training” (la formación permanente) se instaura como modelo educativo principal, con su control continuo». Así, Guardiola ahonda en esta línea cuando asevera sin tapujos que LinkedIn y su sistema de recomendar «gente a la que puede que conozcas, de manera que funciona de celestina, selecciona objetos de deseo, personas con perfiles y rangos sociales similares, y los dispone en la bandeja del timeline. La diferencia entre la gente que puedes conocer y la que tendrías que conocer no es clara. ¿Quién lo dictamina? El algoritmo hace de prescriptor, confirma la coincidencia (…) esta cultura del casting actualiza las antiguas historias del patito feo (…) genera unas dinámicas de castigo y recompensa, violenta los cuerpos y el ánimo», pues «de hecho, hace de la rivalidad un motor social» a lo que Guardiola sentencia al citar a John Bergen quien en 1972 afirmó que «la envidia es un motor social, y la tarea de la publicidad es producirla, modificar las relaciones sociales». La autora catalana incide en el perverso diseño que las compañías tecnológicas hacen de en productos pues claramente van destinados únicamente a conseguir la atención del usuario de manera que «el capitalismo aplica métodos de adiestramiento conductistas próximos a los domadores de animales, juega con las esperanzas y las recompensas. El algoritmo se adapta a las circunstancias de cada uno y opera como una máquina de refuerzo positivo o negativo, de manera que, al final, ya no podemos hablar de adaptación al entorno sino del hecho que es el algoritmo quien acaba creando el entorno y las circunstancias de los usuarios. El gran hallazgo de las plataformas sociales es hacer de la información y la comunicación el nexo de todas las relaciones humanas y hacer posible la extracción económica de todo este proceso comunicativo y emocional» y todos somos sufrimos las consecuencias a la vez que somos la causa tal y como constata la autora citando La Boétie y su discurso ‘La servitud voluntaria’ (1576) donde se preguntaba por la razón de ser de los tiranos y afirmaba: «‘de dónde ha sacado los ojos con los que os espía, si no se los habéis entregado vosotros’?. El tirano tipo que describe podrían ser hoy en día las grandes compañías como Apple, Facebook, Microsoft, Google, Amazon o Alibaba». Así, «el capitalismo de hoy en día, que podríamos denominar narcocapitalismo o neurocapitalismo, expropia la energía de los ciudadanos a través de todo tipo de mecanismos (plataformas sociales, gimnasios, aplicaciones diversas, IA…) y la utiliza como materia prima. La recompensa del individuo es neurológica: la segregación de endorfinas, también denominadas ‘hormonas de la felicidad’ a cambio de conexión, de interacción virtual». Y, cómo no podía ser de otra manera en un ensayo en los que se trata el uso, función e intereses de las plataformas digitales y el entorno tecnológica que las conforma, la autora también lanza un aviso sobre la IA y la necesidad de legislarla con sentido humanista y prudente, pues «los algoritmos trasladan el perfil genérico, étnico y sociocultural de quien los ha programado». Asimismo, avisa del riesgo de abusar de ellas pues nos empobrece a nivel cognitivo y evolutivo, pues «la velocidad de los cambios históricos prevé que nos lleve a posicionar mejor las máquinas que los humanos en la comprensión de los contextos, pero los humanos tienen la experiencia y la posibilidad de una búsqueda más errática, la cual puede afrontarse con más profundidad en los márgenes» de manera que, paradójicamente, es nuestra capacidad de equivocarnos (o al encontrar resultados menos adecuados a lo que buscábamos) lo que nos hace superiores a las máquinas pues a veces es justamente en los márgenes del conocimiento donde entendemos la complejidad y el alcance de lo que estamos tratando de entender. Igualmente, nos habla sobre las herramientas de la IA para modificar y analizar los rostros, los peligros que conlleva no únicamente a nivel personal con relación a la aceptación de uno mismo sino también policial con los múltiples datos biométricos que almacenan las grandes corporaciones. Por todo lo que expone y de la manera como lo trata, y a pesar de que, como en todo ensayo en ocasiones hay cierta reiteración de ideas (que por otra parte ayudan a su ahondamiento) este ensayo es recomendable, pues analiza, de manera profunda pero accesible el entorno tecnosociológico en el que nos encontramos y los riesgos a los que estamos sometidos y que, justamente con nuestro comportamiento y uso, estamos alimentando. También de Íngrid Guardiola en ULAD: El ojo y la navaja
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Hoy en ULAD: VV.AA.: Los reinos silenciosos
VV.AA.: Los reinos silenciosos
Idioma original: FrancésTítulo original: Les royaumes muetsAño de publicación: 2023Traducción: Lorenzo F. DíazValoración: Recomendable (sobre todo para jóvenes) Los reinos silenciosos es un cómic que combina las habilidades de Séverine Gauthier para la escritura con las de Jérémie Almanza para el dibujo. Aunque enfocado a un público juvenil, es perfectamente disfrutable por los adultos. Nos traslada a un mundo en el que hay vida después de la muerte. El último aliento de los difuntos es, de hecho, necesario para acceder a dicha vida después de la muerte y no ser condenado a vagar entre los vivos como un fantasma. Perséfone, una adolescente de doce años, lo descubre cuando su vecino Víctor se le aparece como fantasma y Charles y Théophile, unos coleccionistas de suspiros bastante incompetentes, llegan con dos días de retraso a cumplir su cometido.  De Los reinos silenciosos destacaría que tanto su apartado gráfico como su narrativa rememoran al estilo (afable y caricaturesco a la par que lúgubre y macabro) de autores como Edward Gorey o Tim Burton, y de series como Más allá del jardín. También resaltaría el interés que despierta la historia, así como la calidad de las ilustraciones (el color y los escenarios me parecen especialmente logrados). Por ponerle alguna pega a este cómic, diría que hubiera podido ahondar en la personalidad de Perséfone. Y es que si bien el resto del elenco no se resiente de una caracterización marcada pero simple, ella se hubiera beneficiado de una mayor complejidad. Resumiendo, Los reinos silenciosos es un cómic delicioso, que disfrutarán los amantes de la estética gótica (tanto jóvenes como adultos) por igual. Su formato, aunque estrictamente autoconclusivo, está abierto a expandir el universo (rico en posibilidades) o desentrañar algún misterio irresuelto (como el hecho, aparentemente sorprendente, de que Perséfone pueda ver a los muertos).  Ah, la exquisita edición al español de este cómic (libro de 22 x 30cm, 80 páginas a todo color y cubierta en cartoné con textura) se la debemos a Nuevo Nueve.
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Hala, ya ha salido "El corazón revolucionario del mundo".

Lo podéis comprar, por ejemplo, en vuestra librería independiente favorita o solicitarlo en la biblioteca que os pille más cerca. Yo me voy a poner contento igual.
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Hoy en ULAD: Marek Hlasko: El siguiente en el paraíso
Marek Hlasko: El siguiente en el paraíso
Idioma original: PolacoTítulo original: Nastepny do rajuTraducción: Fernando Otero MacíasAño de publicación: 1958Valoración: Está muy (pero que muy) bien El pasado verano volví a leer Nada de Carmen Laforet y da igual el tiempo que pase. Me sigue alucinando que alguien de apenas 23 años sea capaz de escribir una novela tan soberbia, tan oscura, tan turbia.  ¿A qué viene esto? Pues a que, aunque no lo parezca, El siguiente en el paraíso guarda ciertos paralelismos con Nada. Y pese a que esta no pretenda ser una reseña comparada (bastante tengo yo con tratar de montar una reseña medianamente digna) y a que también haya evidentes diferencias, creo que la de Laforet es una obra que puede servir de referencia a la hora de hablar de la obra de Hlasko. Porque: * ¡Fueron escritas con apenas 23 años! Y si bien la de Laforet tiene un carácter iniciático que la de Hlasko no tiene, las dos exploran las profundidades del alma de forma más que notable. * Están ambientadas apenas 5 años después de la instauración de regímenes totalitarios, aunque la crítica político y social sea algo más explícita en el caso de la novela de Hlasko. * Comparten rasgos existencialistas tales como la angustia, la búsqueda de un lugar en el mundo o de un sentido a la existencia, la libertad y la responsabilidad individual frente a lo colectivo, etc. * Presentan curiosas semejanzas en la dualidad "espacios cerrados u opresivos / espacios de (real o imaginada) libertad". Hablo del piso de la calle Aribau y la Universidad en el caso de Nada y de la base maderera y la ciudad en el caso de El siguiente en el paraíso. * Son, en el fondo, el retrato de un mundo lúgubre, tanto en paisajes como almas. Dicho esto, me centro en El siguiente en el paraíso, novela protagonizada por un grupo de camioneros que se encarga de un peligroso transporte de madera desde una montañosa zona del Sur de Polonia. En ese grupo se introduce un elemento extraño con la llegada a la base del comisario político y, sobre todo, de su esposa. Es esta una novela de perdedores despreciados por el sistema. Quienes están o llegan a la base lo hacen "porque no les queda otra" y/o porque arrastran un oscuro pasado. No son otra cosa que el lumpenproletariado que pasa sus días entre partidas de cartas, borracheras y sexo ocasional, aunque siempre con una fugaz y remota esperanza en el horizonte. Son estos personajes entre patéticos y entrañables, perdidos en ninguna parte, y su evolución lo más destacado de El siguiente en el paraíso. Su desencanto - está visto que a uno le persigue la mierda toda la vida - , sus luchas, sus batallas o sus contradicciones hacen de Warszawiak, Dziebjatka o Zabawa tipos que podrían protagonizar alguna de las películas de Aki Kaurismaki. ¡Toma ya! Por otra parte, la ubicación geográfica y temporal de la novela obligan, en cierto modo, a la presencia de una crítica social o política. Sirvan de ejemplo el ridículo instructor y sus discursos o un comisario político desengañado que actúa más por "obligación" que por otra cosa. Pero teniendo ambas un papel importante, este no llega a ser, en mi opinión, central.  De hecho, y esto ya no sé si será cosa mía o no, pero la ambientación en una zona perdida en las montañas, esa white trash que protagoniza el texto, el peso de los diálogos y el ritmo de la prosa de Hlasko me llevan a decir que El siguiente en el paraíso tiene mucho de "novela americana", signifique eso lo que signifique.  En resumen, novela altamente recomendable de un autor que rompe con lo que uno podría esperar de la literatura polaca de los años 50-60, que no es demasiado conocido por estos lares (Automática publicó hace años El octavo día de la semana y otra editorial con tan buen catálogo como malas prácticas publicó otra de sus novelas), pero que merece muchísimo la pena. De verdad.
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Hoy en ULAD: Agustina Bazterrica: Diecinueve garras y un pájaro oscuro
Agustina Bazterrica: Diecinueve garras y un pájaro oscuro
Idioma: español Año de publicación: 2020 Valoración: entre recomendable y está bien Libro de relatos -diecinueve, claro; lo del "pájaro oscuro"... en fin, hay que leerlo para comprenderlo-, fruto de la perturbadora pluma de la argentina Agustina Bazterrica. Relatos cortos, por lo general, y de estilo y resultado bastante desigual, aunque todos comparten un tono inquietante, más o menos explícito y, en conjunto, dejan un poso de intranquilidad o, cuando menos, cierto incomodo. No obstante, quizá (o al menos en mi opinión), los relatos más logrados que nos presenta esta compilación sean aquéllos con una vocación humorística más evidente: me refiero, por ejemplo a Rosa Bombón, escrito en forma de instrucciones para superar una ruptura amorosa; Anita y la felicidad -historia de amor entre un tal Pablo y su novia Anita, que él sospecha que es un alien- y Teicher vs. Nietzsche, la enemistad entre un hincha de Boca y el gato de su ex-mujer.  También con un componente de humor, pero resultados menos satisfactorios, creo yo, encontramos Sin lágrimas, que cuenta el soterrado duelo entre un tipo que acude a los funerales de desconocidos para hacer reír a la gente y una mujer que acude para explayarse llorando a gusto; Roberto, donde una niña nos explica que tiene un conejo entre las piernas (sic) y La continuada igualdad de la circunferencia, en el que la inclinación surrealista del relato deviene un tanto gore... Hay otros cuentos en los que el humor no está presente -en algún caso, más bien todo lo contrario- o no de forma tan evidente, pero cuyo resultado también es notable e incluso excelente: hablo, en concreto, del que abre el libro, Las cajas de Unamuno, en el que la pasajera de un taxi especula con que el taxista sea un asesino en serio (nada que ver con el escritor bilbaíno, en principio); Lavavajillas, donde una acomodada joven que vive en la Nueva York de los años 60 ve la realidad de una forma muy distinta a los demás; la muy tremenda Tierra, que cuenta la desesperación de una niña junto a la tumba de su padre; la excelente, para mi gusto, Arquitectura, nada más -y nada menos- que la descripción y definición de una iglesia y, sobre todo, el último y angustioso cuento (y uno de los mejores del libro) Las solitarias, en el que una mujer queda atrapada sola en el metro -el subte, para ser más exacto- en Nochevieja. Por último, encontramos una serie de relatos  cuyo resultado deja más que desear, a mi entender, aunque hay que reconocer que en muchos de ellos -también en algunos de los anteriores- Bazterrica ha explorado o, cuando menos, jugado con el aspecto formal -de todas maneras, en general esta escritora tiene cierta tendencia a narrarnos sus historias desde puntos de vista u ópticas inusuales-; esta originalidad a veces juega en favor de los relatos y otras, no tanto, pero es de justicia reconocerle el mérito (al menos yo lo juzgo como tal). Sería el caso de Elena-Marie Sandoz, donde utiliza la enfermiza tendencia a la repetición del protagonista y narrador. En Simetría perfecta, nos detalla cómo un tipo cocina un plato, pero no entendemos el sentido del relato hasta casi el final, mientras que Los muertos está contado por un niño que ha perdido a su madre. Por fin, encontramos también el abarrocamiento estilístico de Infierno y La lentitud del placer (esto... ¿Cuántos relatos llevo ya?), el tremendismo de Un agujero esconde una casa (vale, diecisiete), la desolación, en segunda persona, de Un sonido liviano, rápido y espantoso (dieciocho, ya casi...) y el simbolismo onírico del microrrelato El aliento del lobo (diecinueve)., Bueno, pues ya estaría. También de Agustina Bazterrica y reseñados en Un Libro Al Día: Cadáver exquisito, Las indignas
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Hoy en ULAD: Colaboración: Patrick White: Las esferas del mandala
Colaboración: Patrick White: Las esferas del mandala
Idioma original: inglés Título original: The solid mandala Traducción: Elena Marengo Año de publicación: 1966  Valoración: entre recomendable y bastante recomendable Suelo tener una mirada benigna sobre los ganadores del Nobel; por lo general, haber hecho caso de las recomendaciones me trajo muchas horas de felicidad y la sensación de asombro al descubrir autores de altísimo nivel que no hubiera descubierto por mi cuenta, ya sea por desconocimiento propio o por el olvido de la figura. Y es lo que me ocurrió con Patrick White cuando compré Las esferas del mandala en una edición hermosísima de la editorial El hilo de Ariadna y prologada por Coetzee (otro al que le tengo cariño). La novela, muy deudora de las corrientes psicológicas del momento, se centra en la relación entre dos hermanos, Waldo y Arthur Brown. El primero es eso que los argentinos llamamos “un fantasma”, es decir, alguien que se cree cualitativamente superior al resto en base a méritos dudosos o inexistentes, pero que han construido toda una mitología personal a raíz de eso y cuyas actitudes se ven condicionadas por esa ilusión. No es un protagonista (digo protagonista porque, de las cuatro partes que componen el libro, es la más extensa) agradable, no hay nada que lo redima, es un resentido con el mundo y sobre todo con el otro protagonista, su propio hermano y mellizo, marcado con un leve retraso madurativo (en eso Patrick White lo desarrolla con maestría, porque a pesar de sus acciones y de cierta incomodidad ante su carencia de filtro para con la sociedad, dice y hace cosas humanas que excluyen a la masa australiana hipócrita, una masa con la que el propio autor, por lo visto, luchó toda su vida), ya que se ve obligado a cuidar de él en cada momento, con el desprecio que lo deja aterido. Por el otro lado, Arthur Brown también es un gran personaje; primero se desarrolla ante nuestros ojos desde el punto de vista de Waldo, sospechando siempre que lo que dice no corresponde exactamente a la realidad, y luego, bajo su propio punto de vista, comprendemos que todo lo ocurrido por su mano contiene su lógica personal, incomprensible para los demás, pero perfectamente explicable para el lector, destapándose como el verdadero héroe espiritual de la novela. Esto es posible por la maestría del lenguaje de White, que imbrica la trama de sutilezas que van atándose como por medio de intuiciones, como si las pistas no fueran lo suficientemente claras, pero que, de alguna forma, al lector la revelación lo acomete de diversas maneras y sin esfuerzos aparentes. No es una novela fácil de leer, en el sentido de que no hay acción prácticamente, no hay grandes sucesos (solo existen aquellos que uno puede sospechar que son un punto de quiebre para uno de los dos hermanos, ya sea por la potencia de la escena o por alguna frase nimia que termina explotando en el momento más inesperado) y no hay grandes avances en la personalidad de cada uno de los personajes. En ese sentido todos se encuentran definidos, cada uno encarna e internaliza el rol que cumple en esa sociedad y que cree que debe cumplirlo a expensas del bienestar personal y ajeno. Pero es una novela donde las capas se van completando a medida que se avanza; lo que se muestra en la primera parte (dos mujeres en un colectivo que analizan la relación de los hermanos) cobra sentido en la última escena o se resignifica con las nuevas piezas que se van introduciendo, como un Rashōmon psicológico.  PD: No sé en el resto de los países, pero como vivo en Argentina, recomiendo mucho la colección “Biblioteca personal de J.M Coetzee” de la editorial El hilo de Ariadna. Son doce libros que dieron impulso, en palabras de Coetzee, a su escritura. Entre ellos se encuentran: el libro ya reseñado, El ayudante, Madame Bovary, La letra escarlata, etc, todos ellos a un precio inverosímil ($16.000 y algo, sacando a un par) para lo cuidada de la edición y la inaccesibilidad de comprar libros en este contexto del país. Aprovechen lo más rápido posible.Firmado: Félix     
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Hoy en ULAD: Contrarreseña: Gomorra de Roberto Saviano vs Los señores del narco de Anabel Hernández
Contrarreseña: Gomorra de Roberto Saviano vs Los señores del narco de Anabel Hernández
Idioma original: Español                                                   Idioma original: Italiano Año de publicación: 2010                                               Año de publicación: 2006 Valoración: Muy recomendable                              Valoración: Muy recomendable A pesar de (o precisamente por) ser miembro de ULAD, sigo religiosamente las recomendaciones del blog. Una de ellas me llevó estos días a Gomorra, de Roberto Saviano: una crónica periodística novelada sobre la Camorra italiana (pueden ver la reseña original aquí). En una rap battle, los MC suelen jactarse de la violencia de sus barrios, de las armas que tienen, de lo gánster que son. Aquí vamos a hacer algo parecido con estos dos libros. Esta es una batalla en la que nadie gana. Terreno de juego Gomorra entra por Nápoles/Campania y se abre al sistema camorrista como una economía total: puertos, contenedores, obra pública, moda, basura, subcontratistas, cementerios clandestinos. El narco aparece, sí, pero como una línea más del balance general. Los señores del narco levanta el mapa desde México y el tráfico de drogas es el eje que organiza el resto: extorsión, secuestro, homicidio, trata de personas, armas, huachicol (extracción y venta ilegal de gasolina). En Italia la diversificación arranca del territorio productivo (construcción, residuos, logística); en México, de las rutas y plazas del narcotráfico y su protección política. Round 1 - Método Saviano trabaja la inmersión y la crónica lírica: escenas a ras de calle, nombres propios, olores y texturas, un yo que se asoma pero que no se embarra del todo. La prueba es la acumulación sensorial que vuelve visible la maquinaria (el puerto, los talleres, los vertederos). Hernández apuesta por la investigación documental y testimonios: expedientes, declaraciones, redes de complicidad, cronologías. Su fuerza es la trazabilidad: quién, cuándo, cómo se pacta entre narcos, policías, militares, empresarios y políticos. Saviano “improvisa” desde la calle con rimas internas y ritmo; Hernández “lanza barras” personales, con datos duros y nombres. Round 2 - Voz y riesgo En Gomorra el narrador es presencia física; la cercanía crea tensión: el yo que mira también se mancha. Saviano se juega la vida (y se la sigue jugando) y lo cuenta como quien sabe que lo están escuchando los mismos que retrata. En Los señores del narco la voz es acusatoria y forense. Hernández arma el expediente de un país en coautoría con sus fuentes; el riesgo no es performativo, es sistémico: tocar una red implica tocar muchas carreras y presupuestos públicos. Sin embargo, como en los narcocorridos, los narcos se regocijan en la exposición. Round 3 - Economía del crimen Italia/Camorra: licitaciones amañadas, control de residuos, falsificación de moda, usura, “protección” a negocios, y sí, tráfico de drogas; la clave es colonizar cadenas de valor legales y contaminar el mercado. México/Narcos: producción y trasiego de drogas, captura territorial, extorsión, secuestro, cobro de piso, trata, robo de combustible; la clave es administrar el miedo sobre poblaciones y autoridades, fundar microestados con reglamentos propios. En ambos casos el crimen no es excepción sino estructura: sin puertos, carreteras, notarías, bancos y funcionarios no hay “empresa”. Round 4 - Estado y cohabitación Saviano muestra un entramado orgánico entre política local, empresarios y clanes. El Estado no siempre es enemigo; muchas veces es socio o cliente. Hernández radiografía alianzas federales, estatales y municipales con cárteles específicos; documenta el vaivén entre guerra declarada y pactos tácitos. En Italia predomina la infiltración y captura regulada; en México, la intermitencia entre combate y connivencia que desmorona las instituciones del Estado. Round 5 - Violencia y representación Saviano sugiere violencia ubicándola en la cadena económica: cuerpos que aparecen como subproducto de contratos; la prosa corta cuando la imagen basta. Salvo en la última parte. Donde se pone más serio. Nos da cifras brutas sobre el coste de la forja de imperios. Hernández la nombra y la enumera: listas, operativos, cifras, masacres; la violencia no es alegoría, es inventario. ¿Glorificación? Ninguna, o si acaso, pasajera (los gangsters italianos quedan retratados en películas, los narcocorridos hacen lo propio con los cárteles de la droga). En ambos, sin embargo, el desencanto moral de quienes lo sufren es ineludible. Round 6 - Lenguaje Saviano mezcla metáfora, rumores, detalle material y montaje. Te mete en el muelle y luego te empuja a la pasarela de moda falsificada. Hernández elige precisión y repetición: si un nombre, lo veremos diez veces, con cargo, fecha y vínculo. No se ve lo duro, sino lo tupido; la estructura se entiende por cansancio de la evidencia. Round 7 - “Side hustles” y jerarquías En Gomorra el “negocio” extra-drogas puede ser fundamental (residuos y construcción mueven millones con menor riesgo penal y moral); en Los señores del narco, la prioridad suele ser la ruta de droga y, alrededor, los oficios del terror (extorsión, secuestro) que financian la guerra local y disciplinan a la población. De ahí que las “versiones tropicalizadas” de la mafia no sean calco, sino ajustes a ecosistemas distintos: puerto vs sierra, obra pública vs corredor de trasiego, municipio capturado vs plaza. Round 8 - Ética del relato Ambos satisfacen nuestro morbo con estrategias distintas. Resultado Leídos en conjunto, Gomorra y Los señores del narco desmontan una misma ilusión. El crimen organizado no es una anomalía externa, sino una forma de gestión violenta de la economía y del poder. Cambian los paisajes, los oficios y las jerarquías de los “negocios”, pero persiste la lógica de captura de instituciones, territorios y del imaginario colectivo. Saviano revela el anclaje del sistema camorrista en la vida cotidiana: puertos, talleres, residuos, moda, obra pública. Su prosa, cercana y material, muestra cómo la ilegalidad se adhiere a los circuitos legales y los corroe desde dentro. Hernández, por su parte, documenta con precisión quiénes sostienen ese andamiaje en México: redes de complicidad entre cárteles y funcionarios de distintos niveles, cronologías verificables, nombres propios y responsabilidades administrativas y penales. Estas dos obras son complementarias para conocer los mecanismos del crimen organizado: una ayuda a comprender cómo opera la maquinaria en el tejido diario; la otra, quiénes la habilitan y se benefician de ella. Su lectura paralela no ofrece consuelo, pero sí claridad. Entenderlo así desplaza la discusión del espectáculo de la violencia a su infraestructura y obliga a pensar en políticas públicas, controles institucionales y protección efectiva a las víctimas y a las fuentes. Ese es, al final, su mayor aporte: transformar la indignación en una exigencia de rendición de cuentas. Sin embargo, después de años de su publicación, la situación no ha cambiado mucho. Si acaso, nos ha dejado buenos libros. "Los dioses tramaron desventuras para que los hombres y las generaciones venideras tuviesen sobre qué cantar".
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Empiezo Los adioses, de Onetti. Habrá reseña en @unlibroaldia.bsky.social , donde solo hemos reseñado El astillero!! Vergüenza, oprobio!!
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Hoy en ULAD: Mircea Cărtărescu: Dietarios 1990-2017. Una selección
Mircea Cărtărescu: Dietarios 1990-2017. Una selección
Idioma original: rumano Título original: Jurnal. 1990-2017 Traducción: Xavier Montoliu Pauli (traducción al catalán para Lleonard Muntaner). Sin tradicción al castellano hasta la fecha. Año de publicación: 2024 Valoración: imprescindible para fans Ardua empresa la que aquí se me presenta: reseñar un dietario ya es una tarea harto difícil, pues para conseguir algo de coherencia y sentido uno se debería meter en la piel (o la cabeza) del autor. Si ya esto, de por sí, supondría un reto ingente, hacerlo en el caso de mi admirado Mircea el desafío es colosal, pues si su obra es extremamente enrevesada y críptica, su cerebro (origen y manantial de su escritura) no lo es menos. Pero bueno, ya que aquí estamos, adentrémonos en el mundo onírico de Cărtărescu. Afirma Sam Abrams en el prólogo que esta obra se trata de un ejemplar casi único pues su traducción al catalán es la única existente aparte de la traducción al sueco. Este dietario seleccionado y publicado consta de una recopilación (antología) de algunas de las entradas escritas entre 1990 y 2017. Así, Cărtărescu empezó este dietario el 17/9/73 cuando tenía diecisiete años y sigue escribiéndolo hoy en día de manera que ya tiene más de cincuenta años de recorrido y que solo finalizará con su muerte (o al menos esta es la intención). Ya el propio autor reconoce este dietario como su obra más importante, pues «se trata del punto de partida de todos mis escritos» y, por tanto, asevera que se trata de «mi obra más importante. Es extraordinariamente complicada. Es una auto entrevista hecha a lo largo de diecisiete años. Es el tronco de mi árbol. Mi obra son las ramas. Los diferentes libros son los frutos. Es fundamental para mi obra. Es el centro de mi escritura». Y, de hecho, una vez leído de forma íntegra constato que así es porque el eje central de su vida es su obra, pero más allá del proceso de escritura o de la temática: el centro nuclear del autor es cómo encara la creación, cómo todo su manera de vivir y pensar es plasmada posteriormente en sus libros. Así, sus delirios, sueños, ilusiones y episodios oníricos, sexuales, anatómicos y orgánicos son presentes también en sus propios sueños, en sus pensamientos, en su manera de ver y entender el mundo. Solo así, desde una mentalidad tan holística del mundo ilusorio se puede entender cómo un autor puede tejer una obra (en general) tan compleja y extensa, tan profunda e inquietante, pero a su vez tan rica y desbordante en calidad y en ambición. Ya el autor confiesa y reconoce su talento y lo empareja con el deseo (casi necesidad) de trascender, pues ya en la primera entrada del diario, el 1 de enero de 1990, afirma que «el 1989 ha sido un fracaso en cuanto a lo que ha escrito (no me ha salido nada. Todo lo escrito está muerto)». En paralelo al análisis sobre sus textos, y de manera puntual y tangencial, Mircea también comenta a menudo la situación política y social del momento, como cuando afirma el 10/1/1990 que «ahora vemos que la destrucción del antiguo (aunque cercano en el tiempo) régimen ha sido la primera etapa, explosiva, de la revolución, y que ahora vivimos la Segunda, igual de peligrosa. La lucha tiene que ganarse por todos sitios y a todos los niveles, por gente honrada y competente». El libro está repleto, como no puede ser de otra manera hablando de Cărtărescu, de frases ambiciosas, grandilocuentes, pero también derrotistas, pues su ambición y talento le exigen a menudo cotas muy elevadas de calidad literaria hasta el punto de abandonar trabajos ‘menores’ en aras de su proyecto vital, pues, tal y como asevera, «mi única razón de existir (y la única de ser feliz) es la escritura». Por ello, ya en 1990 el autor abandona su trabajo en una revista porque «mi objetivo no es la notoriedad ni tampoco la posición social, es la literatura. No tan solo sé de qué viviré. Alcanzaré a tocar de nuevo la pureza del artista verdadero, que evita el contacto con los otros, que se escucha y se comprende a sí mismo» siendo a su vez consciente de que el mercado literario rumano es limitado, conocido y ya explotado, así que marca claramente sus «dos objetivos con prioridad absoluta: 1. Escribir. 2. Publicar fuera. En el mundo literario de aquí ya no queda mucho por hacer». Por todo ello, y a lo largo de sus casi quinientas páginas en letra pequeña, su lectura nos confirma que los dietarios de Cărtărescu son una lectura impresicindible para los amantes de la obra del autor rumano, pues en ellos uno se adentra en sus pensamientos más personales centrados a menudo sobre su creación (que comenta a medida que la va escribiendo compartiendo sus impresiones “en tiempo real”), pero especialmente para conocer lo que pasa por la mente de este genio, sus inquietudes, sus dudas como escritor y sobre su resultado, su gran ambición y la necesidad imperiosa de construir una obra inmensa, amplia y ambiciosa, que tropieza una y otra vez con una autoexigencia mayúscula que le impide avanzar, forzándole una y otra vez a demostrarse a sí mismo que es capaz de plasmar lo que su cerebro ve e imagina. Su colosal talento exuda en esta obra en la que se entrevé una personalidad crítica y autoexigente, pero de una capacidad literaria inusual y prodigiosa a la vez que compleja y de la que el autor es plenamente consciente cuando afirma, en pleno proceso de escritura de «Cegador» que «no hace ni tres años que estoy escribiendo esta locura y todavía no sé si es esquizofrenia hebefrenética, parafrenia o búsqueda de la belleza en la escritura», reconociendo a su vez que duda que alguien lea más allá del tercer volumen, por su complejidad y fragmentarismo o cuando, teniendo en la cabeza la idea de escribir un libro sobre Theodor desde los años noventa, tal es su obsesión y su ambición que le lleva treinta años ponerse a ello pero no cede en el empeño hasta publicarlo. Ya para terminar, y tal y como afirma el autor: «no podemos descifrarnos a nosotros mismos, igual que un jeroglífico no puede leerse a sí mismo. Estamos hechos para ser leídos por alguien otro». Y justo ahí es donde entramos nosotros al tener en manos esta pequeña joya: la abertura a una de las mentes más prodigiosas del mundo literario a través de sus propias palabras y pensamientos. Una lectura que, no sé si conseguirá que descifremos su enigmática mente, pero sí que nos acercará como lectores a un ser que, como gran parte de su obra, parece de otro mundo. Otras obras de Cărtărescu en ULAD AQUÍ
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Hoy en ULAD: Mary Renault: Alejandro Magno
Mary Renault: Alejandro Magno
Idioma original: inglés Título original: The Nature of Alexander Traducción: Horacio González Trejo Año de publicación: 1991 Valoración: Está bien La escritora inglesa Mary Renault es autora de un puñado de obras entre las que destacan las de corte histórico ambientadas en la Grecia clásica, en particular su trilogía sobre Alejandro Magno. Tras las dos primeras entregas de este ciclo (Fuego del paraíso y El muchacho persa, creo que las más conocidas), publicó la biografía de Alejandro que vamos a comentar, alguien diría que para dar lustre a su conocimiento de aquel mundo sobre el que estaba novelando con cierto éxito. Y por lo que se ve, lo consigue con buena nota. Basándose en las fuentes griegas y romanas más reconocidas (Plutarco, Rufo Quinto Curcio), y añadiendo algunas aportaciones propias, el libro es una biografía canónica expuesta con la precisión cronológica posible, que arranca desde los tiempos de Filipo, padre del héroe y quien le asignó las primeras responsabilidades bélicas cuando todavía era un adolescente. Alejandro se impone en la sucesión de un reino cuyo liderazgo se resolvía históricamente mediante dagas y envenenamientos, y rápidamente se gana el apoyo incondicional del ejército para iniciar sus formidables conquistas.  Por no extendernos demasiado, recordemos que comienza sometiendo a las díscolas ciudades griegas, pasando después al continente asiático para dominar a continuación Persia y amplios territorios de Asia central, y terminar llegando a la India. Lo que llamaba aportaciones propias de Mary Renault se traducen sobre todo en una peculiar subjetividad que pondera sin medida las virtudes de Alejandro (valiente, empático, generoso, incansable, digno, inteligente, y así indefinidamente) y no deja pasar la oportunidad de rebatir cualquier atisbo de flaqueza: si se muestra sanguinario es por la seguridad del imperio, si se emborracha hasta las trancas solo está siguiendo la costumbre macedonia, si toma decisiones equivocadas es por falta de datos, si se aficiona a los fastos orientales es por integrar mejor el imperio.  Me temo que más de un historiador habrá despotricado a gusto contra una autora que más parece estar escribiendo el panegírico de un ser querido. La verdad es que sobre el texto entero sobrevuela esa especie de fascinación por el personaje que encaja mejor con el perfil de un aficionado que con el rigor de un profesional. Incluso se pueden detectar ciertas disfunciones en la redacción, metáforas algo extrañas y frases confusas, que sospecho que la traducción no ha contribuido precisamente a clarificar. Pero aun así, hay que reconocer que el libro funciona, al menos si uno no es demasiado exigente en cuanto a objetividad. La narración es amena y vivaz, con descripciones muy plásticas, y por momentos se siente uno parte de esas arriesgadas expediciones por tierras inhóspitas, aventuras que parecen más fantásticas por cuanto en principio carecen de límite establecido, ausencia que por otra parte será lo que detenga finalmente la interminable expedición. Lástima que ese poco disimulado deslumbramiento por el personaje le reste al relato solidez y cierta credibilidad de la que quizá no tendría por qué carecer.
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Hoy en ULAD: Reseña + Entrevista: Lo que una ama de Miren Billelabeitia
Reseña + Entrevista: Lo que una ama de Miren Billelabeitia
Idioma original: euskeraTítulo original: Norberak maite duena. Hitza gogoan, irakurketa bizizTraductor: Ángel Erro Año de publicación: 2024Valoración: Muy recomendable  Lo que una ama es un libro sobre la lectura: no como acto individual y silencioso (que es el modo más habitual en el que concebimos la lectura), sino como lugar de encuentro y comunicación, como algo que se comparte y que se enriquece al compartirlo. Es un libro precioso sobre aquello que, también aquí en Un libro al día, más nos une: los libros, la literatura, no solo por los libros en sí mismos (que también), sino por todas las experiencias y vivencias compartidas que surgen de ellos.  El origen de este ensayo (que ganó, por cierto, el Premio Euskadi de Ensayo en Euskera en 2023) surge de la experiencia de Miren Billelabeitia como profesora de literatura vasca y literatura universal en un instituto. Desde 2001-2002, organizó tertulias con sus estudiantes en los que, en euskera, comentaban y compartían una selección de obras literarias, desde Eurípides hasta Kafka, desde Homero hasta Kavafis. Estas tertulias, en las que los estudiantes seleccionaban y leían sus fragmentos favoritos, se creaba un espacio de libertad y sensibilidad, en la que los estudiantes aprendían a hablar y a comentar, a escuchar y a respetar, y en la que la literatura les ayudaba a aprender cosas sobre sí mismos, sobre sus compañeros/as y sobre el mundo. Como se puede ver por la breve lista de autores que he mencionado en el párrafo anterior, las obras comentadas no siempre son fáciles, ni aquellas que usualmente se piensan para lectores adolescentes. Hay en esto, como explica Miren Billelabeitia en la entrevista que aparece al final de esta reseña, una decisión consciente: la de no caer en el facilitismo, en la condescendencia con los estudiantes, o en los prejuicios sobre lo que pueden o no leer o entender. De hecho, a partir de estos textos quizás inicialmente arduos, la autora narra cómo los jóvenes lectores consiguieron conectar con lecturas y experiencias propias, con interpretaciones quizás inesperadas pero siempre enriquecedoras. A partir de esta iniciativa, loable en sí misma, Miren Billelabeitia ha escrito un libro que le añade un valor adicional, porque ha conseguido dar una forma literaria, sencilla y cautivadora, a su narración esta experiencia. Así, después de unos capítulos introductorios, en que se presentan las tertulias literarias, su contexto y origen, y las motivaciones que las originaron, el volumen se articula en torno a una doble (y poética) progresión: la de la historia de la literatura universal, y la de las estaciones del año (lectivo) que van marcando el paso de los meses y las lecturas. Algunos capítulos son (al menos para mí) particularmente memorables, como esa larga conversación entre profesora y alumna para intentar desentrañar el (los) significado(s) del poema "Esperando a los bárbaros" de Kavafis, pero son muchas las pequeñas joyas que se van encontrando por el camino. Hay, por último, otro aspecto que creo que no debe ser invisibilizado: este es un libro que se escribió originalmente en euskera, y sobre una experiencia de lectura compartida que tuvo lugar en euskera. Si este tipo de iniciativas de promoción de la lectura son siempre valiosas, creo que tienen especial relevancia en el caso de una lengua, como el euskera, en situación de diglosia y de fragilidad histórica. Conseguir que un grupo de estudiantes, con orígenes y sensibilidades muy diferentes, se junten alrededor de una mesa para hablar en euskera sobre libros, pero también sobre sus vivencias, sus preocupaciones, sus emociones, es una gran forma de garantizar que esa lengua se mantiene viva... Termino la reseña como terminé la entrevista que le hice a la autora hace unas semanas: recuperando la cita que da título al libro, y que aparece también como epígrafe de uno de los capítulos. Es un fragmento de un poema de Safo: Dicen unos que una tropa de jinetes, otros la infantería y otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra oscura es lo más bello; mas yo digo que es lo que una ama.   Entrevista con Miren Billelabeitia:   
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En páginas finales de «L’emperador d’Alegria» / «El emperador de Alegría», de Ocean Vuong. Publicado por @anagramaeditor.bsky.social con traducción al catalán de Yannick Garcia y al castellano de Daniel Saldaña París.
#habráreseña en @unlibroaldia.bsky.social
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Hoy en ULAD: Catherine Lacey: Las respuestas
Catherine Lacey: Las respuestas
Idioma original: inglés Título original: The Answers Año de publicación: 2017 Traducción: Damià Alou Valoración: bastante recomendable   No sé si esto daría exactamente para un debate, pero imagino a Catherine Lacey como un ejemplo casi perfecto del perfil de autora adaptado a los tiempos que corren (y ahora pueden empezar a destriparme los pusilánimes): mujer blanca norteamericana, joven, físicamente atractiva -pero sin pasarse- y con cierto aire andrógino y un tenue perfume queer. Con una carrera iniciada con un pequeño hit que obtiene cierta repercusión, por lo que empieza a publicar de forma más o menos sostenida. Capaz de manejarse en temáticas de aire introspectivo, casi alegórico,  y también en registros más ambiciosos, narradora solvente que no renuncia a la temática más actual, pero que no se deja arrastrar por lo post-moderno; sus novelas se entienden, se estructuran y evolucionan hacia un final que más o menos se concreta. Es decir, son legibles, pretenden serlo y lo consiguen.  Pero esa aparente sencillez formal esconde huevos de Pascua. O cargas de profundidad. Las respuestas, publicada en pleno inicio del primer mandato de Trump,  contiene algunas de esas cargas sabiamente dosificadas en su trama. Mary sufre una de esas enfermedades raras, aquellas que no tiene el suficiente número de personas como para que la industria farmaceútica y la investigación médica encuentren rentable tratar. El tratamiento, esto es USA, la ha convertido en una persona bajo la absoluta precariedad y debe plantearse aceptar toda clase de trabajos ya que sus finanzas son un desastre. En medio de esa crisis personal (porque ya sabemos cómo va lo de la sanidad en USA, repito), acepta trabajar en un experimento promovido por un actor rico y excéntrico, Kurt Sky, que ha reclutado, bajo el pretexto de una investigación social, una serie de diferentes mujeres con la intención de que cada una de ellas llene una parcela de su vida. Cuestión que puede parecer distópica, pero no tanto. O no se trata, desde cierto punto de vista, de una hipérbole, de un reflejo de este mundo en el que uno tiene perfiles profesionales, personales, en redes sociales, en grupos de Whatsapp, en extraños clubes, en colectivos de distintos pelajes, y solamente se trata de eso, de disponer de los medios materiales (por tanto, acudir al mercado en que mucha gente no es que esté dispuesta, sino que necesita hacer lo que sea para subsistir, cual sea la cosa que ello representa) para adoptar ese rol dominante en el que, a cambio de una cantidad, de un contrato con claúsulas estrictas para que ejerzas de Novia Maternal, de Novia Íntima, de lo que sea. Cuestión que pondría también sobre la mesa los límites dispuestos a franquear por cada uno, la esencia quizás de la economía capitalista, la frontera de la dignidad. Mary toma el rol de la novia que ha de servir a Sky para revelar sus emociones, cuestión que causa cierta perturbación en el experimento, un conflicto que al final hace que este se desmorone, pues las relaciones que se establecen son difíciles de mantener sin que sus límites colisionen. Esa dinámica, como todo lo que nos rodea, es aprovechada por los científicos del experimento, tal como hoy se suele manifestar en ciertos entornos de competividad (ganas o aprendes) y ese mensaje difuso y algo inquietante valida la novela en su conjunto, al margen de que nos quedamos con algo de ganas de que algunas líneas argumentales hubieran tenido más recorrido. Más novelas de Lacey reseñadas en ULAD: aquí
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bosh.worstpossible.world
this is the most miserable woman alive. she’s alienated herself from everyone who ever loved, respected, or trusted her and sees any attempt at conciliation as an underhanded attack. she is in a mind jail of her own creation that will just grow more and more isolated as she marches to the grave
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Hoy en ULAD: Pilar Fraile: Las leyes de la caza
Pilar Fraile: Las leyes de la caza
Idioma original: Español  Año de publicación: 2025 Valoración: Recomendable No me extrañaría que, tarde o temprano, esta novela sea adaptada al cine o a la televisión. Elementos tiene para ello: un punto de partida interesante, buen ritmo en la narración, acertado desarrollo de sus personajes principales, tramas y temas secundarios a los que abrirse (y que en una serie darían para meter paja "a punta pala", que es lo que hacen el 99% de las putas series), etc. Pero retrocedamos y contemos, aunque sea un poco por encima, de qué va Las leyes de la caza. Emparentada hasta cierto punto con la narrativa española reciente ambientada en zonas rurales (¿podríamos hablar de una "narrativa neorrural" española o de una revisión de aquello de civilización o barbarie?), Las leyes de la caza vendría a ser un thriller en el que el punto de partida es la desaparición de Oliver, niño de 8 años que vive con su madre (Jana) en La Comunidad, especie de secta que supuestamente huye de la ciudad, la acumulación y el consumismo desaforado de estos tiempos locos. Hay, por tanto, una desaparición, un misterio que desentrañar, unos culpables que encontrar, etc y todo esto sitúa a Las leyes de la caza en el terreno del thriller. Pero Fraile no se queda ahí (sería todo demasiado fácil, demasiado trillado) y juega con los condicionantes o circunstancias que rodean a los personajes y abre la novela a otros territorios en los que se tratan temas como la soledad en un mundo hiperconectado, las relaciones de poder en la familia o en el trabajo, el abandono rural, el machismo, las fake news, etc. Todo ello, además, en un entorno geográfico perfectamente aprovechado para crear una atmósfera que encaja a las mil maravillas con la trama, hasta el punto de que ruidos, olores, paisajes, accidentes geográficos o fenómenos meteorológicos son más personaje que telón de fondo. Además de esa atmósfera derivada de la utilización de la naturaleza como personaje, paso a desgranar alguna de las principales virtudes de la novela, ya apuntadas en el primer párrafo de la reseña: * un punto de partida interesante. ¡Ay la importancia de una primera página o un primer capítulo que te agarre de la solapa!. Aquí hay un niño desparecido, una madre que deja entrever sus problemas, una secta cuanto menos extraña y una naturaleza no sabemos si hostil o protectora. Diez páginas en las que se condensan buena parte de los ingredientes del libro y que te fuerzan a seguir leyendo.  * el ritmo. Fraile logra mantener la tensión de la trama, en buena medida gracias a la utilización de breves capítulos en los que se pone el foco en diferentes personajes. Ojo que no hablo aquí de cambios de puntos de vista o de monólogos interiores sino de cambio en el "foco". Algo aparentemente sencillo pero sumamente efectivo. * desarrollo de personajes principales, especialmente de Jana y Carmen, los dos personajes femeninos que ocupan el centro del relato. Son estos personajes complejos en los que la carga del pasado es fundamental. * la ambición por salirse de los "cánones" del género. * los paralelismos que se establecen a lo largo de la novela entre los distintos personajes y entre naturaleza y "humanidad". Solamente un par de comentarios en el lado menos positivo: el primero es cierto desaprovechamiento de algunos secundarios (Román, especialmente) y de situaciones apuntadas (el abandono rural o las relaciones de poder en ese ámbito); el segundo son las excesivas erratas que salpican el texto. ¡Y mira que me jode, porque Candaya es una de mis editoriales de cabecera! Espero que la segunda edición tenga una mejor revisión.
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Hoy en ULAD: Dario Ferrari: Se acabó el recreo
Dario Ferrari: Se acabó el recreo
Idioma original: italiano Título original: La ricreazione è finita Año de publicación: 2023 Traducción: Carlos Gumpert  Valoración: bastante recomendable Si hay algo más entretenido en la experiencia universitaria que dejar pasar las horas dulcemente en los bares o cafeterías de la facultad de turno, en vez de ir a clase (bueno, eso me han contado...) es enterarse de la gran cantidad de chismorreos, maledicencias y habladurías variadas (y centradas básicamente en el profesorado y sus alumnos/as más dilectos) que produce cualquiera de esos sagrados centros de conocimiento, ya se trate de la Universidad de Harvard o del último campus de provincias de alguna universidad autonómica de reciente creación. El cotilleo, el arribismo y, sobre todo, las luchas intestinas (o interuniversitarias, también) están servidas. Más aún quizás en Italia, que no sólo es la patria de la más antigua universidad del mundo, sino que en lo de la sutileza en los juegos de poder, el disimulo en el apuñalamiento por la espalda y el manejo del lenguaje (no sólo verbal) para decir lo contrario de lo que parece nos llevan siglos de ventaja a todos los demás. Que quizá sea un tópico, es cierto, ma è ben trovato.  A Marcello Gori,  protagonista de la novela, sin embargo, parece que el rol de estudiante universitario le ha gustado tanto que ha procurado alargarlo todo lo posible, llevándole casi diez años sacar una licenciatura en Letras y aun por los pelos. Procrastinador casi profesional, devoto de la ley del mínimo esfuerzo y de la triquiñuela (resulta imposible no empatizar con este tipo), él mismo reconoce que su vida a los treinta no difiere mucho de la que llevaba a los dieciséis, en una perpetua huida hacia delante a lomos del síndrome de Peter Pan. Pero claro, todo tiene un límite y llega un momento que la cosa ya no puede alargarse más... es entonces cuando Marcello, gracias a un rebote inesperado, consigue una de las preciadas becas de doctorado en el departamento de Italianística Comparada (sic) de la Universidad de Pisa, bajo la dirección del venerado y casi omnisciente profesor Sacrosanti. La contrapartida a tan asombrosa chiripa es que éste le impone como tema de investigación la figura y obra de un escritor de segunda fila originario, como nuestro protagonista, de la cercana Viareggio, Tito Sella, muerto en la cárcel debido a su militancia -finalizada en un baño de sangre- en una suerte de Brigada Roja local, durante los célebres "años de plomo" en Italia. Y a ello que se pone, sin tener demasiada idea de cómo, nuestro amigo Marcello... No quiero llamar a engaño: en realidad, tampoco es que ésta sea una novela de campus a la italiana o al menos no lo es tanto como puede sugerir la premisa (y mi arranque de esta reseña); es cierto que podemos encontrar salseo académico, rivalidades, y pasteleos... De hecho, podemos aprender mucho de como funcionan tan doctas instituciones gracias a los consejos que sus compañeros de doctorado, mucho más versados en el secreto funcionamiento del mundo académico, le dan al bisoño, pese a llevar media vida como estudiante, Marcello -impepinablemente divertidas o viceversa, las lecciones que le da el sabelotodo Pier Paolo sobre el adecuado uso de las notas a pie de página o las sutilezas del arte del elogio a los artículos y ponencias de los colegas/rivales de especialidad-, así como otros conocimientos más o menos útiles para quien quiera dedicarse a la más fútil labor investigadora u organizar un simposio de literatura. Esta narración de los entresijos del mundo universitario, en principio en un tono jocoso -si bien en algún momento se vuelve serio o incluso trágico- es además el marco para otras dos narraciones que podemos encontrar dentro de ella, dos "novelas dentro de la novela": la primera, muy clara y que ocupa un tercio del libro, es la biografía de Tito Sella conjeturada por Marcello -y que titula La Estantigua, como la supuesta autobiografía inédita del sujeto de su tesis-, centrada sobre todo en su proceso de radicalización política y su toma de compromiso con la lucha armada (o, en otras palabras, el proceso de enajenación que podía llevar a un joven vasco a ingresar en ETA, a un joven musulmán a dedicarse a la yihad o a un joven blanco norteamericano a elegir un rifle de su colección de armas y cargarse al líder de una facción nazi rival) y con darle un sentido a su propia vida. El tercer nivel narrativo que veo en la novela, menos evidente que el segundo, pero que transcurre en paralelo con éste o, al menos como contrapunto, es el que cuenta el proceso de maduración, de entrada en la edad adulta de nuestro protagonista-narrador -aunque yo no me atrevería a calificarla, exactamente, como "novela de crecimiento", porque recordemos que el tipo tiene ya treinta añazos-; lo irónico es que este trayecto irreversible hacia la adultez se produce mientras Marcello lleva a cabo su doctorado, que él empezó, justamente, para tratar de prolongar su condición estudiantil y, en su caso, irresponsable. Su maduración se debe, pues, al estudio de la vida y obra de Sella, pero también por una estancia en París que resulta bastante tópica (por suerte, no tanto como en Actos obscenos en lugar privado de Missiroli), amén de una serie de circunstancias luctuosas que, quieras que no, te hacen poner los pies sobre la tierra. Por lo demás, los personajes resultan creíbles y sólidos, sin que tampoco el autor necesite dedicarles páginas y más páginas de introspección psicológica -un poco más, en todo caso, sobre Marcello y Tito Sella-; lo ambientes, perfectamente reconocibles (es decir, para quien conozca, por ejemplo, el laberinto mitterrandiano de la Biblioteca  Nacional de Francia) y las peripecias del protagonista, verosímiles en su avance lógico. En cuanto a la prosa de la novela, resulta cuidada pero sin perder su fluidez, denotando esa capacidad que tienen muchos escritores italianos -de hecho, el estilo de Ferrari me recuerda mucho al de Marco Malvaldi, que es de la misma zona, aunque quizás sus novelas sean menos ambiciosas-para resultar ágiles y livianos sin perder un ápice de densidad literaria ni de profundidad en el retrato psicológico, sociológico o histórico, en un análisis en el que lo divertido no está reñido con lo certero.  En este caso, más allá de la novela de formación que he comentado -o de maduración, más bien-, la indagación sobre el compromiso y sus consecuencias, que pueden ser trágicas pero también, en la mayoría de los casos, consiste en cerrar puertas que en nuestra juventud aún permanecen abiertas, en elegir un camino en el "jardín de los senderos que se bifurcan", que diría ya sabéis quién. Pues madurar y comprometerse es dejar morir el resto de posibilidades que se abrían ante nosotros, para poder vivir en una de ellas. para saber si Marcello es capaz o no de aprenderlo, leed la novela. Otra cosa no, pero os prometo que no os arrepentiréis... Nota final: Por lo visto, la ganadora del último premio Tusquets de novela, fallado recientemente (de hecho, mientras yo leía ésta otra), El corazón revolucionario del mundo de Francisco Serrano, también trata de un grupo armado ficticio de los años setenta. Asimismo, la película Una batalla tras otra de Paul Thomas Anderson (basada en la novela Vineland de Thomas Pynchon), también trata de un grupo armado revolucionario... Tal vez nos encontremos ante una nueva tendencia en alza... ¡Temblad, autores/as de romantasy!
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Hoy en ULAD: Ralph Barby: Alguien pintó el mal
Ralph Barby: Alguien pintó el mal
Idioma original: EspañolAño de publicación: 1981Valoración: Se deja leer (y a mucha honra) Alguien pintó el mal es el bolsilibro número 425 de la mítica Selección Terror de Bruguera. Lo escribió Ralph Barby (pseudónimo de Rafael Barberán Domínguez), prolífico autor de literatura popular que tiene en su haber la friolera de un millar de obras de todo tipo de géneros. El argumento de Alguien pintó el mal es el siguiente: el ya jubilado juez Cunning se lleva clandestinamente a Dorothy Ambross, una médium internada en un manicomio, al único caserón situado en una pequeña isla rodeada de un río. El juez quiere emplear los poderes de Ambross, así como la magia que permea el lugar, para contactar con Natalie Norton, una mujer que fue asesinada hace dos años. Laura Berner, la enfermera que cuida a Ambross, y Aldo Wassermann, sobrino de la propietaria del caserón, asisten a la sesión de espiritismo oficiada por Cunning. Pronto se preguntan si lo sobrenatural existe realmente y si el juez no está dispuesto a todo con tal de conseguir su objetivo. Si bien Alguien pintó el mal es una novela corta simple e incluso algo rudimentaria, cumple holgadamente su cometido (es decir, entretener) e incluso funciona sorprendentemente bien, al menos para los estándares de los bolsilibros. A fin de cuentas, te mantiene enganchado a lo largo de sus 96 páginas, su nivel de planificación es razonablemente alto y logra erigir un par de escenas particularmente siniestras.  Por supuesto, Alguien pintó el mal hubiera podido pulirse, ya que presenta erratas, una prosa pedestre, clichés del género, personajes y escenarios superficialmente descritos, un final precipitado (aunque no necesariamente anticlimático) y un morbo y erotismo que pecan de ingenuos para lectores contemporáneos. No obstante, todas estas carencias son fácilmente perdonables en una ficción sin pretensiones, cuyo autor escribía libros sin descanso. Incluso le dan ese simpático toque casposillo y cutre al conjunto, propio de libros de terror "pulp", que los fanáticos tanto apreciamos.
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Hoy en ULAD: Colaboración: 2x1 Contra Paraíso y Tranvía a la Malvarrosa, de Manuel Vicent
Colaboración: 2x1 Contra Paraíso y Tranvía a la Malvarrosa, de Manuel Vicent
Idioma original: español Año de publicación: 1993 / 1994 Valoración: está muy bien / entretenido 'Mi primera obligación es respirar, llamar a cada cosa por su nombre sin juzgar nada y ser feliz'. Esta frase que pronuncia Manuel bien entrada la acción resume su plan de vida. Es Manuel Vicent, autor de libros y artículos de prensa que lleva la friolera de sesenta años acompañando a los lectores españoles. Dos tercios de su vida, vaya. Entre el medio centenar de volúmenes que ha firmado hay algunos que recogen sus memorias. Contra Paraíso y Tranvía a la Malvarrosa son los dos primeros. Se pueden leer seguidos. En ellos el escritor cuenta su niñez y primera adolescencia. La posguerra sobrevuela la memoria personal. El silencio, republicanos en mesa aparte del bar, pueblos aislados donde llegaban diarios pasados de fecha que hablaban de la guerra mundial, la aparición fantasmagórica de un maqui, gasógenos, visitas de gobernadores. Pero también las vivencias de niño, el miedo a las máscaras, la primera novia, saltar unas hogueras de San Juan y casi inmolarse. Todo cubierto por el tapiz característico de Manuel Vicent. La huerta valenciana, el recetario tradicional, el mar por encima de todas las religiones. Y en medio un humor levantino casi berlanguiano. Hay una revuelta en un tren por una fiambrera de carne con tomate. Llega al pueblo el cine y lo tachan de invento del diablo. Un famélico roba un pan de dos kilos y lo ingiere a cien kilómetros por hora en tres minutos. La multitud lo ovaciona en el balcón del ayuntamiento. Hay peculiares justicieros por cuenta propia. Un maestro amaga con castigar al alumno por no saber qué es la patria y el otro le amenaza con cortarle el suministro de huevos de gallina. Un cura clama contra el afán de portar pistolas y pide el destierro de las armas. La evasión viene de mano de películas como Vidas cruzadas, A las nueve lección de química o Argel. El cine de repente cierra por desastrosas heladas. Hay que agarrarse a soñar con Castellón de la Plana o acercarse a los apeaderos desiertos del tren de Valencia. Un día un alguacil anuncia que ha terminado la guerra mundial y a continuación proclama a viva voz las tiendas del pueblo donde se pueden encontrar las mejores sardinas y los melones más tiernos. Contra Paraíso culmina con un gentío que espera una aparición mariana. Unos miran hacia arriba extasiados y otros aseguran que el resplandor es efecto de las bombillas de 100W que ha puesto el alguacil. Los dos libros reseñados tienen rasgos naturalistas y narran la angustia existencial del protagonista adolescente. Ambos en considerable y explícita deuda con Blasco Ibáñez. Pero la prosa de Contra Paraíso es más descriptiva y casi sin diálogo. Tranvía a la Malvarrosa es menos estático y hay más conversación. Tal vez ese hecho influya en la trayectoria desigual de ambos títulos. Mientras el primero es ya objeto de rigurosos estudios como el de Raquel Macciuci, el segundo se ha reeditado sin ton ni son a lo largo de los años ocupando una dimensión más popular. Tranvía a la Malvarrosa tiene como figurante estrella a Vicentico Bola, que ya aparece en las últimas páginas de Contra Paraíso. Personaje esperpéntico donde los haya, recorre los bajos fondos de todos los capítulos. Viaja en una Vespa ataviado con gorro ruso de astracán y el abrigo forrado de periódicos. El tranvía del título es el que toman el enamorado y su amada sin lograr coincidir. Entre que se encuentran y no, adquiere forma esa atmósfera mediterránea un poco entre grisácea y solar. Vicent habla de la misma Malvarrosa y la horchata de Alboraya con que muchos soñamos desde niños. En este libro está Valencia con ese sol particular, los olores y sabores procedentes del mercado, la lonja, el barrio chino o los pueblos de la huerta y la mezcla de ciudad levítica y descaro portuario propia de aquella época. A su llegada al protagonista lo reciben la humarada y el pintoresquismo que aún se ven al entrar a la ciudad en tren convencional procedente de Játiva o Albacete. La gente habla de contratos de naranjas. Los dependientes de comercio adiestran loros hinchas del Levante Unión Deportiva. Al joven Manuel le tienden trampas para que ingrese en una secta pero siempre se salva. Alguien dice de visitar a Joan Fuster o aparece una chica con la que escapar en bicicleta. Pase lo que pase "siempre está en mi corazón el hechizo de tu amor", como dice la canción fetiche del protagonista. —...Yo sabía que un día volverías a estar conmigo. Manuel, vámonos a la pensión. ¿No quieres? —¿A la pensión? —Vivo al lado del teatro Ruzafa, aquí mismo, encima del bar la Nueva Torera... Firmado: César Muñoz También de Manuel Vicent reseñado en ULAD: La muerte bebe en vaso largo
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Hoy en ULAD: Paul Auster: La invención de la soledad
Paul Auster: La invención de la soledad
Idioma original: inglés Título original: The Invention of Solitude Traducción: Marc Rubió en catalán para Edicions 62 y M.ª Eugenia Ciocchini Suárez en castellano para Seix Barral Año de publicación: 1982 Valoración: entre recomendable y está bien A pesar de que Paul Auster es uno de mis autores de cabecera (no en vano es el autor del que más libros tengo en mi biblioteca personal), su prolífica trayectoria literaria siempre deja lugar a lecturas olvidadas y, por ser un gran admirador del autor, a su vez pendientes. En este libro de marcado perfil autobiográfico, el autor construye dos partes claramente diferenciadas. En la primera de ellas, «Retrato de un hombre invisible», el autor nos narra cómo recibió la noticia de la muerte de su padre y el sentimiento de premura que sintió al saber que tenía que escribir sobre él antes de que fuera demasiado tarde, antes de que lo olvidara, pues su padre era de los que no dejaban huella en la vida de los demás, ya que, «en el sentido más profundo e inalterable, era un hombre invisible. Invisible para los demás, y muy probablemente también invisible para sí mismo. Si, mientras estaba vivo no dejé nunca de buscarlo, no dejé nunca de intentar encontrar un padre que no estaba, ahora que está muerto tengo la sensación de que todavía tengo que continuar buscándolo». Un padre ausente en su mayor tiempo, no físicamente, pero sí a nivel emocional, afectivo, más por su manera de ser que por intencionalidad, algo que el autor remarca al confesar que «pienso que para él el mundo era un lugar remoto, un lugar al cual nunca pudo acceder de verdad». Auster recuerda a su padre como una persona muy trabajadora, con gran afán de ganar dinero, pero de gastar poco, alguien que «a pesar de tener dinero, y poderse permitir todo lo que quería, parecía un pobre». Alguien que «lo que deseaba no era el dinero por si mismo, sino aquello que representaba (…) tener dinero no únicamente significa poder comprar cosas: significa que la necesidad del mundo no te afecta nunca». Para alguien así, Auster admite con pesar que probablemente para él «fui un mal hijo. O sino exactamente un mal hijo, al menos un desengaño, una fuente de confusión y tristeza. Para él no tenía sentido que le saliera un hijo poeta (…) mi padre creía que yo desaprovechaba mis dotes, que no quería crecer». A pesar de ello, «no estábamos unidos, pero no perdíamos el contacto». De igual modo, en esta parte autobiográfica, Auster también tiene un recuerdo de su abuela y nos relata como ella asesinó con una pistola a su abuelo esgrimiendo que este la maltrataba (motivo por el cual fue declarada a la postre inocente) así como el intento del hermano de este de vengar su muerte disparando a su vez a la mujer. Estos hechos debieron transformar a un niño que, por aquel entonces era todavía un crío. En la segunda parte del libro, «El libro de la memoria», Auster nos devuelve a sus personajes recurrentes envueltos de azar en el que nos traslada y evoca momentos históricos como la ocupación nazi y Anna Frank, así como la tercera guerra mundial a partir de una serie de personajes coetáneos o incluso que nos llevan recuerdos por coincidencias temporales en lugares históricos. También, en este libro que hace un retrato de la soledad y la ausencia, Auster nos habla de la vida y la muerte y lo enlaza con el Pinocho de Collodi (con una gran comparación entre la versión literaria y la que mayoritariamente conocemos a través de Disney), así como también nos habla de Van Gogh o los cuentos de la mil y una noches. En resumen, un libro menor dentro de la gran biografía del autor norteamericano, pero que, especialmente en su parte principal, nos ayuda a conocer mejor su pasado y su vida, origen y semilla de su gran y extensa obra literaria. Otros libros de Paul Auster en ULAD aquí
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Hoy en ULAD: Alia Trabucco Zerán: Limpia
Alia Trabucco Zerán: Limpia
Idioma original: españolAño de publicación: 2022Valoración: Muy recomendable (sin pretensión de objetividad) Hace ya algunas reseñas que vengo repitiendo, de forma bastante pesada incluso para mí, que en estos tiempos que corren es más necesaria que nunca una literatura política, que no solo hable del mundo en que vivimos, sino que quiera intervenir sobre él (aunque lo haga, insisto siempre también, desde géneros o técnicas no realistas, como la fantasía, la ciencia ficción, el terror...). De hecho esta necesidad de literatura política no viene de ahora, sino de la crisis política y económica del 2007-2008, cuyas consecuencias aún soportamos, aunque se haya hecho más acuciante en los últimos años con el ascenso de la extrema derecha global. (Sobre esto habla, aplicado a la literatura española, David Becerra Mayor en Después del acontecimiento, ensayo que espero también reseñar algún día). Pues bien, Limpia de Alia Trabucco Zerán no forma parte de la literatura española sino de la chilena pero es, sin duda, literatura deliberada y furibundamente política.  En Limpia la narradora y protagonista es Estela, criada interna de una familia adinerada de Santiago de Chile. Encerrada en un cuarto que pronto entendemos que es una sala de interrogatorios en dependencias policiales, Estela narra a un público invisible, oculto al otro lado del cristal reflectante, las circunstancias de la muerte de la niña a la que cuidaba desde su nacimiento, siete años antes. Esto no es un spoiler, la propia narradora lo cuenta en la segunda página de la novela, porque como en las tragedias (o como en la Crónica de una muerte anunciada), lo que interesa no es el desenlace, sino comprender el modo en que se llega hasta él. De hecho, es notable la forma como la autora consigue mantener la tensión y crear suspense, a pesar de que conozcamos el desenlace, a través de anuncios, indicios, premoniciones, que desde el principio parecen indicar la presencia de un desastre inminente (aunque este desastre solo llegue doscientas páginas después). Y este largo y sinuoso camino hasta el desenlace es un retrato de las diferencias de clase entre una mujer del sur del país, hija de madre soltera, sin medios, que tiene que trabajar para mantener a esta misma madre después de una caída. La narración, que tiene este origen policial, se amplifica sin embargo, como si la narradora jugase con la paciencia de sus oyentes, con innumerables detalles de su rutina diaria en casa de los "señores", con recuerdos de una infancia de privaciones con su madre, o de otras reflexiones sobre el mundo, sobre los seres humanos, sobre la realidad o sobre el lenguaje. (De hecho, la narradora provoca algunas veces a sus oyentes utilizando palabras cultas y preguntándoles si les extraña que una criada hable bien; luego sabremos que su madre solía llevarle libros de la casa de sus "señores").  Decía antes que esta es una novela política, y lo es en dos sentidos igualmente evidentes (quizás incluso demasiado evidentes en algún sentido, y para algunos lectores). El primero, obviamente, es que esta novela es una representación de las escandalosas diferencias de clase, en un país con una desigualdad social particularmente acentuada: la familia acomodada (él, médico; ella, empleada de una maderera), en su casa de lujo con cuarto para la criada, piano para la niña, piscina; y ella, la empleada interna, discreta, "limpia" (como dice el título), con la cual los señores pueden permitirse ser generosos o crueles (aunque la propia narradora aclara varias veces que "los señores siempre fueron buenos" con ella), siempre desde una posición de marcada superioridad clasista.  El segundo sentido en el que esta es una novela política es por la imbricación de la historia, sobre todo en el tercio final, con el contexto del "estallido social" de Chile de los años 2019 y 2020, provocadas por un aumento del precio del transporte en la capital, pero que naturalmente nacían de un malestar y una indignación sociopolítica más profundas. Así, la rabia y la conciencia de clase que Estela demuestra en sus palabras y en sus actos, en la forma como habla (o no habla) con sus señores, o en el modo como solo establece relaciones afectivas con una perra callejera o con el empleado de la gasolinera.  Limpia es por lo tanto una muy buena novela en dos niveles: en el nivel literario, está muy bien escrita (aunque se le podría reprochar, quizás, el ser demasiado morosa y algo repetitiva en ciertos momentos); en el nivel político, es un artefacto de intervención potente y directo, no excesivamente sutil pero efectivo. Muy recomendable. 
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