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Hoy en ULAD: Jose Valenzuela: Una
Jose Valenzuela: Una
Idioma original: Español  Año de publicación: 2025 Valoración: Está muy bien Me resulta inevitable pensar en Persona cuando miro la bergmaniana cubierta de Una. Tras la lectura de la novela, no me cuesta nada imaginar a Bibi Andersson y a Liv Ullmann en el papel de Una y de Jana, las dos protagonistas de un texto que, tirando de referencias cinematográficas, tiene también mucho de David Cronenberg. Y es que aunque, al menos inicialmente, podríamos etiquetar la novela de debut (¡y qué debut!) de Jose Valenzuela dentro de la ciencia ficción especulativa, hablamos de un texto firmemente arraigado en obsesiones y preocupaciones atemporales. De hecho, el comienzo de Una es absolutamente distópico. Mentes disociadas, "ladrones de cuerpos", implantes, desconexiones, etc que dan paso, progresivamente, a una historia plagada de máscaras y espejos, de entradas y salidas, a un puzzle complejo acerca de la identidad y su pérdida, la soledad, el dolor, el amor (sea en las formas que sea) y la muerte.  Pero en el caso de Una, casi tan importante como la historia que Valenzuela nos cuenta es el cómo nos la cuenta. Porque, tal como se dice en la página 27 del texto... Todo lo que se podría decir en este puto mundo ya se dijo en algún momento anterior. Lo único que podemos hacer ahora es decirlo de forma diferente.  Y así, la estructura cobra un peso fundamental. Una se mueve en diferentes niveles narrativos. No entraremos aquí en narratología ni mandangas similares (mis conocimientos son casi nulos), pero bastará decir que hay una historia principal distópico-existencialista (la de Una y Jana) conectada con varias subtramas personales y familiares que llevan a la novela a un terreno más realista, y que tanto unas como otras se ven interrumpidas / atravesadas por un coro de tragedia griega que lleva a Una hacia lo metaliterario (el papel del autor, la relación autor / personajes, relatos sobre el relato contados desde dentro del relato, etc). Ese ver(se) la novela desde fuera choca en un primer momento, pero funciona y cobra sentido a medida que avanza el texto. En resumen, una primera novela compleja y ambiciosa, no recomendable para todo los públicos (me temo que Valenzuela sabe que no es lo que se dice un escritor comercial 😜😜) pero sí para aquellos que gusten de textos arriesgados que opten por caminos menos explorados para hablar de aquello que fuimos, somos y seremos. 
dlvr.it
November 25, 2025 at 11:56 AM
Reposted by Un libro al día
Es doloroso que todavía hoy resuenen tan vigentes las palabras y los relatos de Emilia. Editorial Contraseña publicó una antología de sus cuentos titulada “El encaje roto”, que no se puede leer sin escalofrío.
Prólogo de Cristina Patiño Eirín
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🎨 Elisa Arguilé
November 25, 2025 at 10:30 AM
Hoy en ULAD: Ana Campoy: El paracaidista
Ana Campoy: El paracaidista
Idioma original: Español Año de publicación: 2024 Valoración: Está bienPuede que sea un poco injusto escribir una reseña de este libro siendo yo un ignorante (casi absoluto) de la historia de España y, en particular, de la sociedad de posguerra. Ni siquiera tengo del todo claro a qué guerra concreta se alude cuando, en el imaginario español, se dice simplemente “la posguerra”, si es un término pegado inevitablemente a la Guerra Civil o si puede extenderse a cualquier posconflicto. Esa distancia histórica y cultural pesa, sobre todo en una novela que parece pedir un lector que haya mamado desde la infancia ese contexto, que lo tenga incorporado en los gestos, en la lengua y en los silencios. Aun así, y quizá precisamente por eso, sigo creyendo que un buen libro debe sostenerse por sí mismo y que confiar en la sensibilidad precondicionada o en la nostalgia nacional es, en cierto sentido, otra forma de fan service. El paracaidista da testimonio de la vida en un pueblo que, aun quedando al margen de los frentes de batalla, sufre en carne propia las consecuencias y los residuos de la devastación. No le interesa tanto la cronología de los hechos como el clima moral que deja tras de sí la victoria de unos sobre otros: el miedo, la arbitrariedad, la sensación de que la ley es la voluntad de quienes ganaron. En ese espacio asfixiante, Campoy enfoca sobre todo a las mujeres, que aparecen doblemente castigadas: por un lado, por los estragos de la guerra; por otro, por el recrudecimiento de su sometimiento en un lugar donde el poder se ejerce sin contrapesos y la violencia se vuelve doméstica, cotidiana. La novela se inscribe claramente en esa línea de relatos que buscan devolver voz a las mujeres silenciadas de la posguerra española, mostrando cómo la violencia se prolonga a través del tiempo y de las generaciones.  Sin embargo, tengo que admitir que me hallé perdido durante buena parte del trayecto. La propia fuerza de la novela (esa mirada íntima, casi infantil, a ras de piso, dentro de las casas, en los pasillos y en las cocinas) se me volvía en ocasiones un obstáculo. Al desconocer la big picture, las claves históricas y simbólicas que un lector español probablemente reconoce de inmediato, me resultó difícil terminar de asentar las experiencias y puntos de vista de las dolientes. La narración, además, es deliberadamente errática: avanza a saltos, cambia de foco, se permite elipsis largas y vuelve sobre ciertos episodios con una lógica más emocional que cronológica. Esa apuesta formal tiene sentido con el tema (la memoria fragmentaria, el trauma, lo que no se dice), pero por momentos me dejaba con la sensación de estar leyendo diarios de personas que no conozco. Dicho esto, hay algo en la construcción de imágenes de Campoy que desarma cualquier resistencia. La autora trabaja con escenas breves, casi viñetas, donde un gesto o un objeto condensan un mundo entero: una casa a las afueras del pueblo rodeada de olivares, unas manos que cosen y descosen heridas, la sombra de un desconocido caído del cielo (literalmente). Los nombres y apodos de los personajes (la Tuerta, la Molienda, los Cascas, la niña muda…) funcionan como alegorías. En esos pasajes la prosa alcanza una belleza seca, contenida, que hace que la novela se lea a ratos como una fábula (que, según otras reseñas, la autora incorpora a su narración). También hay momentos en los que la escritura se permite una delicada entrada de lo mágico: no un realismo mágico exuberante, sino pequeñas grietas por las que se cuela lo extraño, lo simbólico, lo que escapa a la lógica del parte militar y del archivo histórico. El paracaidista del título actúa más como imagen que como personaje. Una figura caída de otro mundo que desencadena la trama y que, al mismo tiempo, funciona como recordatorio de que la historia grande, como la misma guerra, irrumpe en las vidas pequeñas sin pedir permiso. Para mí, lector extranjero, el libro ha resultado tal vez más eficaz cuando se abandona a esas zonas de penumbra poética que cuando insinúa referencias concretas a las coyunturas políticas. Mi principal reparo, por tanto, no tiene que ver con la ambición ni con la calidad de la escritura, sino con la puerta de entrada que ofrece al lector no español. La novela exige una cierta complicidad con la memoria colectiva (aunque se podría objetar que cualquier pueblo ha vivido episodios similares en su historia). Con todo, me cuesta decir que El paracaidista sea, para mí, una novela plenamente lograda. Reconozco su intención, la mirada hacia la retaguardia, el esfuerzo por devolverles cuerpo y voz a quienes sostuvieron el mundo mientras otros firmaban partes de victoria. También entiendo que quiera recordarnos que la violencia no se apaga con un armisticio, sino que se cuela y se perpetúa en la mesa, en la escuela, en la educación sentimental. Pero, pese a todo ello, la lectura me ha dejado más a las puertas que dentro. Sé que hay una memoria poderosa latiendo bajo el texto, pero siento que la novela confía demasiado en que el lector ya la comparta. En mi caso, esa distancia no termina de salvarse; me quedo con algunas imágenes hermosas y perturbadoras, con la intuición de un dolor colectivo que me excede, pero también con la sensación de que el libro me hablaba desde un lugar al que yo no tenía del todo acceso.
dlvr.it
November 24, 2025 at 11:15 AM
Hoy en ULAD: J.M Coetzee: El polaco
J.M Coetzee: El polaco
Idioma original: inglésTítulo original: The PoleAño de publicación: 2022 (primero se edita en castellano por movidas de Coetzee)Traducción: Mariana Dimópulos Valoración: Está bastante bien El Polaco (no confundir nunca con el cantante de cumbia argentino) es, probablemente, la última novela de Coetzee, considerando que ya tiene 85 años. Tengo para mí que hubiera sido inmejorable cerrar su trayectoria con la trilogía de Jesús, una gran sorpresa cuando la leí hace varios años; me costaba creer que a cierta edad uno pudiera producir, aún, novelas que estuvieran perfectamente a la par de sus mejores obras (léase Desgracia, La edad de hierro, etc). Pero el buen hombre habrá sentido que le faltaba por decir algo más, y decidió encarar sus temores y obsesiones por el lado de reversionar la historia de Dante y Beatriz (esto tomado con pinzas, incluso el propio libro discute el mito y lo equipara a otros como el de Orfeo y Eurídice, pero es lo que subrayan casi todas las demás reseñas). La figura de Dante la encontramos en Witold (que a mí me suena a nombre bastante común, pero quizás sea por pensar en Witold Gombrowicz), un polaco "que ronda los setenta, unos setenta vigorosos, es un pianista conocido como intérprete de Chopin, pero un intérprete controvertido". Es un hombre al principio frío, pero luego, cuando conoce a su Beatriz  (una catalana que organiza ciclos y recitales en honor a distintos intérpretes de música clásica) en uno de los conciertos que brinda, le vuelve la pasión en su vida e intenta, por todos los medios y de una forma entre compasiva y lastimera, acercarse a ella, que lo rechaza varias veces y a la vez piensa en el rol que juega en esa extraña relación, la de no querer un nuevo amor (ya tiene una familia armada) y la necesidad de experimentar algo que la saque de esa rutina sin trastocar toda su vida. Se menciona la originalidad (o al menos que no es costumbre elegirlo) del punto de vista no del que ama, en este caso el pianista Witold, sino de la amada Beatriz (y su nombre es literal). Para mí no es un punto a destacar en el sentido formal de la innovación/estructura, sobre todo cuando la trama es la que he descrito en el anterior párrafo. Es más inusual, pero eso no implica que signifique un descubrimiento acerca de lo que uno piensa y siente cuando otra persona se empecina en acercarse y conocerte. Si acaso, destaco la construcción de la novela en breves notas, como si fuera el diario de un escritor que se plantea cómo escribir esa historia (de hecho, las primeras notas contienen descripciones de ambos y los esbozos de lo que será la trama), y luego la misma cobra impulso y el autor (¿o narrador?) se deja llevar. Hasta ahí, puede parecer la típica historia de "vos me amás, yo pienso que exagéras, pero mantengamos una especie de contrato donde ninguno salga herido emocionalmente" (que no suele funcionar), pero la historia da un giro con cierto suceso, a lo cual Beatriz se replantea toda su relación y empieza a hacer gestos que uno ve como desesperados e irracionales, y que ella misma los ve así y no sabe por qué los hace (ella se considera una "persona inteligente, pero no reflexiva"), y a raíz de eso el libro profundiza mucho más en las miserias del amor no correspondido, en la incomodidad de la carga que a uno le significa ser amado, verse representado en un altar a los ojos de otra persona, haber participado, aunque un papel mínimo, en esa construcción, y no sentirte correspondido en ese ideal, no saber cómo destruirlo, no tener ni el tiempo ni las ganas de que esa visión se solidifique o derive en algo más profundo. Es hasta cierto punto divertido leer las justificaciones de un personaje que se considera civilizado y acoplado a todas las normas sociales (y para quien los ideales y los sentimientos son una cosa en la que creer pero no experimentar) y observar cómo se va derrumbando de a poco ese sistema de ideas, no hasta el absoluto, pero lo suficiente para experimentar una transformación. Que de eso se trata el amor, parece decirnos Coetzee (y se suma a la larga nota de pie de los herederos del verdadero romance), de recibir una herida por exponerte y que no puedas permanecer como el mismo de antes. Más obras de Coetzee acá:
dlvr.it
November 23, 2025 at 11:31 AM
Reposted by Un libro al día
En páginas finales de «Memorias de un niño», de Stig Dagerman. Publicado por @nordicalibros.bsky.social en castellano con traducción de Juan Capel y Marina Torres.
#habráreseña en @unlibroaldia.bsky.social
November 16, 2025 at 3:18 PM
Reposted by Un libro al día
Publicada la reseña de «Memorias de un niño», de Stig Dagerman. Publicado por @nordicalibros.bsky.social en castellano con traducción de Juan Capel y Marina Torres.
Hoy en ULAD: Stig Dagerman: Memorias de un niño
Stig Dagerman: Memorias de un niño
Idioma original: sueco Título original: no disponible Traducción: Marina Torres y Juan Capel en castellano para Nórdica Año de publicación: entre 1947 y 1952 Valoración: entre recomendable y muy recomendable Como muchos de vosotros sabréis, la literatura nórdica me ha dado grandes momentos de placer pues su estilo a menudo seco, rudo y con aires de soledad y tristeza encaja bastante con el tipo de literatura que me atrae: la que lleva al lector a plantearse situaciones y reflexiones en torno a la vida y la introspección. Y claro, Dagerman ya que me cautivó con su «Niño quemado», por su prosa contundente y su radicalidad emocional, así que cada nuevo libro traducido supone una nueva oportunidad de acercarse a esos pasajes mentales áridos e impactantes. Así que aquí me encuentro de nuevo, esta vez con un recopilatorio de cinco relatos de duración muy variable (entre cinco páginas el más corto y cincuenta el más largo) y resultado también desigual, aunque con alguna joya que hace que su lectura sea altamente recordable.  Empieza el primer relato, que da nombre al título del recopilatorio, donde el protagonista afirma tajantemente que «a inventar se empieza pronto. De niño siempre se es inventor. Luego, en la mayoría de los casos, te arrebatan el hábito». En este primer cuento, el autor nos retrata una realidad ardua desde la mirada de un niño; un niño que vive en una granja en medio de un extenso predio en un tiempo en el que los militares que se encuentran en maniobras hacen incursiones de vez en cuando a esos parajes. En ese escenario en el que la guerra sobrevuela el día a día, el protagonista sobrevive emocionalmente aferrado a la esperanza, pues abandonado por su madre está a la espera de que algún día, mezclada entre las numerosas mujeres que viene a veranear desde Estocolmo, venga a buscarlo porque en su fuero interno sabe que «alguna de ellas frenará la bicicleta, pondrá pie en tierra ante la verja, correrá hacia mí y me alzará en brazos. Tiene que ser ella, mi madre a la que nunca he visto». Este primer relato es duro, triste, pues es la historia de un niño que narra la penuria de una vida pobre, sin padres y viviendo con unos abuelos de los que «educaban a golpes de hacha», con un abuelo que dedicaba muchas horas al día a conrear sus tierras y una abuela que «siempre tenía una barra de pan para quien pasaba hombre»; unos abuelos que a menudo acababan dando comida a los pordioseros de los campesinos vecinos, aunque «tal vez éramos nosotros los más pobres de los campesinos de la comarca» y a los que en su manera ama y agradece ese sentimiento, pues en su ánimo de escribirles un poema al morir, sólo le salieron «unos lamentables versos que rompí avergonzado. Pero de la vergüenza, la importancia y el dolor nació algo que fue, creo, la pasión de ser escritor, es decir, de contar cómo se sufre el dolor, ser querido y quedarse solo». El segundo cuento, «Matar a un niño», es un magistral relato sobre las casualidades e infortunios de la vida, en la que se narra la vida de un hombre y un niño que coincidirán de manera trágica en un instante de sus vidas. La narración es sublime, la tensión es constante y la precisión es perfecta. De cortísima duración, contiene todo lo que uno espera de un relato. El tercer relato «Aguanieve» es, probablemente y con diferencia, el más flojo de todos, aunque al ser de corta duración en seguida nos encontramos con el cuarto relato, el más extenso con diferencia de este libro y que trata sobre un joven al que se le acaba de morir el padre. Un texto en el que se habla sobre la muerte, pero especialmente sobre la vida compartida y los recuerdos con los que ya no están. Un relato en el que el protagonista nos traslada la difícil relación con sus padres y sus hermanos y demás gente del pueblo en un texto embriagado de alcohol, tristeza y añoranza que culmina de manera magistral al afirmar que «ya no habrá padre alguno que me invite a pasar a su alcoba y me hable como a un hombre. Ya no hay nadie que no quiere sino engañarme y ser cruel conmigo. Mañana estaré solo». Ya en su último relato, muy breve y alabado por gran parte de la crítica y escrito en forma de testamento o legado, es sobre la necesidad que tenemos de consuelo, de algo que nos abrigue, que nos reconforte y nos acoja en un mundo hostil. Un anhelo de algo que nos permita seguir adelante en tiempos difíciles y que el autor plasma hábilmente al decirse para sí mismo que «cuando mi angustia dice: Desespérate, que el día está rodeado de dos noches, grita el falso consuelo: Ten esperanza, que la noche está rodeada de dos días». En un bonito alegato a la vida, escrito por el autor poco tiempo después de terminar la segunda guerra mundial (como el resto de los relatos de este volumen), también supone una declaración de intenciones pues asevera que «como anhelo la confirmación de que mi vida no carece de sentido y de que no estoy solo en el mundo, reúno las palabras en un libro y se lo regalo al mundo. El mundo me da a cambio dinero y fama y silencio. Pero a mí qué me importa el dinero y a mí qué me importa contribuir al progreso de la literatura; a mí lo que me importa es lo que nunca consigo: la confirmación de que mis palabras han tocado el corazón del mundo».  Para terminar, dice el autor en sus páginas finales que «me esclaviza mi talento hasta el punto de que no me atrevo a usarlo por miedo a haberlo perdido». Celebramos que su necesidad de expresar aquello que sentía venciera el miedo a no estar a la altura de sus propias expectativas. Sin duda, sí está a la altura de las nuestras. También de Stig Dagerman en ULAD: Niño quemado, Otoño alemán
dlvr.it
November 21, 2025 at 4:55 PM
Reposted by Un libro al día
En páginas finales de «Animals inexpressius», de @xmascraviotto.bsky.social Editado por @laltraeditorial.bsky.social en catalán. #habráreseña en @unlibroaldia.bsky.social
November 22, 2025 at 11:38 AM
Hoy en ULAD: Catherine Lacey: Nunca falta nadie
Catherine Lacey: Nunca falta nadie
Idioma original: inglés Título original: Nobody is ever missing Año de publicación: 2016 Traducción: Damià Alou Valoración: recomendable Pues aquí finaliza mi (completamente) particular retrospectiva de la obra de Catherine Lacey. Como era de esperar, no ha publicado nada desde que empecé reseñando su celebrada Biografía de X, así que aún es pronto para saber si esa cuarta novela fue una confirmación de un talento en progresión o una puntual cúspide de ambición, como parece apuntar su temática y su extensión. Me ahorro valoraciones conjuntas que serían meras especulaciones sobre si es simplemente una escritora joven en progresión o uno de esos fenómenos que se desvanecen a la que una novela flojea, porque sí que he de reconocer que esto sucede con excesiva frecuencia,en un mundo editorial que está sobrecalentado en su volumen de publicación, y congelado en su potencial masa receptora. Paseaos por el transporte público de cualquier gran ciudad y observad qué concentra la atención de las nuevas generaciones. O especulad cómo se  combate con una hoja de papel escrito contra el scroll infinito. Vaya ripio, joder. Lacey empezó su carrera con esta novela sobre una mujer joven que deja su vida, su relativamente confortable vida y se va a Nueva Zelanda, en un desplazamiento que es a la vez huida y búsqueda, y como no puede ser de otra manera en cierto tipo de novelas, esa escueta frase resume la trama y todo lo que surge de ella son causas y consecuencias. Un matrimonio que no es feliz ni infeliz, sino meramente funcional, algún eco que resuena de una tragedia íntima en el pasado. Como reza el tópico, es nada y es todo. Un planteamiento minimalista sobre el que Lacey desarrolla un ejercicio de un marcado perfil psicológico, pues Elyria (curioso nombre) se debate entre dudas y episodios de rememoración, entre angustia e inmersión en su propia personalidad, sin que la novela (la no-vela) parezca aventurarse hacia final alguno al uso, cuestión que la emparentaría con algunos otros autores en lo que yo denominaría literatura de situación. Vista de modo retrospectivo, la obra de Lacey evoluciona alrededor de un esquema algo flexible en que sus protagonistas, siempre mujeres, aparecen de la nada en entornos extraños, no siempre amigables, escenarios a los que deben adaptarse a costa de algún tipo de sacrificio. Repito, es pronto, con cuatro novelas, para ver si Lacey llegará a la grandeza que algunos ya se han obstinado, digamos mejor empeñado, en otorgarle. Ha desarrollado un estilo propio y con Biografía de X salió a tomar aire, aunque sea retóricamente, de cierta dinámica claustrofóbica algo existencialista, de personajes que persiguen la soledad como si esta fuera la auténtica proyección de la personalidad. Leeré, por supuesto, esa supuesta quinta novela que supongo estará preparando en el futuro. El resto de la obra de Lacey reseñada aquí    
dlvr.it
November 22, 2025 at 11:46 AM
Hoy en ULAD: Stig Dagerman: Memorias de un niño
Stig Dagerman: Memorias de un niño
Idioma original: sueco Título original: no disponible Traducción: Marina Torres y Juan Capel en castellano para Nórdica Año de publicación: entre 1947 y 1952 Valoración: entre recomendable y muy recomendable Como muchos de vosotros sabréis, la literatura nórdica me ha dado grandes momentos de placer pues su estilo a menudo seco, rudo y con aires de soledad y tristeza encaja bastante con el tipo de literatura que me atrae: la que lleva al lector a plantearse situaciones y reflexiones en torno a la vida y la introspección. Y claro, Dagerman ya que me cautivó con su «Niño quemado», por su prosa contundente y su radicalidad emocional, así que cada nuevo libro traducido supone una nueva oportunidad de acercarse a esos pasajes mentales áridos e impactantes. Así que aquí me encuentro de nuevo, esta vez con un recopilatorio de cinco relatos de duración muy variable (entre cinco páginas el más corto y cincuenta el más largo) y resultado también desigual, aunque con alguna joya que hace que su lectura sea altamente recordable.  Empieza el primer relato, que da nombre al título del recopilatorio, donde el protagonista afirma tajantemente que «a inventar se empieza pronto. De niño siempre se es inventor. Luego, en la mayoría de los casos, te arrebatan el hábito». En este primer cuento, el autor nos retrata una realidad ardua desde la mirada de un niño; un niño que vive en una granja en medio de un extenso predio en un tiempo en el que los militares que se encuentran en maniobras hacen incursiones de vez en cuando a esos parajes. En ese escenario en el que la guerra sobrevuela el día a día, el protagonista sobrevive emocionalmente aferrado a la esperanza, pues abandonado por su madre está a la espera de que algún día, mezclada entre las numerosas mujeres que viene a veranear desde Estocolmo, venga a buscarlo porque en su fuero interno sabe que «alguna de ellas frenará la bicicleta, pondrá pie en tierra ante la verja, correrá hacia mí y me alzará en brazos. Tiene que ser ella, mi madre a la que nunca he visto». Este primer relato es duro, triste, pues es la historia de un niño que narra la penuria de una vida pobre, sin padres y viviendo con unos abuelos de los que «educaban a golpes de hacha», con un abuelo que dedicaba muchas horas al día a conrear sus tierras y una abuela que «siempre tenía una barra de pan para quien pasaba hombre»; unos abuelos que a menudo acababan dando comida a los pordioseros de los campesinos vecinos, aunque «tal vez éramos nosotros los más pobres de los campesinos de la comarca» y a los que en su manera ama y agradece ese sentimiento, pues en su ánimo de escribirles un poema al morir, sólo le salieron «unos lamentables versos que rompí avergonzado. Pero de la vergüenza, la importancia y el dolor nació algo que fue, creo, la pasión de ser escritor, es decir, de contar cómo se sufre el dolor, ser querido y quedarse solo». El segundo cuento, «Matar a un niño», es un magistral relato sobre las casualidades e infortunios de la vida, en la que se narra la vida de un hombre y un niño que coincidirán de manera trágica en un instante de sus vidas. La narración es sublime, la tensión es constante y la precisión es perfecta. De cortísima duración, contiene todo lo que uno espera de un relato. El tercer relato «Aguanieve» es, probablemente y con diferencia, el más flojo de todos, aunque al ser de corta duración en seguida nos encontramos con el cuarto relato, el más extenso con diferencia de este libro y que trata sobre un joven al que se le acaba de morir el padre. Un texto en el que se habla sobre la muerte, pero especialmente sobre la vida compartida y los recuerdos con los que ya no están. Un relato en el que el protagonista nos traslada la difícil relación con sus padres y sus hermanos y demás gente del pueblo en un texto embriagado de alcohol, tristeza y añoranza que culmina de manera magistral al afirmar que «ya no habrá padre alguno que me invite a pasar a su alcoba y me hable como a un hombre. Ya no hay nadie que no quiere sino engañarme y ser cruel conmigo. Mañana estaré solo». Ya en su último relato, muy breve y alabado por gran parte de la crítica y escrito en forma de testamento o legado, es sobre la necesidad que tenemos de consuelo, de algo que nos abrigue, que nos reconforte y nos acoja en un mundo hostil. Un anhelo de algo que nos permita seguir adelante en tiempos difíciles y que el autor plasma hábilmente al decirse para sí mismo que «cuando mi angustia dice: Desespérate, que el día está rodeado de dos noches, grita el falso consuelo: Ten esperanza, que la noche está rodeada de dos días». En un bonito alegato a la vida, escrito por el autor poco tiempo después de terminar la segunda guerra mundial (como el resto de los relatos de este volumen), también supone una declaración de intenciones pues asevera que «como anhelo la confirmación de que mi vida no carece de sentido y de que no estoy solo en el mundo, reúno las palabras en un libro y se lo regalo al mundo. El mundo me da a cambio dinero y fama y silencio. Pero a mí qué me importa el dinero y a mí qué me importa contribuir al progreso de la literatura; a mí lo que me importa es lo que nunca consigo: la confirmación de que mis palabras han tocado el corazón del mundo».  Para terminar, dice el autor en sus páginas finales que «me esclaviza mi talento hasta el punto de que no me atrevo a usarlo por miedo a haberlo perdido». Celebramos que su necesidad de expresar aquello que sentía venciera el miedo a no estar a la altura de sus propias expectativas. Sin duda, sí está a la altura de las nuestras. También de Stig Dagerman en ULAD: Niño quemado, Otoño alemán
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November 21, 2025 at 11:05 AM
Hoy en ULAD: Consuelo Rojo: Las aventuras de Baltasar y Franco
Consuelo Rojo: Las aventuras de Baltasar y Franco
Idioma: lógicamente, español Año de publicación: 2025, a partir de un fanzine de 2014, de VV. AA. Valoración: no puedo valorar tal maravilla... Me embarga la emoción Se cumplen hoy cincuenta años del fallecimiento del Generalísimo Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la Gracia de Dios (esto lo ponía en las monedas de cinco duros, así que nadie debe dudarlo), figura fundamental en la Historia de España del siglo XX y aún hoy en día, que sigue siendo de lo más controvertida, pues despierta tanto reacciones de rechazo (sobre todo, entre los sediciosos domeñados por su mano de hierro) como de admiración y aun arrobo (curiosa y elocuentemente, esto más entre la muchachada, por lo visto).  Como a todo gobernante, por magnánimo que sea, al Caudillo se le pueden atribuir luces y sombras, aunque sus méritos son bien conocidos: llenar de embalses la geografía española; propiciar una recuperación económica, tras la victoria en la Cruzada nacional que le llevó al poder, que tardó tan solo veinticinco años en conseguirse; permitir de dos millones de españoles salieran a  trabajar y prosperar a otros países, evitar a sus compatriotas el molesto engorro de las citas electorales... Ahora bien, incluso muchos de sus fieles partidarios ignoran una circunstancia que tuvo gran trascendencia en su vida personal, pero también en su actividad rectora y benefactora del destino de los españoles: su entrañable amistad con Baltasar,  el Rey Mago de color -negro, en este caso-, tan querido por millones de niños y por tantos concejales que se pintaban la cara para representarlo en las cabalgatas de pueblos y ciudades, antes de que la dictadura woke se lo prohibiera... El Generalísimo -por entonces tan sólo cabo furriel- conoció al rey Baltasar durante la Guerra de África (¿dónde, sino?) y desde entonces forjaron una amistad inquebrantable que les llevó a vivir mil aventuras por los cinco continentes... o al menos un par de ellos: compartieron momentos de alborozo y zozobra, noches de bohemia y de pasión tanto en Las Vegas (Nevada) como en Marruecos, el cariño sincero del noble pueblo vascongado y el interés por los pinitos de la investigación aeroespacial española,  Baltasar aconsejó al Caudillo en espinosos cuestiones de Estado, como el de su sucesión, Que al final recayó en el entonces príncipe y luego rey Juan Carlos, que no otorgó graciosamente la democracia (así que podemos decir que en realidad la democracia española fue obra del Caudillo, como nuestro rey emérito y nunca suficientemente añorado ha declarado hace poco). En correspondencia, el Generalísimo Franco, con su proverbial generalisidad, ayudó al Rey Mago en su dura tarea de una noche al año, cuando su compañero Gaspar estuvo de baja y el venerable Melchor estaba ya cansado de recorrer las viviendas de tanto infante para dejarles regalos. Los niños de España de aquella época, pues, están en doble deuda con el caudillo, que les permitió vivir en una paz justa y duradera, además de mantener su ilusión como cada seis de enero, un día de inocente felicidad antes de volver al cole a estudiar para hacer grande a la Patria, que tampoco hay que acostumbrarse a la molicie. Por último, no puedo dejar de mencionar esa otra gran obra de nuestro mejor Jefe de Estado, la erección, con sus propias manos, incluso, del Valle de los Caídos, su legado de paz y fraternidad entre españoles para las generaciones futuras, hecha piedra y hormigón armado. Todas estas aventuras de nuestra pareja de amigos y más aún están perfectamente contadas en este divertido, mas educativo, libro de la ilustradora Consuelo Rojo, quien, pese a su equívoco apellido, os aseguro que es una patriota como Dios manda. Qué mejor homenaje para recordar las hazañas, la bonhomía y la generosidad de nuestro Caudillo, Salvador de España, Generalísimo de los Ejércitos, Centinela de Occidente, Enviado de Dios, Espada de la Cristiandad, Timonel de la dulce sonrisa, Vencedor del dragón de siete colas, Falo incomparable del Padre Todopoderoso. El líder providencial en cuyo honor el pueblo, siempre sabio y agradecido, compuso de forma espontánea una letra para el Himno Nacional cuyas palabras resuenan siempre en los corazones de todo español de bien... O, simplemente, el grito imperecedero de orgullo y devoción que surgía cada 18 de julio de millones de gargantas, tras su victoria sobre el Satán bolchevique: ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!
dlvr.it
November 20, 2025 at 11:20 AM
Hoy en ULAD: Luigi Pirandello: El difunto Matías Pascal
Luigi Pirandello: El difunto Matías Pascal
Idioma original: italiano Título original: Il fu Mattia Pascal Traducción: Ildefonso Grande y Mario Grande Ramos Año de publicación: 1904 Valoración: Está bien Quizá un día de estos podríamos jugar a crear tipologías de libros según las sensaciones que nos va proporcionando la lectura, algo más que una valoración general, por ejemplo libros que comienzan de forma brillante pero que enseguida se desinflan (montones), otros a los que extirparíamos trozos que nos parecen innecesarios o que los lastran de alguna manera, o aquellos que no cumplieron las expectativas pero nos dejaron a cambio alguna satisfacción inesperada. Y esto podría extenderse sin límites. A esta novela de Pirandello la clasificaría en dos lotes: libros que no empiezan nada bien, pero poco a poco van ganando altura, y aquellos que solo somos capaces de apreciar mejor dejando pasar cierto tiempo. Que a los mejor son dos características no tan diferentes. Porque no, realmente no empieza nada bien la historia de Matías Pascal (entre paréntesis, qué manía de traducir los nombres propios, a no ser que sean ingleses). Aunque Pirandello lanza alguna bengala para dejar señalado que no será una historia convencional, lo cierto es que todo tiene un tufillo costumbrista un poco desalentador: familia acomodada cuya decadencia la gestiona un administrador sin escrúpulos, amoríos pueblerinos a dos bandas con suegra agresiva, el amigo tontito enamorado, y todo ello sumergido en una prosa que imita sin recato el habla coloquial, a veces dubitativa y a veces enfática, de forma que en ocasiones no es fácil hacerse con el hilo de las conversaciones. También es verdad que Pirandello nos deja alguna escena bien montada y muy divertida, como una memorable pelea entre dos viejas. Pero el momento fundamental de la narración (no es espoiler, sino punto de partida) es la extraña forma en que Matías, en su ausencia del pueblo, es dado por muerto sin que se sepa del todo si se trata de un lamentable error o hay tras ello alguna intención oculta. El caso es que, liberado de ataduras, el protagonista inicia una nueva vida. ¿Qué significa que uno pueda borrar completamente su pasado, dotarse de una nueva personalidad y sentirse libre para cualquier iniciativa que le apetezca? Lo que parece un privilegio sin parangón para alguien aprisionado en un pequeño pueblo y en un círculo familiar más bien tóxico ¿puede convertirse en algo muy diferente? En definitiva, la libertad absoluta ¿es por sí misma garantía de felicidad, o la vida se compone de más cosas que deben tener su lugar y encajar entre sí? ¿La felicidad o parte de ella podría consistir en disponer de esas piezas y conseguir que funcionen con armonía? Son preguntas que se van dejando caer en el curso de la experiencia del nuevo Matías, y es mirando así el relato, desde una cierta distancia, cuando va cobrando todo su valor, ese que a veces, como esta, se resiste en el momento de leer. Porque la narración en sí tiene además un poco de todo. Sin abandonar ese peculiar estilo que se puede hacer algo incómodo, contiene algunas magníficas caracterizaciones de personajes, así como imágenes de gran belleza y carga metafórica, como aquella de las sombras pisoteadas por carruajes y animales. Y al mismo tiempo, se ve también lastrada por algunos pasajes demasiado largos y con poco sentido, como ciertas incursiones en la teosofía y en algo parecido al espiritismo, o como algunos personajes que contribuyen a la confusión y aportan más bien poco. De manera que conviene dar a la lectura un cierto margen para que terminen calando las dudas en torno a la condición humana, que son en mi opinión la columna vertebral del relato, y dejemos en segundo plano lo que al menos desde fuera, y reconozco que dicho con cierto atrevimiento, parecen deficiencias técnicas que han podido suponer un obstáculo, pero que quizá no debieran oscurecer lo esencial de la historia.P.S.: No me dirán que no es estremecedor ese 'fu' del original italiano, por 'difunto'. No solo evoca fugacidad, 'fu' es un soplo, un instante, lo que dura una vida: 'fu', y ya está. Otras obras de Luigi Pirandello reseñadas en ULAD: Seis personajes en busca de autor, La pena de vivir así, Uno, ninguno y cien mil
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November 19, 2025 at 11:36 AM
Hoy en ULAD: Xito Parrondo: Miarma Town
Xito Parrondo: Miarma Town
Idioma original: Español  Año de publicación: 2025 Valoración: Entretenido y resultón No sé yo si el continente le hace demasiada justicia al contenido. Porque aunque la cubierta habla de "la novela más divertida que vas a leer este año (y el que viene también)" y la contracubierta promete "una novela salvajemente divertida", creo que no es del todo así. Con esto no digo que Miarma town no sea divertida, que lo es, sino que creo que ese no es su principal ingrediente. Ya puesto a describirla, diría que es alocada, disparatada y gamberra, pero con un puntito oscuro.   Y eso que el principio tiene un puntito houellebecquiano. Houellebecquiano, pero gamberro, claro. Porque hay una pareja en crisis, unos "cuernos" o un escritor borrachuzo y cocainómano, tipos que podrían pasar por personajes de alguna novela de Houellebecq o de Beigbeder. Aunque pronto vemos que no van a ir por ahí los tiros, que todo va a ser mucho más alocado. Embestía con un ritmo metódico, casi solemne, con la cadencia lenta y pesada de una procesión de Semana Santa, pero con una devoción infinitamente mayor. Así, tras una primera parte que sirve fundamentalmente como presentación de personajes (la ya comentada pareja formada por Marisa e Ignacio, el escritor borrachuzo y medio yonki, el narco sevillano, el poli vasco que escucha a Kortatu y el sicario mexicano/peruano amante de la lectura) y puesta en marcha del mecanismo que desencadena la acción, todo se acelera y se convierte en una alocada Sangre fácil a la andaluza. ¡De hecho, la premisa es más o menos parecida! Lo absurdo y lo surrealista se insertan en lo real (¿o es lo real lo que se ve atravesado por lo absurdo y lo surrealista?), las más bajas pasiones se apoderan de los protagonistas y una espiral de muerte recorre las calles de una Sevilla que juega un papel importante en el texto.  Pero ya digo que esta no es, o no es solo, una novela negra o una novela "de humor". Su aparente ligereza y/o sencillez no puede ocultar que, en el fondo, la novela habla de los más bajos instintos (a veces, pocas, también de los más "altos") y de cómo estos nos llevan a sobrepasar ciertos límites.  Entre los aspectos que destacaría del texto están: * el ritmo y los diálogos, en los que no sé si tendrá algo que ver la formación del autor en Dirección Cinematográfica y Guion. Con un pequeño pero, eso sí, que comento después. * sus intentos, especialmente en la parte inicial, de jugar con las voces de los protagonistas. * sus guiños metaliterarios. * su mala baba. En el lado menos bueno quedan: * la inserción de algunos relatos escritos por uno de los protagonistas, que tienen un tono demasiado similar al del narrador. Además, pese a que cobran sentido al final de la novela, creo que rompen con el ritmo de la misma * el abandono de ese tono más houellebecquiano del comienzo. Resumiendo, Miarma Town no se estudiará en las Facultades de Filosofía y Letras (tampoco creo que el autor lo pretenda), pero deja entrever cualidades en su autor, entretiene y, al mismo tiempo, deja lugar a la reflexión. Más que suficiente, ¿no?
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November 18, 2025 at 11:50 AM
Hoy en ULAD: Carlos Pérez Merinero: El ángel triste
Carlos Pérez Merinero: El ángel triste
Idioma original: EspañolAño de publicación: 1983Valoración: Está bien El ángel triste es una novela negra simple pero efectiva. Sin ser extremadamente memorable, compleja o profunda, resulta sumamente entretenida, presenta un ritmo trepidante y personajes razonablemente perfilados. Sus vulgarimos, diálogos chispeantes y escenas de sexo y violencia recuerdan a los de la encantadora literatura "pulp".  Tiene cierto mérito en tanto que pionera del género en español, pues su autor, Carlos Pérez Merinero, siempre narró sus ficciones en primera persona desde el punto de vista de un criminal, cosa poco habitual en su época. Trata sobre un hombre de 32 años que quiere una existencia tranquila, una existencia que no le obligue a asumir responsabilidades, en la que el visionado de películas en su aparato de vídeo, el dinero y el sexo estén asegurados. Pero su madre, que se empeña en vivir, le priva de recibir la herencia, su amante Julia le pide que se mude con ella, amenazando su soledad, y los vecinos del piso de al lado discuten todos los días, impidiéndole hallar la paz.  El único reproche que le haría a El ángel triste es que ciertos pasajes no aportan gran cosa y que su tercera parte (aunque interesante en sí misma) se siente algo desconectada de las dos primeras. También destacaré que, si bien la perversión moral y sexual del protagonista podían resultar escandalosas en su época, a día de hoy se antojan bastante suaves. En resumen: esta novela gustará a los incondicionales del género negro, especialmente a quienes acudan a ella anticipando una prosa meramente funcional, la disección de un personaje amoral, un descenso a los infiernos de la autodestrucción y saludables dosis de sexo sórdido y violencia cruda.  El ángel triste se publicó originalmente en la mítica colección Libro Amigo de Bruguera en 1983. Yo he leído una reedición de Vernacci, cuyo diseño y formato (el libro emula una cinta de vídeo, y la cubierta y contracubierta su funda) me parece muy original.  Ah, la novela ha sido adaptada al cine, aparentemente con poco acierto, en dos ocasiones, en películas tituladas Bajo en nicotina (1984) y Bueno y tierno como un ángel (1989).
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November 17, 2025 at 11:08 AM
Hoy en ULAD: John Steinbeck: La luna se ha puesto
John Steinbeck: La luna se ha puesto
Idioma original: inglésTítulo original: The moon is downAño de publicación: 1942Traducción: Pedro LecuonaValoración: bastante recomendable Antes de leer la novela, y conociendo de su existencia por varios años, había pensado que el título era horrible, muy parecido a nombrar De ratones y hombres como La fuerza bruta. Pero después de terminarla se entiende mejor el porqué del título. De repente, en un pueblo y en un tiempo del que nunca se sabe con seguridad la época (aunque se intuye que es cerca del final de la Segunda Guerra Mundial), los habitantes son invadidos como un relámpago por culpa de un mercader que filtra a los militares la organización y defensa del pueblo. Esta invasión se da por la mina de carbón que poseen, necesaria para seguir proveyendo de recursos a la potencia enemiga. En la casa del alcalde Orden se discute la manera de recibir a los militares (con un deje civilizado que hoy, me temo, nos queda muy lejos) y de cómo resistir sin que eso cause más muertes en la población, ya que algunos jóvenes fallecieron por defender el pueblo, escasamente armado contra tanques y ametralladoras. A su vez, el líder de los militares, el coronel Lanser, también es bastante cortés en su trato hacia los demás y reconoce la jerarquía y el rol del alcalde como fundamental para contener el aturdimiento, primero, y luego la rabia silenciosa del pueblo, creyendo ingenuamente que se pondrá de su lado para asegurar el poder. Pero el alcalde Orden, a diferencia de sus congéneres del mundo real, cuenta con un sentido de pertenencia hacia su territorio y una dignidad, compasión y orgullo por cada uno de sus habitantes, valores y sentimientos que son mutuos, excepto en el caso del mercader delator, que se humilla constantemente esperando su recompensa y a quien todo el pueblo execra ignorándolo. A lo largo del libro, las tropas militares, que esperan vanamente el comunicado de triunfo de la sede mayor, malgastan meses tratando de comunicarse con los habitantes, desesperándose por el silencio y la imposibilidad de establecer un vínculo mínimo. Todo empeora cuando ocurre lo inevitable, la rebelión física de uno de los habitantes hacia un capitán; juzgado y condenado a muerte, la rabia comienza a aflorar en acciones cada vez más confrontativas.  Steinbeck, aunque todos sus personajes conserven los modales (los invasores no matan por diversión ni violan) hasta casi cerca del final, cuando los soldados han perdido los nervios por los constantes desafíos y añoran obsesivamente su hogar, no es ningún ingenuo y nos recuerda a cada rato que la ira callada se retroalimenta y perdura esperando el momento de volcarse sobre los otros, tenga el costo que tenga. Hay momentos en donde uno cree que se acerca el acercamiento definitivo entre las dos fuerzas, un intento de empatía, porque, como lector, también se comprende a los soldados que esperan la victoria y que, en la realidad y sin enterarse por parte de sus mayores, viven perdiendo hasta despojarse de toda parafernalia militar para intentar abrirse (sea a los tumbos o sinceramente) hacia los demás, sin ningún resultado. ¿Qué elegir, qué pensar, cuando la diferencia entre un bando y otro es que uno hace las cosas que debe hacer para que su espíritu no fallezca y otro, igual de obligado y hasta cierto punto engañado, hace las cosas que ya no quiere hacer, produciéndole una derrota moral? Es en esa ingenuidad o buena voluntad del lector donde Steinbeck triunfa para contar descarnadamente los hechos, sin que estalle en primer plano la violencia, pero dejando un poso de tristeza por los enfrentamientos ordenados y una gran admiración hacia el alcalde y el pueblo, que no deja a nadie tirado y que comprende que debe luchar aunque tenga todas las de perder. Los personajes, si bien cumple cada uno con su prototipo, son memorables (el coronel honrado que detesta lo que hace, el capitán ansioso de sangre y poder, el alcalde conocedor del alma de su población, cada soldado nostálgico de su casa y con reacciones diversas), y la novela, corta, sin florituras y llena de diálogos, causa la sensación de la verdadera literatura.  Y eso que es considerada una obra menor. Monografía casi completa de Steinbeck: El invierno de mi desazón, Al este del Edén, Los vagabundos de la cosecha, De ratones y hombres, El autobús perdido, La perla, Las uvas de la ira, Tortilla Flat
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November 16, 2025 at 11:23 AM
Hoy en ULAD: David Grann: El comandante yanqui
David Grann: El comandante yanqui
Idioma original: inglés Título original: The Yankee Comandante Año de publicación: 2012 Traducción: Sandra Caula Valoración: muy recomendable Con apenas ciento veinticinco páginas, y un tiempo de lectura de apenas un par de horas, El comandante yanqui es el tipo de lectura que ofrece mucho más de lo que tan escueto contenido pueda hacer presagiar. La historia de William Morgan, que se une en los años 50 a la guerrilla que acabará alzándose con el poder en Cuba, derrocado Batista podría parecer, en estos tiempos turbios dominados por las opiniones políticas contrapuestas usadas por doquier (sobre todo en las RRSS, por supuesto) como armas arrojadizas algo proclive a la idolatría, a la idealización. Y no es que la historia deje al régimen cubano en demasiado buen sitio, más bien simplemente añadido a la larga lista, con muchos miembros ya, de experimentos utópicos, tan loables y admirables en sus planteamientos, tan necesarios en sus determinados momentos históricos, tan deteriorados o directamente dinamitados por lo que siempre acaba siendo la naturaleza humana en su peor versión: avaricia, corrupción, afán de poder que se interpone en los ideales. También esa especie de paroxismo que ataca a cualquiera que ostenta el poder absoluto y que acaba haciendo cierta la máxima: todos los totalitarismos acaban pareciéndose y una de sus condiciones más habituales es la obsesión enfermiza por neutralizar a la disidencia, incluso en sus estadios más seminales.  Queda clarísimo en esta biografía: Morgan perteneció al círculo cercano a Fidel Castro, cuya primera intención fue acabar con una dictadura e implantar la democracia en la isla caribeña. Y esa idea fue la que sedujo a Morgan un joven norteamericano cuya vida hasta ese momento había sido errática y poco ejemplar. Pero se sintió atraído por ese ideal, el de defender a los desfavorecidos que sufrían la fuerte represión de la dictadura de Batista, muchas veces con la connivencia o la ayuda descarada de los servicios secretos - la mítica CIA - siempre tan obsesionados por sofocar cualquier posibilidad de que los estados iberoamericanos pudieran desequilibrarse hacia la izquierda. Ese mapa de influencias de orden casi contradictorio (¿no eran ellos los garantes de la democracia y las libertades?) se configura a lo largo del libro y presenciamos como Morgan empieza a dudar de aquello a lo que apoyado.  Por supuesto, la sombra de la traición (incluso la traición a uno mismo) acaba pesando en su vida, y Grann lo explica de una forma amena, directa, casi periodística y por supuesto sin desagradables decantaciones ideológicas. Nada tendencioso y casi bruscamente real, la historia de Morgan es tejida de una forma clara, vehemente, incontestable, en un texto de una concisión severa y aplastante, que ni siquiera necesita trazar elipsis, tal es su síntesis y su intensidad formal.
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November 15, 2025 at 11:38 AM
Reposted by Un libro al día
Publicada la reseña en @unlibroaldia.bsky.social de «Vaim», de Jon Fosse. Publicado en catalán por @galaxiagutenberg.bsky.social con traducción de Meritxell Salvany y en castellano por @randomhousees.bsky.social con traducción de Cristina Gómez-Baggethun
Hoy en ULAD: Jon Fosse: Vaim
Jon Fosse: Vaim
Idioma original: nynorsk (neonoruego) Título original: Vaim Traducción: Meritxell Salvany en catalán para Galàxia Gutenerg y Cristina Gómez-Baggethun en castellano para Random House Año de publicación: 2025 Valoración: muy recomendable Empieza el relato con uno de los ya habituales monólogos interiores de Fosse, en el que el narrador (de nombre Jatgeir) nos cuenta en primera persona su viaje a la droguería de Bjørgvin en búsqueda de un carrete de hilo negro y una aguja para coser un botón que se le había caído, pues sabe que en la de su ciudad es posible que no encuentre lo que busca. Pero, para su sorpresa y desgracia, se encuentra pagando un precio a su entender desorbitado y ello le lleva a cuestionarse el porqué de esos viajes en barca a Bjørvin con el único fin de ir a la droguería, por qué sigue yendo ahí únicamente para ese propósito y, en su intento de entender el motivo, se da cuenta de que las respuestas se hallan en su interior, en los recuerdos de su juventud, cuando hacía esos viajes frecuentando las tabernas con «la esperanza de encontrar alguien con quien compartir de la vida» reconociendo a la postre que «quizá, aquella historia de tener que ir a comprar hilo y aguja sea como sea, solo debía ser una excusa que me había urdido para poder coger la barca y venir hasta Bjørvin ahora que habían llegado las vacaciones de verano y no tenía que trabajar». Pero ese viaje le conduce también a otra isla vecina, Sartor, que le transporta en un viaje también mental en el que rememora sus recuerdos de adolescencia y con ello un antiguo amor por una joven, nunca expresado de manera directa, un enamoramiento guardado para sí mismo en una suerte de idolatría y admiración por alguien a quien apenas conocía, porque «a ella no le había hablado nunca, de sus sentimientos, solo faltaría, que yo no hubiera osado confesar nada parecido a una mujer jamas de la vida”. Con esta premisa, vemos que en esta corta novela y que conforma la primera parte de una trilogía, Fosse vuelve a los terrenos que ya conocemos de su obra: el monólogo interior, constante, que fluye con una suave transición entre memoria, reflexiones y diálogos, con un estilo que destaca por una gran ausencia de signos de puntuación que separen los registros y con ello, de forma mezclada pero puramente nítida, los recuerdos del protagonista se mezclan con alucinaciones y espejismos en las que la realidad se confunde con la fantasía, en un claro ejercicio de intento de restituir aquello perdido incluso sin haber existido, un esfuerzo por recuperar más que una realidad una sensación, un deseo, en un acto de clara nostalgia hacia un presente que hubiera sido de otro modo si un gesto, un pequeño acto del pasado hubiera sucedido o lo hubiera provocado con un paso nunca dado; un constante lamento y resquemor que le corroe y le persigue desde años ha. Y, cuando uno está ya inmerso en la vida de Jatgeir, arranca el segundo capítulo con un cambio de narrador, aunque sigue con el mismo estilo de voces interiores, dudas entre lo vivido y lo imaginado, etc. Esta segunda parte nos da una visión diferente y ampliada de la historia contada en la primera, y es interesante pues sigue el estilo de Fosse de monólogos internos, aunque en este caso la imagen que nos transmite es la de un segundo observador. Ya la tercera parte es mucho más compleja y juega al despiste de manera continua esgrimiendo un texto en el que la confusión y los alternados momentos temporales pueblan el relato hasta llegar a un punto en el que no está claro quién habla ni el orden de las cosas pero uno están tan enfrascado en la lectura y los paralelismos y ángulos de visión que la historia se disfruta y nos mantiene atados a ella. Estilísticamente, es innegable que el estilo de Fosse con el monólogo continuo te recoge y te envuelve, arrastrándote en esos continuos diálogos internos que te llevan a interiorizarlos casi como propios, consiguiendo que el lector se contagie y empatice de manera inexorable dejando que el texto lo lleve donde el autor pretende, hábilmente, con el fin de hacerlo testimonio a la vez que también protagonista de sus infortunios porque siempre en los relatos de Fosse aparece el pasado con forma de espectro, mezclando sueños y realidades empujado por el deseo de cambiar infructuosamente aquello que ya es permanente y sin opción de vuelta atrás. En esas alucinaciones Fosse intenta que sus protagonistas encuentren el momento de ajustar cuentas con su pasado, aunque siempre lo hacen desde un estado próximo a la desesperación, a la incredulidad y al desasosiego. Con este texto, Fosse ha tejido una obra coral, caleidoscópica en la que los personajes son protagonistas de manera parcial, como vehículo para transmitir aquello que el autor pretende: la necesidad de restituir el pasado, de reencontrarse a uno mismo, con la sensación siempre evidente que la búsqueda se convierte en una súplica, un lamento por lo perdido, por lo nunca tenido pero siempre ansiado. Y, a pesar de que el argumento no es novedoso en sí, la manera de narrar de Fosse y lo que transmite despierta unas grandes ansias de leer la publicación de las dos partes que faltan para poder así ampliar un poco más el espectro coral que Fosse ha tejido magistralmente en esta última obra. Tambien de Jon Fosse en ULAD: Blancura, El otro nombre (Septología I), Mañana y tarde, Ales junto a la hoguera
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November 14, 2025 at 1:02 PM
Hoy en ULAD: Jon Fosse: Vaim
Jon Fosse: Vaim
Idioma original: nynorsk (neonoruego) Título original: Vaim Traducción: Meritxell Salvany en catalán para Galàxia Gutenerg y Cristina Gómez-Baggethun en castellano para Random House Año de publicación: 2025 Valoración: muy recomendable Empieza el relato con uno de los ya habituales monólogos interiores de Fosse, en el que el narrador (de nombre Jatgeir) nos cuenta en primera persona su viaje a la droguería de Bjørgvin en búsqueda de un carrete de hilo negro y una aguja para coser un botón que se le había caído, pues sabe que en la de su ciudad es posible que no encuentre lo que busca. Pero, para su sorpresa y desgracia, se encuentra pagando un precio a su entender desorbitado y ello le lleva a cuestionarse el porqué de esos viajes en barca a Bjørvin con el único fin de ir a la droguería, por qué sigue yendo ahí únicamente para ese propósito y, en su intento de entender el motivo, se da cuenta de que las respuestas se hallan en su interior, en los recuerdos de su juventud, cuando hacía esos viajes frecuentando las tabernas con «la esperanza de encontrar alguien con quien compartir de la vida» reconociendo a la postre que «quizá, aquella historia de tener que ir a comprar hilo y aguja sea como sea, solo debía ser una excusa que me había urdido para poder coger la barca y venir hasta Bjørvin ahora que habían llegado las vacaciones de verano y no tenía que trabajar». Pero ese viaje le conduce también a otra isla vecina, Sartor, que le transporta en un viaje también mental en el que rememora sus recuerdos de adolescencia y con ello un antiguo amor por una joven, nunca expresado de manera directa, un enamoramiento guardado para sí mismo en una suerte de idolatría y admiración por alguien a quien apenas conocía, porque «a ella no le había hablado nunca, de sus sentimientos, solo faltaría, que yo no hubiera osado confesar nada parecido a una mujer jamas de la vida”. Con esta premisa, vemos que en esta corta novela y que conforma la primera parte de una trilogía, Fosse vuelve a los terrenos que ya conocemos de su obra: el monólogo interior, constante, que fluye con una suave transición entre memoria, reflexiones y diálogos, con un estilo que destaca por una gran ausencia de signos de puntuación que separen los registros y con ello, de forma mezclada pero puramente nítida, los recuerdos del protagonista se mezclan con alucinaciones y espejismos en las que la realidad se confunde con la fantasía, en un claro ejercicio de intento de restituir aquello perdido incluso sin haber existido, un esfuerzo por recuperar más que una realidad una sensación, un deseo, en un acto de clara nostalgia hacia un presente que hubiera sido de otro modo si un gesto, un pequeño acto del pasado hubiera sucedido o lo hubiera provocado con un paso nunca dado; un constante lamento y resquemor que le corroe y le persigue desde años ha. Y, cuando uno está ya inmerso en la vida de Jatgeir, arranca el segundo capítulo con un cambio de narrador, aunque sigue con el mismo estilo de voces interiores, dudas entre lo vivido y lo imaginado, etc. Esta segunda parte nos da una visión diferente y ampliada de la historia contada en la primera, y es interesante pues sigue el estilo de Fosse de monólogos internos, aunque en este caso la imagen que nos transmite es la de un segundo observador. Ya la tercera parte es mucho más compleja y juega al despiste de manera continua esgrimiendo un texto en el que la confusión y los alternados momentos temporales pueblan el relato hasta llegar a un punto en el que no está claro quién habla ni el orden de las cosas pero uno están tan enfrascado en la lectura y los paralelismos y ángulos de visión que la historia se disfruta y nos mantiene atados a ella. Estilísticamente, es innegable que el estilo de Fosse con el monólogo continuo te recoge y te envuelve, arrastrándote en esos continuos diálogos internos que te llevan a interiorizarlos casi como propios, consiguiendo que el lector se contagie y empatice de manera inexorable dejando que el texto lo lleve donde el autor pretende, hábilmente, con el fin de hacerlo testimonio a la vez que también protagonista de sus infortunios porque siempre en los relatos de Fosse aparece el pasado con forma de espectro, mezclando sueños y realidades empujado por el deseo de cambiar infructuosamente aquello que ya es permanente y sin opción de vuelta atrás. En esas alucinaciones Fosse intenta que sus protagonistas encuentren el momento de ajustar cuentas con su pasado, aunque siempre lo hacen desde un estado próximo a la desesperación, a la incredulidad y al desasosiego. Con este texto, Fosse ha tejido una obra coral, caleidoscópica en la que los personajes son protagonistas de manera parcial, como vehículo para transmitir aquello que el autor pretende: la necesidad de restituir el pasado, de reencontrarse a uno mismo, con la sensación siempre evidente que la búsqueda se convierte en una súplica, un lamento por lo perdido, por lo nunca tenido pero siempre ansiado. Y, a pesar de que el argumento no es novedoso en sí, la manera de narrar de Fosse y lo que transmite despierta unas grandes ansias de leer la publicación de las dos partes que faltan para poder así ampliar un poco más el espectro coral que Fosse ha tejido magistralmente en esta última obra. Tambien de Jon Fosse en ULAD: Blancura, El otro nombre (Septología I), Mañana y tarde, Ales junto a la hoguera
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November 14, 2025 at 11:50 AM
Hoy en ULAD: Garazi Albizua: Termita
Garazi Albizua: Termita
Idioma: español Año de publicación: 2024 Valoración: entre recomendable y está bien  La protagonista de esta novela con título de bichito que se come la madera es una mujer que vive con su abuela en un caserón de las afueras de alguna localidad sin especificar, física y socialmente distanciadas del resto de la comunidad, que las evita, excepto para solicitarle favores a la abuela, que practica ciertas brujerías... Sí, no me he equivocado de novela, amigos/as de este blog; este comienzo bien podría servir para otra novela ya reseñada magníficamente en este blog, (magníficamente por mis compañeros Santi y Oriol, quiero decir, que yo no di un palo al agua), de tal forma que cualquiera podría pensar que Garazi Albizua se ha inspirado, de forma consciente o no, en la novela de Layla Martínez... Bueno, pues hasta ahí, porque lo cierto es que, más allá de la primera premisa, ambas novelas no tienen mucho que ver la una con la otra. La que nos traemos hoy entre manos no nos propone una historia de carácter o con componentes sobrenaturales -aparte de las supuestas brujerías que he mencionado-, ni tampoco una reivindicación de los humillados por el pasado -bueno, un poco sí, pero de forma tangencial-; se trata, en cambio, de un conjunto de vivencias, pensamientos y recuerdos de la protagonista, una mujer ya madura con ciertos problemas de relación social, un trastorno de apetito desenfrenado y un vínculo  basado (aparentemente) en la dicotomía amor/odio con su abuela, a la que ella llama la Termita. Es la figura de la abuela, precisamente, la que va tomando cada vez más importancia a lo largo de la novela, haciéndose un hueco en el espacio ocupado, casi en su totalidad, por la protagonista/narradora y sus cuitas; de hecho, hasta el final es difícil entender porqué la autora le ha puesto este título a la novela, pues en gran parte de ésta la abuela es un personaje de fondo, extraño y enigmático, si se quiere, pero no central. Extraño y enigmático para su nieta, claro, que si algo demuestra a lo largo de la novela es que es un ejemplo evidente de una narradora poco fiable, de forma que la percepción que tenemos de ella y de su entorno cambia a lo largo del libro; es evidente también que se trata de una persona con problemas psicológicos o con "disforia existencial", si se prefiere usar una expresión más ad hoc... aunque no errónea porque, de hecho, tiene algo de personaje de novela existencialista, como un Meursault femenino, gord... perdón, de tamaño diferente y que trabajara de teleoperadora. Bueno, también en apariencia, porque al final (y no pretendo hacer un spoiler, así que seguid leyendo bajo vuestra responsabilidad), la historia se revela más como un drama familiar lleno de buenos sentimientos que como una descarnada y escéptica novela sobre contra el mundo y contra la vida, que diría nuestro amigo Michel... La cierta confusión para una lectura lineal de esta novela que nos puede inducir una protagonista-narradora de estas características -siento denominarla siempre así, pero es que en el libro no llegamos a conocer su nombre- resulta desconcertante en un principio pero, a la postre, se entiende su causa y, es más, refuerza la comprensión de la historia que, ya digo, resulta contarnos algo diferente de lo que parece en un principio.  Ayuda a que nos sumerjamos en la novela, en gran medida, la prosa de esta autora vasca, llena de brío y recursos, con un estilo fácil de emparentar con el de muchas escritoras contemporáneas, sobre todo (aunque no sólo latinoamericanas) que retratan a sus personajes femeninos y sus circunstancias vitales "sin pelos en la pluma", por así decir, sin obviar lo que de conflictivo, violento o , desagradable que tiene el mundo que las rodea, las urgencias del sexo sin remilgos o las esclavitudes y miserias del cuerpo. No hace falta que dé nombres, supongo, pero sí añadiré que, a diferencia de alguna que otra escritora, en el caso de Garazi Albizua esta identificación de su estilo con una posible tendencia literaria contemporánea femenina  (todo este rollo es para no poner el término "movimiento", puesto que no lo es) no resulta impostada ni manierista, sino perfectamente adecuada a lo que nos quiere contar.  Es cierto que el partir de una premisa similar al la de otra novela que ha tenido gran éxito (al menos en España), si bien no es óbice para escribir otra igualmente interesante (ni es algo insólito; no es el primer caso que me encuentro este año), sí que le puede haber restado a Termita algo de impacto y repercusión... Aunque también hay que decir que le han dado el premio Euskadi de Literatura en Castellano, que, mira, no está nada mal.
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November 13, 2025 at 11:08 AM
Hoy en ULAD: Leonard Cline: La estancia oscura
Leonard Cline: La estancia oscura
Idioma original: InglésTítulo original: The Dark Chamber Traducción: Santiago GarcíaAño de publicación: 1927Valoración: Recomendable La estancia oscura es una novela de terror excelente, ideal para amantes del género, de la literatura psicológica y del decadentismo. Tiene una factura impecable, un tono lúgubre, una ambientación espeluznante, personajes repletos de aristas oscuras y un manejo temático tan ambicioso como nítido. H. P. Lovecraft dijo de ella en su celebrado ensayo El horror sobrenatural en la literatura: «De gran altura artística es la novela La estancia oscura (1927), del difunto Leonard Cline. Se trata de la historia de un hombre que –con la ambición característica del héroe malvado gótico o byroniano– trata de desafiar a la naturaleza y recuperar cada uno de los momentos de su vida pasada mediante el estímulo anormal de la memoria. Para ello utiliza interminables notas, escritos, objetos evocadores y retratos, y después olores, música y drogas exóticas. Por último, su ambición va más allá de su vida y llega hasta los negros abismos de la memoria hereditaria..., alcanzando incluso los tiempos prehumanos de las ciénagas del periodo carbonífero, y las inimaginables profundidades de los tiempos y seres primordiales... hasta que su gran perro empieza a sentir miedo de él...» En La estancia oscura, Oscar Fitzalan, un joven músico de origen humilde, es contratado por Richard Pride para llevar a cabo unos misteriosos experimentos en torno a la memoria. Fitzalan se aloja en la mansión de Pride, Mordance Hall, un lugar decadente y oscuro rodeado de montañas y bosques. Allí conoce a Miriam y Janet Pride, esposa e hija de su anfitrión respectivamente, y a Wilfred Hough, el secretario de éste. Pronto descubrirá las dinámicas tóxicas que hay entre todos ellos, y se verá inmerso en su degradación psicológica, moral y física. Un escritor menor que dispusiera de la misma premisa que Cline hubiera fabricado una novela más convencional: una que no mantuviese con acierto el equilibrio entre lo realista y lo fantástico, dejando a opinión del lector determinar de qué pie cojea; una en la que el argumento, en vez de refinar lo folletinesco, cayera de lleno en sus peores tropos; una que se centrara en los intereantes experimentos de Richard Pride (que a todas luces influyeron a Lovecraft y Clark Ashton Smith), pero que descuidara en el proceso tantas otras vetas argumentales igual de sugerentes. En fin, quienes se animen a leer La estancia oscura recuerden que no se trata de una obra de terror al uso y que éste se manifiesta de forma extremadamente sutil.  También de Leonard Cline en ULAD: Aquí
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November 12, 2025 at 11:23 AM
Hoy en ULAD: N.D. Cocea: El vino de larga vida
N.D. Cocea: El vino de larga vida
Idioma original: Rumano Título original: Vinul de viață lungăAño de publicación: 1931Traducción: Borja Mozo MartínValoración: Bastante recomendable - A ver, listillos: Tirando de memoria, ¿cuántos escritores rumanos podéis nombrar? - Cartarescu.- Sí, sí, muy bien, correcto.- ¡Hertha Muller!- Medio punto porque nació en Rumanía pero escribe en alemán.- ¿Cioran?- Lo mismo que a quien ha dicho Hertha Muller, pero en francés.- Max Blecher.- A ver, ¿quién cojones es el repelente que ha dicho Max Blecher?... Vamos, que las vacas sagradas y poquito más, eh! Bueno, pues para demostrar una vez más lo "rarunos" que somos (y también por si pensáis ir a Pasapalabra y os preguntan "C: apellido del escritor rumano autor de la novela El vino de larga vida"), aquí os traemos una novela de 1931 de un autor rescatado hace escasas semanas por la editorial Muñeca Infinita. Hablamos de El vino de larga vida y de Nicolae (Ceaucescu. No, no, que nos cierran el blog) Dumitru Cocea. Pese a su brevedad, apenas 120 páginas, la novela lleva en su interior 3 o 4 libros diferentes. Porque aunque digamos que el envoltorio general es el de un cuento moral (¿como los de Erich Rohmer? pregunta el ya mencionado repelente), la novela contiene partes que podrían ser leídas como novela de iniciación, como novela social o como drama lorquiano, con un punto que me recuerda a La hiedra de Grazia Deledda. Vayamos por partes: * Novela de iniciación en forma del aprendizaje que el joven juez auxiliar extrae de su relación con Don Manole, noble local "apestado" y blanco de las habladurías de las "fuerzas vivas" del pueblo. * Novela social a través de la crítica a personajillos como el alcalde, el cura, etc y las creencias / supersticiones de estos y de la contraposición entre sus ideas y opiniones y las de Don Manole (retornado de París, amante de la buena vida, el arte y los libros, etc) * Drama lorquiano por esa historia que Don Manole narra al juez en la parte final de la novela y que marca un punto de inflexión en la vida de aquel. Esta es la parte que me ha traído a la mente a Grazia Deledda y su novela La hiedra, de temática más o menos cercana y con la que comparte protagonismo el paisaje que rodea a los personajes. Y aunque estos ingredientes por separado podrían dar lugar a un batiburrillo del carajo, Cocea los integra de forma coherente bajo la ya comentada forma de cuento moral, con el que nos invita a pensar en lo realmente importante, en si estamos prestando excesiva atención a estupideces, en qué demonios es la felicidad y cómo tratar de hallarla, en si estamos acertando o no con nuestra forma de los distintos aspectos de la vida. Me queda, en el lado menos bueno, la sensación de que Cocea podría haber ahondado más en las relaciones de poder que se establecen entre los miembros de las fuerzas vivas del pueblo y que el cuento que se añade al final del texto, obra de Corina Sabau y que vendría a ser una especie de revisión / actualización de la novela de Cocea, no está a la altura de este. Pero la impresión global es más que favorable, así que bienvenidas estas recuperaciones "medio rarunas" para gente "medio raruna" como nosotros. ¡Y que sean muchas más, oye!
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November 11, 2025 at 11:38 AM
Hoy en ULAD: ZOOM: La culta latiniparla, de Francisco de Quevedo
ZOOM: La culta latiniparla, de Francisco de Quevedo
Idioma original: castellano Año de publicación: 1624 Valoración: Inclasificable   Es sabido que Francisco de Quevedo fue bastante aficionado a meterse en todos los charcos, y su sátira envenenada le llevó a no pocos problemas. Desde luego, su diatriba más famosa fue la que le enfrentó a Góngora, una disputa de origen sobre todo literario, no tan infrecuente en la época (incluso en tiempos mucho más recientes), que seguramente derivó en lo personal por lo afilado y sangrante de las críticas, materia en la que don Luis tampoco se quedó muy atrás. Como ocurre casi siempre con los clásicos, habrá que reconocer que, si exceptuamos quizá La vida del buscón y algún fragmento divulgado por ciertos cantantes, la figura de Quevedo es mucho más conocida por aquellas movidas que por sus obras. Es así, y soy el primero en apuntarme al equipo de los ignorantes. Y de repente se me ocurre, por una razón estúpida que no merece la pena contar, buscar qué demonios es eso de La culta latiniparla, qué se esconde tras la obvia intención del título. Y resulta que es menos que un opúsculo, unas poquitas páginas en las que la el ingenio mordaz de don Francisco se explaya a gusto contra el uso de recursos del lenguaje que pretenden aportar una pátina intelectual y diferenciarse de lo vulgar. No solo el cultismo o el inevitable latinismo, sino también la metáfora voluntariamente opaca, el eufemismo relamido o la frasecita de moda, se van desgranando bajo la verborrea satírica de nuestro autor. De manera que si el texto en sí no da propiamente para una reseña, sí quizá para eso que llamamos metaentrada, un comentario, una reflexión que bien les vendría hacer a unos cuantos perpetradores de libros varios de los que abundan por ahí, incluso a algunos escritores que intentan impresionar con su bagaje léxico, ya sea auténtico o buscado vaya usted a saber en dónde. Si nos fijamos con un poco más de detenimiento, una de las claves nos la sirve el propio texto, que subraya la voluntad de quienes utilizan estos recursos para oscurecer el mensaje, hacerlo inasequible para el receptor, en definitiva levantar una barrera para poner de manifiesto la superioridad del que habla: ‘su lenguaje está como una boca de lobo, con tanta propiedad como una mala noche, y que no se puede ir por su conversacion de v. merced sin linterna’. Sería, es verdad, uno de los dardos que tantas veces dirigió Quevedo hacia Góngora, pero también está descubriendo, creo yo, una forma de clasismo: ‘Quando llamare á las criadas, no diga ola Gomez, ola Sanchez, sino unda Gomez, unda Sanchez, que unda y ola son lo propio, y ellas, aunque no lo entienden en latín, lo obedecen en romance’. Que no es que Quevedo fuese un rojo peligroso, ya sabemos, pero da en el clavo al identificar el lenguaje como una forma de marcar distancias en sociedad. Pero tampoco dejemos de lado que la imprecación se dirige muy concretamente a cierto tipo de mujeres caracterizadas por su inclinación hacia este tipo de uso de la palabra. Lo cual parece que sirve para que alguien, sin pudor ninguno, hable (en una página de internet que por supuesto no voy a linkar) de ‘ataque machista de Quevedo a las mujeres cultas’. Como he tenido el cuajo de leer un poco más de ese panfleto, viene a decir que don Francisco critica que algunas mujeres de la época (después cita una por una a varias de ellas) hubieran alcanzado cierto nivel cultural, gracias al cual podían expresarse en la forma que se critica. Y claro, Quevedo, machista irreductible, no podía soportar que las mujeres tuviesen acceso a la cultura. Ya lo de tachar de machista a un señor del siglo XVII debería hacer sonrojar a quien escribió esta estupidez, pero admitamos que son los tiempos que nos han tocado. Pero lo peor de todo es que no se han enterado de nada. Quevedo ni mucho menos está atacando a las mujeres cultas, que probablemente no fuese quienes caían en el vicio que criticaba, el sarcasmo se dirige contra la pedantería, la forma pretenciosa de expresarse para parecer alguien interesante, escapar de la supuesta vulgaridad de lo cotidiano, quizá para dotarse de un aura de intelectualidad de la que se carece. Si la diatriba enfila precisamente a ciertas mujeres, muy probablemente se debe a que semejante proceder estuviera de moda entre ellas en determinados círculos sociales. Y quién sabe si también tendrá origen en alguna experiencia personal poco grata. Tonterías al margen, si alguien quiere ir a la fuente original, es muy fácil descargarse el pequeño libelo, que se lee en diez minutos, alguno más si uno se quiere detener a examinar con más calma alguna de las expresiones de la época. Ese venenillo tiene cierta gracia, y hasta puede dar para pensar un poco, que nunca está de más. Otras obras de Francisco de Quevedo reseñadas en ULAD: La vida del Buscón llamado don Pablos
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November 10, 2025 at 11:53 AM
Hoy en ULAD: László Krasznahorkai: Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río
László Krasznahorkai: Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río
Idioma original: húngaro Título original: Északról hegy, Délről tó, Nyugatról utak, Keletről folyó Año de publicación: 2003 Traducción: Adam Kovacsics Valoración: recomendable (con muchas reservas) Hola, amigos, soy László Krasznahorkai, pero me pueden decir el Lalo, y hoy les mostraré, en tan solo 170 páginas, mis conocimientos acerca de pagodas y del Chamaecyparis obtusa, más conocido como hinoki, es decir, un árbol del cual sacan la madera para diversas construcciones como templos, palacios, entre otros, es decir, un árbol muy noble y sagrado al cual le debo gran respeto porque me permite reflexionar sobre el infinito y la historia de la humanidad y de cómo somos incapaces de contemplar la belleza, es decir... Bueno, exagero, y a decir verdad, valoro que un escritor encuentre un tema que le permita interiorizar conocimientos y gustos para hablar de ello con emoción, pero la excesiva repetición de ideas condiciona (y mucho) la lectura. Se dice que la prosa de László es como "lava volcánica subterránea" (palabras de uno de sus editores, idea que, con cierta ironía, rebatió el mismo escritor), en el sentido de que, a través de las reiteraciones y circularidades, lo que expresa se va canalizando y procesando en tu interior. Pero me parece que media una (gran) distancia entre lo que quiere contar y el hecho de que, a las cincuenta páginas, ya ha dicho lo que tenía que decir una y mil veces. La trama es mínima: el nieto del príncipe Genji (algunas veces parece que transcurre hace siglos y otras veces es evidente que se desarrolla en un período cercano al nuestro), luego de encontrar en un libro la existencia del jardín más perfecto del mundo, decide escapar de su séquito y buscarlo. Después de dar vueltas en un pueblo y sintiéndose en un laberinto, llega a un templo mientras sus sirvientes lo persiguen (hacen el intento, al menos). Y a partir de ahí empiezan las peculiaridades de la novela. La estructura está basada en capítulos cortos; por lo general, de cinco capítulos, tres se centran en descripciones de la cultura japonesa, uno de breve reflexión o de mirada sobre el paisaje y el último es el que avanza la trama. Uno se siente, efectivamente, como el protagonista ante las puertas del templo, donde luego de las puertas hay otra entrada exactamente igual, y luego de ella hay otra entrada que es menor pero que no reduce su grandeza, y luego de la entrada hay el templo, donde no encuentra lo que busca, es decir, personas o pistas acerca del jardín, salvo chispazos de intuición que olvida tan rápido como le vienen. Toda esta estructura que no llega a ser laberíntica pero que lo es en cierto modo se potencia con la prosa; si bien no es difícil de seguirle la corriente a las oraciones larguísimas (son pocas las ocasiones en las que uno se pierde), uno termina irritándose con el uso de "pues", "es decir", "pero" (no creo que venga por el lado de la traducción, porque Kovacsics trabajó con toda su obra), y la necesidad de desarrollar lo que ya eran obviedades. Quizás es un efecto buscado, porque dudo que un escritor ya consagrado ponga, solo por descuido, que hay una puerta y que te explique que sirve para que una persona pase a otro lugar, pero cuesta conectar y la trama se resiente en unos hilos innecesariamente complejos. Esto explica el "con reservas" de la valoración. Entonces, ¿por qué el recomendable? Porque, más allá de la estructura, la idea es valiosa, la de perseguir un lugar que quizás solo existe en un libro que probablemente nunca existió, que quizás lo inventaste como anhelo de algo más profundo, la idea de que efectivamente lo puedes encontrar y perderlo en el mismo instante, la idea de que hay fuerzas que no controlas que se encargan de que ese jardín (tan sencillo que solo son ocho hinokis, árbol cuyo significado se subraya constantemente), que te quita el poder de describirlo, no se encuentre nunca, y te rindas en tu búsqueda porque el ser humano está hecho para perseguir el infinito y nunca alcanzarlo, porque si existiera el infinito, en la realidad, la vida sería imposible de vivir y nunca llegaríamos a ninguna parte. Hay momentos, páginas, que con solo unas pocas frases dan alcance de la magnitud de los conceptos, lo que me hace pensar que: 1) László ha errado en esta novela y otras son mejores; 2) es más bien una excusa para homenajear la cultura japonesa, cultura que, dependiendo del autor, puedo comprender o no; 3) no era mi día o no era mi libro. Creo que todas son válidas. Lo que sí, preciosa la portada. También de László Krasznahorkai: Tango satánico
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November 9, 2025 at 11:11 AM
Hoy en ULAD: Pola Oloixarac: Bad Hombre
Pola Oloixarac: Bad Hombre
Idioma original: español Año de publicación: 2024 Valoración: recomendable Mucho tiempo desde que reseñé (con no demasiado buen recuerdo) mi primera lectura de Oloixarac. Doce años, cuestión que, permitidme este pequeño paréntesis de solipsismo pseudonostálgico, me producen cierto pasmo, aparte del consabido tópico del tiempo cómo pasa blablabla, también sobre el hecho de que no haya sido una autora que haya inundado el mercado, justo en una época que su perfil, por los motivos que sea, es proclive a una cierta incontinencia que el mercado literario, tal como es hoy, asimila con cierto agrado (y algo de cosdencendencia).  En todo caso, y  a la vista de mis valoraciones, este ritmo, esta dosificación, entiendo que consciente y premeditada, creo que le sientan bien a su obra. Quizás, no soy capaz de aportar una explicación coherente, obre de forma retrospectiva. Leída Bad hombre tengo un cierto regusto agridulce, una sensación algo incómoda de haber sido demasiado duro anteriormente. Pero recomendar Bad hombre no es en modo alguno un mecanismo de compensación.  Para empezar, esta es una novela mucho más insertada en el presente de lo que me parecieron las otras, y su desarrollo, aún con esa tonalidad algo bolañiana consistente en saltar en escenario y tiempo y pensar que esa dispersión acaba conformando un mosaico, como esas pinturas que toman otra forma si nos alejamos de ellas, su desarrollo, repito, es coherente, casi lineal, no exageremos pues hablamos de una autora permeable no solo a sus influencias (insertadas, sobre todo hacia el final del libro) sino al propio momento literario actual, que suele arquear la ceja cuando una obra se adscribe al clásico cánon narrativo. Oloixarac ha creado una línea de confluencia con tintes de auto-ficción (tintes tan marcados que uno estaría tentado por llamar a esto crónica autobiográfica), pero creo que no. Supongo que es otro juego con el lector interponerse en medio de círculos literarios, grupos de Whatsapp, talleres creativos, y sacar a relucir los trapos sucios que pueden surgir en este submundo, o encastrar situaciones de la reciente iconografía desde la explosión de las RRSS. Aquí tenemos hashtags, cancelación, fake news, todo lo que haga falta para apuntalar el pretexto de la novela: la existencia de los bad hombres a qué Trumo aludía (el tiempo, again) en la campaña de su primer mandato. Tenemos entonces algunos ejemplos de seres masculinos que actúan de manera tóxica con los seres femeninos, y, aunque ciertos detalles al final de la novela puedan suscitar alguna duda, una cierta dinámica que puede ser tan disfrutada por la indudable pericia narrativa de la autora como puesta en solfa tildándola de algún ligero deje oportunista. Otras obras de Pola Oloixarac reseñadas en ULAD: aquí
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November 8, 2025 at 11:26 AM
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Publicada la reseña de «Madres e hijos», de Adam Haslett. Publicada por Alianza de Novelas en castellano con traducción de Francisco González López.
Hoy en ULAD: Adam Haslett: Madres e hijos
Adam Haslett: Madres e hijos
Idioma original: inglés Título original: Mothers and Sons Traducción: Francisco González López en castellano para AdN editorial Año de publicación: 2025 Valoración: recomendable Llevaba tiempo esperando una nueva novela de Adam Haslett, un autor al que le sigo la pista desde que leí «Imagina que no estoy», una novela muy redonda, interesante, conmovedora y que destaqué como lo mejor del año. También sus cuentos cortos en Aquí no eres un extraño no tienen pérdida, con un nivel muy elevado. Así que teniendo en cuenta que han pasado ya nueve años desde la publicación de su última novela, la expectativa era muy alta, y las ganas de leerlo le iban a la par. Empieza el relato con un desbordamiento de cotidianidad, de la rutina que envuelve a su personaje principal, Peter, y que nos permite conocer su día a día. Vemos que es un abogado que ejerce en Nueva York, que se desvive por su trabajo porque, aunque en muchas ocasiones se le antoja reiterativo y aburrido, el solo motivo de poder ayudar a inmigrantes a obtener una solicitud de asilo defendiéndoles de la administración que los quieren deportar a su país de origen ya le es motivación suficiente para sentirse recompensado. Cabe decir aquí que el primer tercio del libro está construido desde la pausa, desde la rutina del día a día, y es que en este libro Haslett se toma su tiempo en construir los personajes a pesar de que empieza de manera algo alocada y dubitativa al situar el personaje principal en una situación laboral cotidiana, in media res, como si de repente al lector se le hubieran abierto las puertas por las que atisbar la vida de un personaje en su día a día; un día a día que se nos antoja ajetreado y en apariencia monótono y sin demasiado interés. Ahí el lector se contagia en parte de esa aparente apatía, a la vez que va adentrando en el argumento, pero sin saber muy bien cuál de esas pequeñas historias que constituyen los casos que Peter lleva desencadenará el núcleo central de la trama. Y mientras se avanza con pausa en la búsqueda de esa trama principal, en paralelo, el autor va tejiendo la historia de su madre Ann, desgranando cómo es su vida en comunidad, en un centro que ha creado de ayuda a mujeres, y en cómo su vida se ha encaminado a tal propósito de solidaridad y ayuda.  Madre e hijo, con vidas orientadas a ayudar al prójimo, quizá para subsanar unas heridas del pasado que van reabriéndose a medida que avanza la trama (aunque con cierta dificultad pues en las primeras cien primeras páginas uno transita intentando indagar hacia dónde lleva todo esto, sin llegar a tener la certeza de que el camino sea el adecuado). Ya a partir de ahí, y trazados los mimbres sobre los cuales construir (ya sí) la historia, vemos como el buen creador de personajes que es Haslett nos cuenta una historia de fragilidades e incomprensiones, de tensiones ambientales pero también familiares, de aceptación y de reconciliación, de saber abrirse caminos a través de la maleza enredada por generaciones y costumbres. Es en este entorno donde Haslett destaca, porque es bueno retratando personajes y relaciones, creando, pero especialmente manteniendo, la tensión en núcleos familiares en cierta manera anquilosados y reacios al cambio. Es en estas situaciones (en ocasiones se asemejaría a la literatura de Franzen) donde nos devuelve a su anterior novela, pues lo hizo de manera magistral en «Imagina que no estoy», aunque en este caso tarda demasiado en llegar a ese punto en el que uno se engancha y necesita demasiadas páginas para llegar al punto de inflexión donde todo empieza a encajar. Demasiadas páginas destinadas a una cotidianeidad que dificulta que la historia avance y encuentre ese punto de enganche con el lector. Eso sí, cuando llega, entonces ya la lectura es fluida e interesante y vale la pena por la historia que cuenta y porque nos invita a la reflexión sobre cuanto pesan sobre nuestras vidas los hechos del pasado que dejamos sin resolver a la espera que el tiempo los cubra con una capa de sostenida tranquilidad. También de Adam Haslett en ULAD: Imagina que no estoy, Union Atlantic, Aquí no eres un extraño
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November 7, 2025 at 1:36 PM
Reposted by Un libro al día
En páginas finales de «Vaim», de Jon Fosse. Publicado en catalán por @galaxiagutenberg.bsky.social con traducción de Meritxell Salvany y en castellano por @randomhousees.bsky.social con traducción de Cristina Gómez-Baggethun. #habráreseña en @unlibroaldia.bsky.social
November 7, 2025 at 1:45 PM